La radio tiene algo que las plataformas de streaming de audio no pueden entregar hoy en día. Esas plataformas, manejadas por una inteligencia artificial, siguen las órdenes de los algoritmos que les han programado pero no tienen alma, no piensan, no tienen sentimientos.
La radio tiene seres humanos detrás de sus micrófonos, gente en vivo que tiene sentimientos similares a los de su audiencia, personas que sufren, gozan, se enamoran, trabajan, juegan, se divierten, cantan y bailan como sus oyentes (aunque, en mi caso, nunca aprendí a bailar…)
Hoy en día, la música se encuentra en todas partes. No hay que ir a buscarla. Las redes, YouTube, TikTok, Instagram… todos nos inundan con canciones, playlists, coreografías y sonidos de todo tipo.
La gente puede escoger sus canciones favoritas y escucharlas en el momento que desee. Si las quieren repetir pueden hacerlo cuantas veces quieran. Si quieren mezclar una canción de Heavy Metal con un Tango y luego con un Reggaetón, nada ni nadie se los impide.
La radio ya no marca la diferencia con su música. La gente la usa cada vez menos para descubrir canciones, para buscar nuevos sonidos. Ese ha pasado a ser territorio de las plataformas digitales.
Eso no quiere decir que la radio no pueda complacer a su audiencia con música. Por el contrario, una de sus grandes ventajas es que detrás de una buena programación hay una persona que sabe escoger las canciones perfectas con los artistas correctos, sonando cuando deben sonar, haciendo una curva melódica agradable y cautivante, en una mezcla de temas nuevos y viejos.
En la radio se cuenta con expertos que estudian con cuidado el gusto de sus oyentes y saben cómo complacerlos.
Pero la gran diferencia no está ahí. Aunque ahora es más crítico lograr una correcta programación musical, la gran diferencia está en el factor humano. En la forma como esa programación logra acompañar los diferentes estados de ánimo de sus oyentes.
Pero, sobre todo, en la forma como esa música es presentada por los locutores, animadores, disc-jockeys, presentadores y demás personas que están detrás de los micrófonos y que tienen la fortuna y el privilegio de seducir al público con lo que dicen.
Las plataformas de música no están en capacidad de conectarse a los oyentes con sus historias en vivo y al momento de ser transmitidas. No saben si hace sol o es un día triste y gris. No saben si su equipo favorito ganó o perdió ayer. No dicen si las calles están congestionadas, no dan noticias de interés, no dicen a dónde hay que ir para divertirse esta noche.
Ese es un terreno imbatible para la radio. Pero para que continúe así, para que la radio siga siendo relevante para la audiencia, para que siga viva y más importante que todas las plataformas digitales, cada vez se hace más imprescindible saber hablar, saber contar historias, saber enganchar al público con lo que se dice al aire.
Para algunos es algo tan sencillo como ‘enviar saluditos’ o hacer complacencias. Hay oyentes que disfrutan sonando al aire o que sus nombres sean mencionados en la radio. Pero el común de la gente nunca llama a una emisora. La gran mayoría de oyentes son pasivos. Solo buscan compañía, entretención y buena música.
Por eso hoy, más que nunca, hay que saber cómo involucrar a la audiencia, cómo hacer que cuando usted hable, el público se interese en lo que dice, quiera participar, sienta que usted está conectada con ellos, que usted los entiende, que usted vive su vida, sus problemas y sus alegrías.
Y para lograrlo, afortunadamente existen algunas técnicas que usted puede usar para perfeccionar esa interacción, ese involucramiento.
Al buscar ideas para lograrlo me encontré con un documento que ofrece el Hamilton College, una institución educativa estadounidense que tiene en su portafolio una serie de áreas de estudio entre las cuales se encuentra el Centro de Comunicación Oral.
En su sección de ‘Consejos y Guías’ me encontré con las siguientes recomendaciones que aplican perfectamente para el trabajo de cualquier persona que vaya a dirigirse al público a través de la radio, ya sea en un simple turno o en un programa en el que participan varias personas e invitados.
Allí dice que para enganchar a la audiencia es necesario cumplir con los consejos que se presentan a continuación:
1. Diseñe una introducción efectiva
Involucre a la audiencia: haga que se interesen, deles una razón para escuchar. ¿Cómo?
- Describa una escena o un personaje.
- Cuente una historia.
- Comparta una experiencia personal.
- Comparta un evento reciente.
- Complemente o enriquezca el comentario o el tema de quien habló antes que usted.
- Señale algo importante sobre la audiencia o el entorno actual.
- Muestre una imagen visual convincente.
- Haga una pregunta provocativa.
- Indique un hecho que sea preocupante, divertido o notable.
- Explique lo que está en juego para sus oyentes.
- Ofrezca un apunte humorístico o una anécdota.
- Explique su punto de vista sobre el tema.
- Dígales a los oyentes cómo los afecta positiva o negativamente el tema.
Enfoque la presentación: dígales a los oyentes de qué se trata. Indique el objetivo de lo que les va a contar. Dígales qué van a aprender o cómo podrán aprovechar lo que usted les dirá.
