La historia de los radios de transistores

Lea la historia de la revolución tecnológica de los años 50 que cambió la forma de escuchar radio.

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Gracias a este pequeño, sencillo y portátil receptor, la radio se convirtió en la mejor compañía en cualquier momento y lugar.

4 de mayo de 1967. Yo cursaba 6º grado (en esa época se decía 1º de bachillerato en Colombia).

Todos en clase estábamos pendientes del final de la Vuelta a Colombia en bicicleta. Martín “Cochise” Rodríguez estaba a punto de ganar esta dura competencia por cuarta vez, pero el día anterior, Javier “El Ñato” Suárez había ganado la etapa número 19 y se ubicaba en el segundo lugar de la clasificación general.

Los dos ciclistas eran de mi ciudad natal, Medellín, y se estaban disputando la competencia ciclística más importante del país, y aunque me gustaba la humildad de Suárez, era hincha furibundo del gran “Cochise”.

Rivales y amigos: Martín «Cochise» Rodríguez (izq.) y Javier «Ñato» Suárez (Der.)

Esa última etapa era muy dura. Partía de Ibagué, una ciudad a 1285 metros sobre el nivel del mar, y tenía que subir hasta la capital del país, que está ubicada a 2.600 metros de altura. La distancia era de unos 210 kilómetros, pero la trepada al Alto de las Rosas, a 2.760 metros, es muy dura.

Don Gilberto Cuartas, nuestro profesor de historia, trataba infructuosamente de explicarnos cómo Napoleón fue vencido en la Batalla de Waterloo, puesto que todos en el colegio estábamos pendientes del final de la competencia y del posible triunfo de “Cochise”.

Ese día, aunque no hacía frío, yo había llevado el saco de lana azul que hacía parte del uniforme del colegio. Y realmente lo llevé por una razón: había conectado un audífono al pequeño radio de transistores portátil que tenía guardado en el bolsillo de la camisa y había extendido el auricular por dentro de la manga derecha.

De esta forma, yo apoyaba la cabeza sobre mi mano derecha, fingiendo prestar atención a la clase, mientras escondía en mi oído ese pequeño audífono para poder escuchar el final de la carrera.

Escuchando radio en plena clase…
(Imagen generada por la I. A. de Copilot)

El final fue apoteósico. “Cochise”, que era el líder de la carrera, venía padeciendo un gran desgaste. Por el contrario, Suárez estaba en una gran condición física.

En esa última subida a Bogotá, el primero estuvo a punto de desfallecer, tal como le había sucedido un par de años atrás. Sin embargo, sus compañeros de equipo Alfonso Guerra y Alfredo Arango decidieron quedarse atrás para acompañar al campeón y prestarle toda la ayuda posible.

Mientras tanto, Suárez trepaba a toda velocidad apoyado por los tradicionales rivales del campeón y, al final, logró descontarle casi 10 minutos a “Cochise”, que llegó en el puesto 19 de la etapa.

Afortunadamente para él, la ventaja que había obtenido a lo largo de la carrera le permitió ganar la Vuelta a Colombia por cuarta vez, con una ventaja de 5 minutos y 16 segundos sobre “El Ñatico”, como le decían cariñosamente sus colegas.

En medio de todo esto, don Gilberto seguía intentando contarnos cómo el 18 de junio de 1815 Arthur Wellesley, duque de Wellington y comandante de las fuerzas de la llamada Séptima Coalición, arengaba a sus soldados y les repartía ginebra, galletas y carne, mientras que Napoleón, el emperador francés, solo podía tomar coñac afectado por una cistitis que lo tenía en muy mal estado de salud.

Y cuando iba por la mitad de la historia y el salón de clases estaba completamente en silencio escuchando al profesor, no pude contener mi emoción y grité a todo pulmón “¡Ganó Cochise, ganó Cochise!” tan pronto cruzó la meta.

Al principio don Gilberto me miró con cara de ogro, pero al final, y luego de escuchar la ovación en los otros salones del colegio, paró la clase y nos permitió celebrar y felicitarnos por el agónico triunfo de nuestro ídolo deportivo.

El radio de transistores

Probablemente esto no podría haber pasado 10 años atrás, puesto que no existían los radios portátiles. Hasta 1954, los receptores de radio eran unos aparatos grandes y pesados, y tenían que estar ubicados encima de una mesa.

Sí, es que, en 1954, el mundo era un lugar muy diferente a lo que es ahora. Casi todo lo electrónico requería tubos de vacío, un invento que se remonta a principios del siglo XX y que aún no había sido mejorado.

Los tubos de vacío eran la única forma de realizar muchas funciones electrónicas, como la amplificación y la rectificación (aunque el diodo de estado sólido ya había aparecido en escena en ese momento), pero generalmente estaban limitados a dispositivos que pudieran enchufarse a una pared.

