¿Por qué nos encanta trabajar en radio?

En la radio existe una 'magia' imposible de explicar, pero es compartida por todos quienes la hacemos...

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Y esa diversión que vivimos en la radio contagia al oyente.

Aún recuerdo esos primeros días cuando me sentaba frente a la consola, manejaba yo mismo los controles, colocaba los discos en las tornamesas y abría el micrófono para presentar las canciones que vendrían a continuación.

Mis épocas de disc-jockey de radio, manipulando los discos y manejando los controles.

Hoy, casi 50 años después de haber realizado mi primer programa de radio, todavía no he podido entender, y mucho menos describir, la magia que hay detrás de esa situación y por qué amamos hacer radio al aire.

Y es que el proceso en los años 70 y 80, aunque dispendioso, no era especialmente complicado: primero, escoger la canción que viene a continuación. Luego, buscar el disco que la contiene. Después, sacar el vinilo, limpiarlo con un trapo húmedo y ponerlo encima de la tornamesa.

De ahí en adelante venía la parte más especializada del trabajo y que solo quienes han trabajado en radio o han hecho de disc-jockeys conocen: poner la aguja en el lugar preciso donde arranca la canción.

Claro, muchos se preguntaban cómo hacíamos para que las canciones no arrancaran por la mitad…

Recordemos que los discos de vinilo tienen surcos que contienen la música, y cada canción empieza en un punto específico del surco. Allí es donde se debe colocar la aguja para que esté lista para arrancar cuando uno quiera.

Pero aquí viene lo bueno: la tornamesa tiene una cubierta de felpa, como una alfombrilla suave, que permite mover el disco hacia adelante o hacia atrás mientras la tornamesa sigue girando. Esto es clave para encontrar el punto exacto de inicio de la canción.

Con la aguja en el surco, hay que mover el disco hacia adelante, ‘patinando’ o ‘flotando’ sobre la cubierta de felpa, hasta que la aguja llega al punto exacto donde inicia la canción.

Es como un juego de precisión. Una vez conseguido, se hace un ajuste fino para asegurarse de que la aguja esté exactamente en el punto correcto. Se puede mover el disco muy lentamente hacia adelante o hacia atrás hasta escuchar el inicio de la canción claramente.

En ese momento se detiene la tornamesa, o simplemente se mantiene el disco frenado con la mano hasta el momento de lanzarlo.

Todo esto se hace mientras suena el otro disco que estaba al aire, gracias a un pequeño parlante de la consola -llamado ‘cue’– que permite escuchar internamente todo el proceso sin que el oyente lo note.

Finalmente, cuando llega el momento preciso, ya se puede soltar el disco para que la canción arranque en el sitio exacto.

De manera simultánea, y mientras se realizaba ese proceso, ya sea por el operador de la consola o, como en mi caso, por el disc-jockey (o locutor-control), ya me iba preparando para salir al aire y anunciar la canción.

Allí es cuando llegaba la verdadera adrenalina.

Uno estaba pendiente de cuánto faltaba para que terminara la canción, sostenía el otro disco, listo para soltarlo. Quizás había que aclarar la garganta y ya se tenía claro lo que se iba a decir al aire, cómo iba a presentar el tema que venía y qué información adicional iba a entregar.

Lo mejor de todo, y tal vez lo más extraño, es que uno estaba encerrado solo en la cabina, sentado frente a un micrófono, y hablándole a un oyente imaginario, a una persona que no conocía, que no sabía qué podría estar haciendo en ese momento, pero que seguramente iba a disfrutar del tema que venía a continuación y de la información que yo le entregaría.

Y solo hasta el momento en el que uno abre el micrófono es cuando hay una mayor consciencia de lo que se quiere decir, y como uno está preparado, no duda en decirlo.

Así era antes. Así es ahora.

