
Vamos a hablar de algo que todos sabemos, pero que a veces olvidamos: me refiero a los primeros 30 segundos que pasan cuando usted empieza su programa, su turno o su pódcast.
Ese medio minuto lo decide todo. Ahí el oyente resuelve si se queda con nosotros o si cambia de emisora o pódcast, abre Spotify o se pone a ver TikTok.
Y créame, cada día es más rápido: es probable que ni siquiera sean 30 segundos. En siete o diez segundos, el oyente ya tomó la decisión.
Hoy en día, la gente puede desconectarse de su emisora, de algo que ve en redes o en una plataforma muy rápido, ya que solo tiene que deslizar su dedo sobre la pantalla para cambiar de contenidos cuando algo no le gusta.
Eso hace que esos primeros 30 segundos (o menos) que menciono sean lo más importante.
Algunos sugieren que una persona normal aguanta hasta un minuto, pero la realidad es que, cada vez más, ya no hay tanto tiempo para llamar la atención. Si acaso, solo se tiene la mitad.
Y, siendo un poco más ácido en ese cálculo, la mayoría de la gente toma la decisión de quedarse o irse en unos siete a diez segundos.
Eso significa que esos primeros segundos deben ser como una bomba. Usted tiene que arrancar con algo fuerte, que despierte al oyente, que genere atención y curiosidad, que deje de hacer lo que está haciendo para escucharlo a usted.
Por eso tantos TikToks y Reels empiezan con el creador suplicando: «¡Espera, no te desplaces!» o el famoso “El consejo del final te va a dejar sorprendido”.
En un artículo que publiqué el año pasado, llamado “¿En cuánto tiempo decide un oyente si se queda escuchando su emisora?”, decía que una investigación de Microsoft determinó que la capacidad de atención promedio de los humanos se había reducido a 8 segundos, más corta que la de un Goldfish, esos lindos peces dorados que vemos en los acuarios y cuya memoria solo dura 9 segundos.
Eso quiere decir que, si al ver o escuchar algo no me engancha en los primeros 8 segundos, lo más probable es que pase a otra cosa. Es la tiranía a la que nos acostumbraron las redes sociales, donde pasamos y pasamos de un contenido a otro sin parar, a menos que algo nos llame la atención.
Por eso, no hay espacio para presentaciones largas ni frases de arranque tradicionales. Eso de “Hola, soy fulano y hoy vamos a hablar de…” no funciona. Eso no atrapa a nadie. Eso suena a teleprompter, a frase de relleno, no a radio.
- Arranque con algo que despierte curiosidad
El secreto está en despertar curiosidad desde el primer instante. Haga una pregunta que desconcierte, suelte un dato raro o una afirmación que obligue al oyente a pensar: “¿Cómo así?”.
Por ejemplo, si va a hablar de tecnología, no empiece con “Hoy vamos a hablar de ciberseguridad”, sino con algo como: “¿Sabía que su cafetera puede ser hackeada?”. En ese momento, el oyente levanta la ceja y quiere saber más.
- Prometa algo claro desde el inicio
El oyente se queda pegado a su emisora cuando siente que le conviene quedarse. Así de simple. Si usted promete que en los próximos segundos le va a enseñar algo útil, hacerlo reír o contarle una historia curiosa, ya tiene medio camino ganado.
Dígalo de frente: “En los próximos 30 segundos le voy a contar cómo reconocer si su pareja revisa su celular cuando usted duerme”. Esa frase engancha mucho más que “Vamos a hablar de confianza en las relaciones”.
Eso sí, si prometió que lo diría dentro de 30 segundos, hágalo. No lo haga esperar. No lo engañe. El oyente no es tonto.
- Pinte imágenes
Evite lo abstracto. El oyente necesita ver lo que usted dice. No diga que va a hablar del “estrés del trabajo”. Más bien, diga: “esa sensación cuando uno abre el correo y ve setenta mensajes sin leer y encuentra uno del jefe que dice ‘¿Podemos hablar?’”.
En ese instante, todos se sienten identificados.
- Cuide el ritmo y la energía
La energía del arranque marca el tono de todo el segmento. Si empieza demasiado despacio, el oyente se va. Si arranca como un loro con cafeína, también.
Hay que encontrar un ritmo natural, con pausas que respiren y con momentos donde la voz suba o baje según la emoción. No suene automático. No suene como Siri o Alexa: suene humano, vivo, presente, como si le estuviera contando la historia a un amigo.
- Cree la sensación de “¿De qué me perdí si no escuché?”
Cada historia que usted cuente tiene que tener algo que impacte, con lo que el oyente se sienta identificado, que piense que eso le podría pasar a él. Hable acerca del tiempo, el dinero, el amor, la vergüenza, lo que sea.
Seguramente le ha pasado que se va a bajar del carro para entrar a algún sitio, pero no puede hacerlo porque en el radio o en el pódcast están hablando de algo que usted no puede dejar de oír.
Si el oyente siente que hay algo importante o divertido que podría perderse si no lo escucha, se queda.
Es que el oyente, sin darse cuenta, hace su cálculo, valora su tiempo. Piensa: “¿Vale la pena seguir escuchando esto o mejor busco otra cosa?”.
- Corte lo que no sirva
Si una frase no engancha, no aclara ni entretiene, elimínela. No se encariñe con sus palabras. La gente no nos regala tiempo para escuchar relleno. Si una frase no suma, resta. Si no tiene nada importante que decir, no lo diga. Mejor ponga música.
- No se olvide del gancho final
El cierre también importa. No termine un bloque con punto final; termínelo con puntos suspensivos. Ese es el éxito de los comediantes: nos van envolviendo en su historia hasta que uno escucha el golpe final y hay que soltar la carcajada.
Deje al oyente con ganas de saber más. Despierte su curiosidad. Así como las series de televisión o de Netflix y demás plataformas siempre dejan algo inesperado al final de cada episodio que nos obliga a ver el que sigue, usted tiene que hacer algo similar en la radio o en su pódcast.
Algo como: “Y eso que todavía no le cuento lo peor…” o “Espere a oír lo que pasó después”. Eso hace que el oyente no se mueva del dial.
Conclusión
Los primeros 30 segundos representan el verdadero momento de la verdad. Si no atrapan, no hay segunda oportunidad.
Generalmente, si usted ve una película taquillera siempre encontrará algo al inicio que es lo que lo obliga a quedarse mirando: algo de acción, algo inesperado, alguna escena memorable.
Haga lo mismo. Olvídese de los saludos largos, del “buenos días a todos” o del “Hoy es miércoles, ombliguito de la semana…”. Eso está muy trillado. Eso no retiene a nadie. Eso es una pérdida de tiempo.
Empiece fuerte, despierte curiosidad, prometa algo, pinte imágenes y mantenga el ritmo. La atención hoy es oro puro. Quien la conquista en esos primeros segundos, gana. Quien no, se queda hablando solo.

Tito López hace radio desde 1975 y ha creado formatos radiofónicos exitosos en Colombia, Portugal, Chile, Panamá y Costa Rica.
Es coach de talentos, intérprete de investigaciones de audiencia, productor, blogger, libretista y conductor de programas de radio.
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