Y como los tubos o válvulas de vacío requerían calentar sus filamentos para funcionar, el consumo de electricidad era bastante alto. Además, la mayoría de los tubos de vacío estándar eran muy grandes en comparación con otros dispositivos electrónicos.

Esa combinación de alta potencia y gran tamaño fue un freno que no permitió la creación de otros dispositivos prácticos y portátiles.

Ahora, lo cierto es que desde los años 20 del siglo pasado ya existían los radios de pilas, pero su uso estaba limitado porque las baterías necesitaban entregar voltajes diferentes. Además, su vida útil eral muy corta, el costo era muy alto y los tubos de vacío eran demasiado voluminosos.

Por estas razones, era muy difícil encontrar radios portátiles en esa época.

Llega el transistor

El transistor, un revolucionario dispositivo de estado sólido capaz de amplificar la señal, se inventó en 1947, pero su aplicación real en artículos de consumo producidos en masa había sido limitada, ya que la producción de transistores aún no se había perfeccionado, por lo que su costo seguía siendo alto.

Los transistores ofrecieron muchas mejoras con respecto al tubo de vacío: eran más pequeños, consumían mucha menos energía y eran más confiables.

Esto llevó a que se hicieran grandes esfuerzos para perfeccionar su producción, de modo que los dispositivos para uso individual fueran lo suficientemente económicos para ser usados en artículos de consumo.

El primer receptor de radio de transistores

A principios de 1954, Texas Instruments (TI) había perfeccionado la producción hasta el punto de que los transistores se volvieron lo suficientemente baratos para su uso en artículos de consumo.

TI pensó que la gran oportunidad para aprovechar esta nueva tecnología estaba en los radios portátiles y se acercó a algunas de las más grandes empresas fabricantes de radios. Sin embargo, empresas como RCA y Motorola creían que aún no era el momento de usarla y rechazaron la propuesta.

TI finalmente se asoció con una empresa llamada I.D.E.A., Inc., de Indianápolis. Su principal producto hasta ese momento había sido una línea de amplificadores de señal de televisión accionados por tubos de vacío y comercializados bajo la marca Regency.

I.D.E.A. aprovechó la oportunidad y comenzó a producir un radio de transistores. El objetivo era tenerlo en el mercado justo para la temporada de compras navideñas de 1954. Como solo faltaban unas semanas para finalizar el año, la fabricación del radio Regency tenía que ser un trabajo realmente urgente para cumplir con el plazo.

Los ingenieros se pusieron en la tarea de diseñar la caja que lo contendría. Se intentó refinar el circuito de cinco transistores diseñado por TI para reducir costos y garantizar que todas las piezas encajaran en la carcasa.

Para que fuera pequeño y fácil de transportar, al final terminaron retirando uno de los 5 transistores y, después de mucho esfuerzo, lograron que todas las piezas encajaran en la caja.

Lo único que no pudieron reducir fue un tornillo de fijación en el condensador variable utilizado para la sintonización. En vista de que sobresalía por fuera de la carcasa, decidieron perforar un hoyo para permitir que la parte posterior del radio pudiera cerrarse por completo.

El resultado fue el Regency TR-1, que fue presentado al público la semana del 18 de octubre de 1954 con mucha fanfarria y gran cobertura de la prensa.

El diseño se enfocó más en la conveniencia y el deseo de reducir costos que en preocuparse por su belleza. Por ejemplo, después de considerar varias opciones para las rejillas del parlante, se tomó una decisión muy elemental: perforar agujeros en la carcasa.

Así era el receptor de radio Regency TR-1

El TR-1 costaba 49,95 dólares, una suma bastante alta para la época, equivalente a unos 400 dólares de hoy. Utilizaba una batería de 22,5 V que permitía una duración de unas 20 horas. Al parecer, desde entonces ningún otro radio ha usado ese voltaje para un radio a baterías.

El pequeño receptor estaba disponible en seis colores estándar: negro, blanco, gris nube, rojo mandarina, caoba moteada y verde jade.

Así se anunciaba el radio Regency TR-1 en su amplia gama de colores.

Al poco tiempo, y para llamar la atención de la gente joven, se introdujo una serie especial de colores “nacarados”, por la que había que pagar 5 dólares más. Aparentemente, los consumidores pensaron que no valía la pena gastar ese dinero adicional para obtener un color especial, así que fue eliminado.

Los accesorios disponibles incluían un estuche de cuero y un auricular. A diferencia de los radios posteriores, estos accesorios se vendían por un costo adicional: el estuche costaba 3,95 dólares y los audífonos 7,50, un costo realmente alto para la época.

Presentación y mercadeo

Cuando se lanzó, el TR-1 se distribuía dentro de una caja amarilla y negra muy simple. Regency se dio cuenta muy pronto de que podía aprovechar esa caja para anunciar las ventajas y atributos del aparato, así que rápidamente se diseñó una nueva caja.

