Uriel Weizel es un hombre de radio. Durante muchos años se ha entregado como pocos a programar, producir y presentar los contenidos musicales de Ibero 90.9, la estación de la Universidad Iberoamericana, un espacio radiofónico que se ha ganado buena parte de la audiencia de los jóvenes que buscan una alternativa diferente a la radio comercial en la CDMX.
Uriel, Platícanos en que está ahora Ibero 90.9.
Lanzamos recientemente una nueva parrilla de programación para celebrar los 14 años al aire. Hay programas que ya terminan su ciclo, con voluntarios que ya se gradúan o entran a chambas pagadas, otros nuevos que empiezan proyectos. Es una parrilla que busca ser más musical, más atractiva para el público juvenil, pues ciertos programas que eran conducidos por académicos ahora no están. Me sorprende muy gratamente la longevidad de la estación. Comparada con Radioactivo o con Rock 101, que no pasaron de los 12 años, Ibero ya está en los 14 y todavía hay cuerda.
Cómo se ven a sí mismos: ¿son un sucesor de esas estaciones, una estación dedicada a quienes son parte de la Ibero o una estación de la Ciudad de México?
Ibero 90.9 se dirige a la Ciudad de México. No es una estación intracampus, colegial, endogámica. En todo momento se concibe como una estación de FM que compite dentro del cuadrante. Nos movemos en una esfera muy sui generis, en la que tenemos suficientes elementos para estar en la elección del público cuando se trata de escoger una estación, digamos “de rock”, con música moderna, de avanzada.
En el cuadrante de la CDMX, te encuentras estaciones de un sabor o de otro; Ibero tiene principalmente un sabor de música independiente, no del mainstream sino de lo que va corriendo off mainstream. A la par de eso tenemos todos estos programas complementarios de géneros musicales y programas culturales, de información. Me parece que no hay otra estación que hable de sustentabilidad, de obras de teatro, de galerías, de análisis político, de ONG’s y que te ofrezca una variedad de música tan grande. Ibero tiene este híbrido, esta manera mixta de existir. Es una estación pública. Nos debemos al radioescucha y a la formación de ciudadanía. No somos una radio que se dedique regalar boletos o a hacer promociones o a tocar hits. Es un caso muy peculiar.
¿Quién es el principal público de Ibero 90.9? Danos un perfil de un escucha típico
Es una audiencia transversal, desde clase A, B y C+. Uno sería el estudiante de prepa o universidad, muy urbano, no con tantos recursos pero con mucha hambre de cultura, que se quiere diferenciar del pop o de la música popular y que escucha Ibero de manera aspiracional: Ibero te muestra de manera cosmopolita lo que está pasando en las capitales del mundo y las tendencias. Otro, el público AB que es el que va a los festivales boutique gente de universidades privadas de entre 18 y 25 años y que les gusta porque les cumple la promesa de ser una radio cosmopolita, de avanzada, que no está en el conservadurismo de las estaciones de catálogo, que no es solo rockera sino electrónica; mucho hip hop, mucha música bailable. También está la comunidad artística, a lo que llamaríamos los makers, la gente que está haciendo cosas, desde una ONG hasta una galería. También tenemos a los académicos y a quienes están interesados en la parte de Ibero que aporta un análisis político y que tampoco quieren una estación dura de noticias sino esta información entrelazada con algo de entretenimiento.
¿Nos describes a un público pensante y crítico. ¿Cómo vives la responsabilidad de llegar a ellos?
Tienes que cargar con muchas causas. Al mismo tiempo que tienes que tocar la música más chida, tienes que hacer una campaña por el voto o transmitir una campaña de la universidad y hacerlo de la forma más atractiva posible. Todo se va entrelazando y esta nueva parrilla intenta integrarlo todo, lo interno y lo externo, lo musical y lo informativo, lo político y lo deportivo, todo se tiene que hacer con el mismo cool factor que naturalmente tiene la música.
Por qué se oye tan mal Ibero? ¿Qué pasa con la señal?
El problema es que tenemos 3000 watts de potencia frente a estaciones que tienen 100,000. Nuestra manera de compensarlo es a través de nuestra página de internet. Tenemos una página muy activa –nos consideramos como transmedia– y en Twitter y Facebook tenemos números muy altos de seguidores. En Twitter tenemos 500,000 followers y mucha gente nos está escuchando en sus laptops o sus móviles.
Como encargado del área musical de la estación, ¿qué tan libre eres de elegir la música y las propuestas?
Totalmente. Porque no estamos en el mercado donde se mueven los grandes lanzamientos y donde hay grandes presupuestos. El único caso donde la libertad tiene un tope es que funcionamos muy de acuerdo a la escena de entretenimiento de la ciudad, que es la que los propios jóvenes van moviendo. La agenda se rige durísimo por coyunturas y por contextos. Eso sí es limitante, porque piensas: chale, solo si un festival lo trae, solo si un grupo viene a México es adecuado hablar de él, si no, es como un árbol que se cae en el bosque. Ese es el verdadero límite, estar en la jugada de lo que está de moda.