Una técnica de fútbol que funciona en la radio

Así como en el fútbol los directores técnicos se reúnen con el equipo a analizar cada partido, usted debería hacer lo mismo con el equipo del programa de la mañana.

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Un espacio para corregir y mejorar los programas

Comienzo hablando de un deporte que mueve masas en todo el mundo y que se ha convertido en el más popular en casi toda nuestra región. Hablo del fútbol.

Aunque no soy un gran fanático, al igual que muchos de quienes me leen lo practiqué en mi juventud, tuve mi equipo favorito, fui al estadio, salí a las calles a celebrar sus triunfos y he vestido la camiseta de la Selección para acompañar a los jugadores de mi país en sus participaciones en el Mundial.

La FIFA nos dice que detrás de cada equipo que consigue resultados exitosos, que produce un fútbol de calidad y atractivo, se encuentra un director técnico, un personaje carismático que es frecuentemente una figura emblemática en el club o en un país.

Además de las funciones de organización y programación, así como de la supervisión de los aspectos técnicos, tácticos y físicos, el campo de actividad y la competencia del entrenador se han extendido al sector de las comunicaciones, a la gestión cotidiana del equipo, a los asuntos de salud e higiene de los jugadores, así como a su formación y educación, sin olvidar la relación con los medios de información en el caso de entrenadores que trabajan en el nivel más elevado.

Y cuando me pongo a mirar todas estas funciones me doy cuenta de que ese trabajo, de alguna manera, se parece al de un director de emisora, director artístico, programador o como sea que se le dice en cada país a la persona que está encargada de manejar una estación de radio.

Y me centro en un punto: en el fútbol, al igual que en la radio, una comunicación entrenador-jugador es fundamental para el buen funcionamiento del equipo; el entrenador tiene que dedicar un gran parte de su tiempo a desarrollar esta área con sus jugadores.

La comunicación -en la medida de lo posible- debe ser bidireccional, siendo el entrenador quien toma las decisiones mientras que los jugadores toman parte activa en el asunto.

Un director técnico generalmente realiza una charla antes de iniciar el partido para discutir los últimos detalles sobre cómo enfrentar al rival, revisar por última vez las tácticas establecidas y, sobre todo, para asegurarse de que los jugadores salgan al campo de juego motivados y con mentalidad ganadora.

Algunos aprovechan el descanso del medio tiempo para animar nuevamente al equipo, señalar algunas fallas y oportunidades, y hacer las correcciones del caso para ganar finalmente el encuentro.

Pero hay una reunión que, muchas veces, es la más importante, y es la que se realiza luego de finalizado el partido. Y no tiene que ser inmediato al final. Puede postergarse para más tarde e incluso para el día siguiente, teniendo en cuenta que luego de un juego, el vestuario es un lugar donde se magnifican las emociones, independientemente del resultado obtenido.

En caso de victoria y buen juego, el director técnico probablemente quiera exaltar la actuación del equipo, destacar que el partido ya terminó y que empieza una nueva semana de entrenamiento para preparar el siguiente partido. Y hará énfasis en el valor del trabajo y la importancia de mantener la misma línea.

Cuando el resultado es negativo y el juego ha sido negativo, generalmente no debe descargar toda la ira de manera furiosa, sino que lo hará con una mezcla de delicadeza, precaución y firmeza.

En la radio

Al igual que en el fútbol, un buen director de emisora debería tener reuniones permanentes con el equipo del programa de la mañana. No deben ser una isla aparte. Es clave hacerlos sentir parte de la estación, recalcar su importancia y felicitarlos por sus logros.

Y lo digo porque es normal que cuando llega a trabajar el resto del personal de la radio es justo cuando los integrantes del programa de la mañana ya están terminando sus labores y ya se van a descansar o a realizar otras labores, por lo que no es normal verlos en la emisora el resto del día hablando con sus compañeros.

Lo ideal sería que el director tuviera una reunión con los integrantes del programa de la mañana todos los días, o al menos una vez por semana.

Pero al igual que en el fútbol, no debería hacerla tan pronto termine el programa y mucho menos en la cabina. Al fin y al cabo, han pasado varias horas encerrados, con la adrenalina al máximo y pueden estar exhaustos. Para ello se debe buscar un lugar donde se puedan sentir más cómodos.

Y esa reunión no debería ser muy larga. Los integrantes del programa quieren descansar luego del derroche de adrenalina que se genera en un programa. Por eso la reunión no debería durar más de 15 minutos, medidos con un cronómetro.