El empaque externo y el interior, con los letreros que explicaban sus ventajas.

Ese nuevo diseño de la caja estaba creado para ser exhibido en los mostradores de las tiendas especializadas en artículos eléctricos. De esta forma, al levantar la parte de arriba y dejar al descubierto el radio, este se podía apreciar en una especie de cama, en cuyos bordes se leían las frases «Sin tubos» y “Totalmente transistorizado”.

Otras tácticas de marketing incluyeron la fabricación de radios TR-1 con la carcasa de atrás transparente para que los usuarios pudieran ver los elementos de estado sólido con los que estaban fabricados. También se fabricaron algunos modelos completamente transparentes.

Regency TR-1 con carcasa transparente.

Y llegan las copias

El TR-1 fue un tremendo éxito de ventas, a pesar de que Consumer Reports se burló de él por su mala recepción y calidad de sonido. Otros fabricantes, asombrados por el éxito comercial del TR-1, rápidamente comenzaron a fabricar sus propios radios.

Algunos fabricantes, como Bulova y Mitchell, decidieron comercializar el TR-1 con sus propios nombres y, en algunos casos, con un nuevo empaque. Estas radios usaban un chasis idéntico al TR-1, pero todas carecían del conector para el auricular.

Radio Mitchell 1101
Radio Bulova 250

A partir de 1955, una avalancha de radios fabricadas en Estados Unidos comenzó a llegar al mercado. Incluso Japón decidió subirse al carro de la victoria.

Sony Corporation produjo su primer radio de transistores, el TR-55 en 1955, pero no se comercializó en Estados Unidos. El primer radio japonés que llegó a Norteamérica fue el Sony TR-63 en 1957. Japón, con sus menores costos de fabricación, rápidamente dominó el mercado.

Los fabricantes de radio estadounidenses lograron resistir la competencia por un tiempo, trasladando la producción de los radios a Japón, pero la mayoría abandonó el mercado a principios de los años setenta.

Un legado revolucionario

El radio de transistores no fue sólo una pieza tecnológica revolucionaria: también revolucionó la música y la cultura juvenil. Por primera vez, los jóvenes tuvieron la libertad de escuchar música y noticias mundiales sin la amenaza de ser descalificados por sus padres.

Al convertirse en un camino para la expresión artística y la difusión de nuevas ideas, el radio de transistores jugó un papel importante en muchos de los movimientos musicales y culturales de los años cincuenta y sesenta.

Su uso en radios portátiles hizo que las transmisiones fueran mucho más accesibles y menos costosas, además de hacerlas mucho más móviles.

Pronto, el transistor comenzó a reemplazar las válvulas o tubos de todos los productos electrónicos que los usaban. De esta forma, aparecieron los televisores portátiles y, a medida que pasó el tiempo, el consumidor medio dispuso de dispositivos electrónicos cada vez más sofisticados, equipados con transistores.

Así comenzaron a comercializarse masivamente equipos de sonido, televisores, electrodomésticos y, eventualmente, computadores y teléfonos celulares.

Hoy en día, prácticamente ningún dispositivo electrónico se construye sin transistores. Estos dispositivos se han vuelto cada vez más pequeños. Por ejemplo, el pequeño chip del procesador de un computador o de un celular contiene millones de transistores.

El declive de los radios transistorizados

El radio de transistores comenzó a perder popularidad a finales de la década de 1970 cuando el casete y el Walkman tomaron el relevo. El Boombox, el Discman y el iPod llegaron en las décadas siguientes, reemplazando al radio de transistores y, aún más, erosionando el estatus de la radiodifusión como la forma más importante de llegar a las masas con música e ideas.

Si bien la radio ha perdido terreno frente a las nuevas plataformas de audio y entretenimiento, el concepto de un pequeño dispositivo portátil que brinda acceso a música e ideas es más popular que nunca gracias a los teléfonos inteligentes.

Pero todo empezó con la radio de transistores allá por 1954.

Conclusión

Es cierto que los radios de transistores, pequeños, portátiles y cómodos, no ofrecían excelencia en calidad de sonido, pero sí proporcionaban una característica importante: la privacidad. Los adolescentes vieron en ellos una forma de escuchar el rock and roll lejos de los juicios de sus padres.

Y de escuchar en clase, a escondidas del profesor, los grandes triunfos de nuestros ídolos deportivos…

ACERCA DEL AUTOR
Tito López hace radio desde 1975 y ha creado formatos radiofónicos exitosos en Colombia, Portugal, Chile, Panamá y Costa Rica.
Es coach de talentos, intérprete de investigaciones de audiencia, productor, blogger, libretista y conductor de programas de radio.
Lo puede seguir en Facebook como Oscar.Tito.Lopez y en Twitter como oscartitolopez
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