Entrevista exclusiva: Don Cheto, un locutor 360

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Don Cheto

Este 2025 una de las personalidades hispanas más exitosas de Estados Unidos está cumpliendo 20 años de transmitir de manera ininterrumpida en el cuadrante de la segunda ciudad más importante para la industria radiofónica del país, Los Ángeles, California, y desde el inicio de su carrera, hasta hoy en día, detrás de los micrófonos de la icónica Que Buena 94.3 FM; hablamos de Don Cheto, «El Hombre del Vozarrón».

«Todo lo bueno que me ha pasado en la vida se lo debo a la radio», dice el popular personaje que tuvo a bien abrirnos las puertas de su estudio para realizar esta breve y sustanciosa entrevista. Nos platica sobre su actualidad, cómo tuvo que irse transformando para seguir vigente, la lectura que le ayudó a entender su entorno, cómo tuvo que enfrentarse a sí mismo como su mayor competencia e, incluso, sobre las veces que ha pensado en el retiro.

Don Cheto, ¿imaginabas llegar a cumplir 20 años haciendo radio?

«Si nos remontamos a aquel día en que abrí un micrófono por primera vez, nunca pensé que llegaría a convertirme en esto, y menos que sería mi fuente de ingresos. Solo pensaba abrir el micro para dar la hora y enviar saludos, y ahora, fíjate, ya llevo años con un programa matutino. No me paran la boca. He experimentado cosas maravillosas; todo lo bueno que ha pasado en mi vida se lo debo a la radio».

Quienes hemos tenido la oportunidad de estar en esta carrera sabemos que los inicios fueron contando historias del rancho, enganchando con la nostalgia de lo que se había dejado atrás. Se trataba de escuchar a un viejito de pueblo que se estaba adaptando a la gran ciudad, que nos recordaba los remedios de la abuela. Todo eso, en su conjunto, encajaba perfectamente en el espectro común angelino. Pero llegaría un momento en que ese contenido no sería suficiente.

«La misma corriente te obliga a dar otro tipo de manotazos, y te vas reinventando. En esa reestructuración personal, vas descubriendo cosas que no sabías que tenías. Fue entonces cuando inicié una reinvención consciente. Dejé todo lo relacionado con el rancho para adaptarme a lo actual. No fue nada fácil. Recuerdo que uno de mis maestros de la radio me llamó una vez y me dijo: ‘Don Cheto se está perdiendo, ya no escucho las historias del rancho’. Me puse muy tenso y pensé: ‘Es cierto, lo estoy dejando de hacer’. Pero también reflexioné sobre cuánto tiempo más me duraría solo hablar de eso, de no abordar los temas que me corresponden como comunicador: la política, lo social… y además hacerlo con humor, sin dejar de lado esas cosas que me han hecho ser quien soy».

“Esa llamada significó mucho para mí, porque fue cuando decidí que tenía que jugármela con este nuevo Don Cheto, porque el otro, el de antes, tenía fecha de caducidad. Quizá el anterior quedaría en el inconsciente colectivo como algo que fue, pero yo quiero seguir cuando me toque. Siento que, si le doy otro ajuste, el caballo puede seguir al trote, y eso fue lo que hice: un cambio consciente”.

Mezclar la nostalgia con la actualidad es la estrategia que ahora implementa Don Cheto, una fórmula que le ha dado resultados positivos y le ha permitido no solo mantenerse vigente, sino también expandirse a la televisión y las plataformas digitales. De esta manera, logra llegar a nuevas generaciones sin olvidarse del público que lo ha acompañado desde sus inicios.

«Tenemos poco más de un mes en esta nueva modalidad de radio 360°. Ahora no solo nos escuchan, también nos pueden ver e interactuar de manera simultánea y más estrecha. El cambio no lo sentimos; de repente, me di cuenta de que había más cámaras. La empresa en la que trabajo aprovecha esto y nos pone también en televisión. Todo lo que está pasando es parte de la reestructuración que uno debe tener para no quedarse rezagado y volverse obsoleto. Sé que es algo bueno para mí; es como hacer ejercicio, lo disfrutamos mucho».