Cuénteles a sus oyentes qué es lo que les va a mostrar: sus puntos, su enfoque o el tipo de contenido.
2. Enfoque su contenido a los conocimientos, experiencia e intereses de sus oyentes
- Defina y aclare términos desconocidos.
- Use ejemplos concretos y específicos para ilustrar los puntos. Cuente historias.
- Haga que las estadísticas sean significativas: redondee números grandes. Interprete las estadísticas, tradúzcalas a términos fáciles de comprender. Haga comparaciones.
- Use analogías para que la gente entienda lo que les está diciendo. Use frases como «Es algo así como…» o “Esto es lo mismo que si usted…”
- Genere participación de la audiencia haciendo que su tema sea actual, personal y local. Para lograrlo:
- Conéctese al aquí y ahora.
- Consulte la experiencia de sus oyentes. Mencione su propia experiencia. Personalice el tema cuando sea apropiado.
- Resalte el ángulo local: una persona, un lugar, un evento.
3. Guíe a sus oyentes
Haga un buen preámbulo. Ponga las cosas en contexto. Al final, haga un resumen.
- Un buen preámbulo les dice a los oyentes lo que viene a continuación o cómo usted va a desarrollar un punto. Por ejemplo, en una discusión acerca del presidente de Ucrania, usted podría decir: “Primero, voy a contarles quién es el presidente de Ucrania y cómo llegó al poder”.
- Los resúmenes recuerdan a los oyentes lo que es importante en lo que se acaba de cubrir. Un resumen es especialmente útil para reformular o reenfocar la discusión después de una serie de detalles de apoyo o después de una discusión bastante larga sobre un punto.
Utilice señales y transiciones.
- Las señales son palabras o frases como «En primer lugar…», «El segundo tema es…», «El argumento clave es…», etc. Le dicen a la audiencia dónde se encuentra en la presentación y remarca lo que es importante tener en cuenta o recordar.
- Las transiciones aseguran que nadie se quede atrás cuando se mueve de un punto al siguiente. Muestran cómo las piezas de contenido se relacionan entre sí y con su tesis; unen las cosas y mejoran el «flujo». Las transiciones en las presentaciones orales a menudo deben ser más obvias que las que se usan en la escritura. Les dicen a los oyentes no solo que usted está avanzando, sino también a dónde va a ir a continuación. Los cambios en la voz pueden ayudar a los oyentes a reconocer una transición.
4. Use un lenguaje claro
- Evite referencias vagas o complicadas. Si ese es un problema cuando alguien escribe, es peor cuando se habla. Recuerde que los oyentes no tienen la opción de volver a escuchar el texto para entender lo que usted dijo.
- Del mismo modo, evite términos como «respectivamente» y «el primero… el último». Cuando usted dice algo como «Juan, María y Ana representaron a los departamentos de Economía, Biología e Inglés, respectivamente» puede estar confundiendo al oyente. Igualmente, cuando dice cosas como «Usted puede comprar carne de res madurada en seco o madurada en húmedo. Los chefs profesionales saben que, para obtener los mejores bistecs, prefieren lo último» hará que el oyente tenga que hacer un esfuerzo para entender lo que usted dijo porque ambas construcciones requieren que la audiencia recuerde ciertos detalles para comprender una referencia posterior a ellos. El problema es que los oyentes pueden no haber prestado suficiente atención a los detalles anteriores. Cada vez que sienta la tentación de usar este tipo de dispositivo verbal, pregúntese: «Si solo tuviera una oportunidad para escucharlo, ¿lo entendería?«
5. Diseñe una conclusión efectiva
- Resuma y reenfoque. Resuma los puntos o argumentos principales que ha cubierto. Reitere su propósito, tesis o tema de conversación. Refuerce lo que es importante que la audiencia recuerde o se lleve de lo que dijo.
- Haga un buen final. Cree una conclusión que cierre el tema. Aquí puede usar algunos de los mismos consejos sugeridos para la introducción. Incluso puede volver exactamente a la misma anécdota, cita o comentario que usó al principio y darle un giro. Otro enfoque sería plantear un desafío, mirar hacia el futuro o simplemente reafirmar con firmeza su conclusión o recomendación básica. Y algo muy importante: evite introducir nueva evidencia o abrir una nueva línea de argumentación.
Conclusión
Aunque el artículo parece dirigido de manera específica para quienes conducen o participan en programas hablados, los consejos aquí expresados también pueden funcionar muy bien, en su mayoría, al realizar un simple turno de presentación de canciones.
Y, obviamente, también aplican para la realización de pódcasts.
Como expliqué al inicio, la radio ya no vive solo de la música. Para eso hay demasiadas opciones. Pero lo que sí puede hacer muy bien es enganchar al oyente con sus historias, con sus comentarios, con sus invitados, con sus anécdotas, y para lograrlo hay que aprender a contarlas bien.
Esto exige esfuerzo, preparación y profesionalismo, pero es que estamos hablando no solo del futuro de la radio sino, especialmente, del futuro de su carrera.