Peter Lassally ha sido productor ejecutivo de presentadores legendarios de televisión en los Estados Unidos como Johnny Carson, David Letterman y Craig Ferguson. Después de cada show, Lassally tenía el hábito de sentarse con estos presentadores y realizar un ejercicio llamado ‘La revisión posterior al programa’ (‘The Post Show Review’).

Este ejercicio produce un efecto dominó al conseguir que el contenido, la definición de los personajes y la ejecución general del programa mejoren constantemente en múltiples niveles. Es allí donde aparecen ciertos patrones de comportamiento y donde queda claro cuál contenido se conecta con su audiencia y cuál no.

Para lograr que la reunión diaria o semanal sea exitosa, lo ideal es enfocarse en la calidad del contenido. Revisar a profundidad el desempeño de cada uno de los integrantes y sus roles dentro del programa. Analizar los puntos de vista, la forma como se contaron las historias, las reacciones, la interacción, etc., y examinar qué tan efectivamente se ejecutó el contenido.

Nuevamente hago énfasis en la brevedad de la reunión y en la necesidad de evitar posturas demasiado cerradas, críticas destructivas, regaños o burlas. Se trata de resaltar en esos 15 minutos lo que salió bien y lo que se puede mejorar. Nada más. Ya habrá espacio para Airchecks del programa.

Ahora, ¿cuáles deberían ser los temas de esa reunión? ‘La revisión posterior al programa’ del señor Lassally sugiere que todos los días (o una vez a la semana), después del programa, se hagan estas preguntas claves:

1. ¿Cuáles fueron los aspectos más destacados del contenido en el programa de hoy? ¿Por qué?

El director deberá llegar con sus anotaciones e ir directamente al grano. Así mismo, deberá dejar hablar al conductor del programa y a los integrantes, siempre de manera positiva y alegre, y discutir por qué salieron bien las cosas o por qué no, sin regaños ni juicios negativos.

2. ¿Qué podría haberse hecho aún mejor (en caso de que algo se pudiera mejorar)?

Es probable que hayan traído un buen material, que lo hubiesen preparado con anterioridad, pero que haya fallado en la ejecución. ¿Cómo podrían hacerlo mejor la próxima vez? ¿Qué les quedó faltando? ¿Cómo podría ayudar el director a mejorar el contenido? ¿Qué recursos hacen falta?

3. ¿Qué contenido no funcionó bien? ¿Por qué?

No siempre las cosas salen bien. A veces, las buenas ideas en el papel no funcionan al aire. Otras veces, simplemente no se preparó bien el material, no había motivación al aire o el público no respondió como se esperaba.

Es el momento de decidir si la sección que estrenaron tiene futuro o si no vale la pena seguir haciéndola. Mirar con detenimiento si las llamadas fueron bien manejadas, si hubo errores en el manejo de la consola, si todos hablaban al mismo tiempo, si salieron muchos chistes flojos, si hubo alguna tensión al aire entre algunos integrantes, etcétera.

4. ¿Qué podríamos haber hecho de manera diferente para que funcione?

Hay ideas muy buenas pero mal ejecutadas. Es el momento de discutir amablemente cómo pudo haber salido mejor determinada intervención, a quién traer como invitado la próxima vez, a entregar el material preproducido mejor editado o con más anticipación o dar las instrucciones más claramente la próxima vez.

5. ¿Qué sobró del programa de hoy que podría ser usado en el programa de mañana?

Estoy convencido de que un buen programa es aquel en el que todo salió bien y, además, sobró material. Eso quiere decir que había preparación para cualquier contingencia. Que se habían asegurado de que se iba a llenar el tiempo del programa con material de primera calidad.

Entonces llega el momento de revisar ese material que sobró para ver cómo se puede reciclar, cómo usarlo en el próximo espacio, cómo sacarle mejor provecho al esfuerzo de quien lo preparó.

Conclusión

Lasally recomienda hacer reuniones diarias, al menos mientras se pone en marcha el programa o desde el momento en que se comiencen a realizar. La idea es que este tipo de reuniones diarias se conviertan en un hábito. Que los mismos integrantes del programa se sientan preocupados si algún día no se puede realizar.

Es posible que se sorprenda al descubrir que su programa adquiere una vida propia de forma orgánica al hacer de este ejercicio un hábito y, al final, terminen ganado por goleada a su competidor.

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