Don Cheto cautiva a radioescuchas de distintos grupos demográficos. De hecho, hay quienes lo escuchaban con sus padres y ahora comparten ese gusto con sus propios hijos.

«Creo que ya le di toda la vuelta. Arranqué con la nostalgia. Hay señores que me dicen: ‘Yo lo escucho desde que tenía 10 años, cuando mi papá encendía la radio para llevarme a la escuela’. Otros me dicen: ‘Yo te conozco desde que iniciaste’. Ya Don Cheto es parte de la ciudad y su cultura (modestia aparte, hablo desde el personaje)».

Veinte años de vivencias como locutor podrían formar una lista interminable, pero para Don Cheto hay un momento que tiene un significado especial, porque le hizo darse cuenta de que en su vida profesional la suerte no tenía cabida. Fue cuando visitó la ciudad de León, Guanajuato, donde convivió con más de 10 mil personas que le demostraron su cariño de innumerables maneras.

«Me gusta estar en mi casa y, a veces, no dimensiono que mi trabajo tenga una repercusión social positiva. Ese evento me abrió los ojos y me hizo pensar que lo que hago tiene un significado auténtico. Esto es más grande que yo. Lo que hago tiene mucho valor para las personas. Fue ahí donde descubrí que tenía el síndrome del impostor, pero lo transformé en pensamientos positivos y aprendí a creer en mí mismo. Hoy sé que no tiene nada de malo reconocer cuando uno hace bien las cosas. Me tomó 15 años darme cuenta de que debía darme ese valor, porque la gente ya me lo da, porque mis colegas me lo dan. Creo que no hay nadie que pueda hablar mal de mí. Les puede o no gustar lo que hago, pero todos me han mostrado respeto».

Amante de la lectura influenciada por el existencialismo y el racionalismo, Don Cheto relaciona las líneas de Jorge Luis Borges con las realidades que enfrentamos al regresar al lugar donde crecimos, donde tuvimos a nuestros amigos, nuestro primer amor, etc. Cuando uno extraña un lugar, en realidad no extraña el sitio en sí, sino lo que vivió ahí.

«Ese choque es muy fuerte cuando, después de 10 o 30 años, regresamos a nuestro pueblo y nos damos cuenta de que ya no es lo mismo. Por eso, la nostalgia tiene mucho que ver con nosotros, y no la descarto del todo como parte del contenido en el show. En general, hablando principalmente del mexicano, la nostalgia es un modo de vender. ¿Cuántos productos no compramos por nostalgia?»

Pero Don Cheto no navega solo por las intempestivas y, a veces, relajadas ondas hertzianas. Cada mañana está acompañado de un equipo que comparte su visión y su objetivo: seguir en el gusto del público. Para él, el trabajo de cada uno de sus colaboradores es fundamental.

«Creo que todo se resume en ellos, porque cuando me falta uno, siento que me falta algo. Me quieren mucho, me cuidan, me entienden, me apapachan. Tanto en lo personal como en lo laboral, siempre están al pendiente de mí. Por ejemplo, Said siempre se preocupa por lo que necesito, y hasta me da vergüenza tanta atención de su parte. El Chino es alguien con quien puedo contar incluso fuera del aire y fuera de la estación. Sé que no me quieren solo porque trabajamos juntos, he entendido que me quieren como persona. Trabajar con gente que te valora por quien eres y no solo por lo que haces no tiene precio. Es algo muy bonito y fundamental. Nunca había trabajado tan a gusto como en estos últimos años».

El impacto de Don Cheto 360 en redes sociales ha sido tal que, en repetidas ocasiones, sus transmisiones en vivo han reunido a más de 10 mil personas conectadas. Sin embargo, no olvida que los ratings son los números que le permiten seguir detrás del micrófono.

«El brinco que dimos a las plataformas nos beneficia a todos. Al final del día, todo se hace para seguir agradando a la gente. Yo tengo una discusión constante con mis compañeros porque no estoy revisando los ratings a cada rato. Para mí, lo importante es ser entretenido, no preocuparme por los niveles de audiencia para armar el programa en base a ellos. Sé que este negocio se rige por números, pero esa forma no funciona para mí. Y ojo, no lo hagan como yo. De hecho, voy a escribir un libro que se va a llamar No lo hagas como yo, jajajajaja. Soy una persona ansiosa, y si algo puede llevarme a un lado negativo, prefiero no meterme en esa agua. Sé que está muy fría, y lo digo en sentido figurado. No quisiera caer en el estrés de cada semana».

En sus propias palabras, Don Cheto asegura que nunca se ha sentido limitado por sus superiores. Ni con Pepe Garza, quien solo sugería estrategias básicas para mejorar el show, ni ahora con Eduardo León, con quien mantiene un diálogo abierto y la libertad creativa que necesita.

«Una vez leí en un cartón de caricatura que decía: ¿A quién se le ocurre dejar mi vida en mis manos? Y eso representa mucha responsabilidad cuando mi personalidad es más relajada. Quiero libertad creativa, pero no demasiada, porque luego me agobio».

Como todos los locutores, Don Cheto reflexiona sobre el momento político que atraviesa Estados Unidos y, como líder de opinión, sobre la postura que debe tomar ante las redadas y deportaciones que han afectado principalmente a la comunidad hispana en el país.

«Yo lo viví en su tiempo con Pete Wilson (1983-1991) y, hoy en día, el ambiente político es muy similar. Siento que no nos queda más que rifárnosla, vencer el miedo y salir adelante. Quisiera pensar que el presidente actual es como todo político: nunca cumplen nada. Ojalá que esta sea la situación, que no pase a mayores y que se nos dé el lugar que nos merecemos, porque nos lo hemos ganado con trabajo. La mayoría de los latinos somos trabajadores, chambeadores y siempre vamos para adelante”.

“A veces, por culpa de unos pocos, perdemos mucho, y tenemos que entender que la retórica del presidente está dirigida a quienes votaron por él, especialmente a los güeros. Nos presentan como una carga para el gobierno, y los temas de su agenda siempre están en contra de los inmigrantes. Yo quiero pensar que no va a pasar nada grave, que el miedo no nos detenga. Ese miedo lo superamos cuando dejamos a nuestra familia en nuestro país para buscar un mejor futuro».

Don Cheto, ya son 20 años al aire. ¿Cuántos más?

«Quién sabe… Últimamente he pensado mucho que ya se me está cansando el caballo, pero luego suceden cosas maravillosas que me dan fuerza para seguirle. Yo quiero darle hasta que ya no aguante. Esto de estar en todas las plataformas me está ayudando a reinventarme. Cuando ves que la raza responde favorablemente, te das cuenta de que vale la pena. Siento que todavía tengo pila, creo que unos cinco añitos más. No depende de mí, pero ese sería mi deseo».

«Gracias por tenerme en el radar todo este tiempo, en un medio que cada vez es más difícil, pero que no deja de ser apasionante. La radio es hermosa. Ojalá que vengan muchos nuevos talentos a este mundo, aunque, lamentablemente, los morros de hoy están más cautivados por las redes sociales. Las tablas se hacen aquí: los tiempos, el desenvolvimiento, la espontaneidad, la improvisación… La mente se desarrolla detrás del micrófono en vivo”.

“Antes de querer ser podcasters, primero pasen por la radio, agarren tablas. Ojalá que la radio nos dure mucho tiempo, y esa es una tarea para los que estamos en las cabinas. No se trata de renunciar a la radio, sino de darle un valor agregado a través de lo visual, pero la radio siempre será el modo y la forma que nos ha traído tantas alegrías y la conexión con el público. Esa conexión nos ha ayudado a conocernos a nosotros mismos. La radio a mí me lo ha permitido, porque yo no sabía de lo que era capaz de hacer. ¡Muchas gracias!».

«El legado que quiero dejar en la radio es el mismo que quiero dejarles a mis hijos. No lo veo como el de una celebridad o una estrella en el Paseo de la Fama. Quisiera que me recordaran como la persona que los hacía reír, que hacía diferentes sus mañanas. Mi gran legado sería mi historia de vida, la que he contado en la radio, desde que brinqué el cerro hasta donde estoy ahorita».

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