Solo la tecnología ha cambiado. Ya no son los vinilos, son los computadores, los softwares de emisión, los archivos digitales de audio. Pero el proceso es prácticamente el mismo.

Y la adrenalina sigue ahí. Y quienes trabajamos en radio la sentimos.

Si usted nunca ha estado en antena, no sabe lo que es esto. Hablar sobre el outro de la canción que termina, entregar su conversación al aire, soltar la siguiente canción y hablar sobre el intro o parte instrumental del inicio antes de que empiece a sonar la voz del cantante… ¡y que salga perfecto!

Eso no tiene comparación con nada en el mundo.

Esa sensación es la razón por la que invertimos tiempo en prepararnos para un programa, pensando en lo que va a atraer o enganchar a la audiencia en cualquier momento del día.

Y puedo asegurarle que yo no soy el único que vibra con esa sensación. También puedo asegurarle que muchos de quienes trabajamos en radio lo hacemos más por vivir esos momentos que por el dinero.

De hecho, muchos de quienes trabajamos en radio comenzamos sin recibir ni un peso. Lo hacíamos gratis. Pregunte y verá.

Puntos en común

Cualquiera que haya presentado canciones al aire en una emisora comparte muchas cosas con sus colegas. Probablemente nadie se las enseñó o las conoció sobre la marcha.

Bueno, también es posible que haya tenido un buen maestro a su lado que le haya enseñado todos los trucos y técnicas para lograr un turno perfecto al aire, y la satisfacción que eso conlleva.

Lo cierto es que, ya sea de manera empírica o con un profesor, los presentadores de canciones en radio compartimos muchas cosas en común, y así las ha definido el gran consultor de radio estadounidense Mike McVay en un artículo del portal RadioInk.

A continuación, presento lo que él llama “Los 10 puntos en común de los mejores talentos en antena”:

  1. McVay dice: «Nunca he conocido a un talento exitoso que no fuera inteligente».
  2. Los disc-jockeys de radio escuchan una fiesta en su cabeza a la que nadie más ha sido invitado. No en la realidad, pero piensan como un artista.
  3. Hay un proceso constante de evaluación en su cabeza sobre qué puede interesar a la audiencia y qué no. Los mejores talentos se preparan constantemente para sus programas. Observan atentamente y absorben lo que ven a su alrededor, lo que leen, ven y escuchan. Buscan las tendencias. Comprenden los intereses de su audiencia. Se preparan de forma organizada.
  4. Son motivados y competitivos. No se trata solo de hacer un gran programa. Se trata de hacerlo mejor que nadie en su mercado. Este impulso a veces se interpreta incorrectamente y se atribuye a un talento como alguien difícil. Ese es un diagnóstico erróneo.
  5. Los mejores talentos se esfuerzan por estar en todas partes y ser vistos en todas partes. Puede que sean introvertidos fuera del aire, pero cuando tienen la oportunidad de ser el centro de atención, aparecen y actúan.
  6. Son incansables. No hay cronómetros. Su actitud es «cueste lo que cueste».
  7. Los mejores talentos siempre se esfuerzan por rendir al máximo. Mejorando. Evolucionando. Curiosos. Se convierten en un proyecto.
  8. Saben quiénes son y qué les funciona.
  9. Lo bueno nunca es suficiente. Las personalidades del aire son especiales. Son personas sentadas en una cabina, a menudo solas, hablando por un micrófono, convencidas de que la gente las escucha. Lo que hacen no es fácil para el común de la gente, pero a menudo lo es para ellas. Porque se esforzaron para que pareciera fácil. Porque tienen talento. Porque se preocupan. Porque están comprometidas con dar lo mejor de sí.
  10. Las grandes personalidades no son productos que crecen en los árboles. Son excepcionales. Merecen respeto.

Conclusión

McVay nos da esa lista de características comunes de los talentos de radio estadounidenses basado en su experiencia personal en ese país, pero yo creo que queda claro que esas características no son exclusivas de ellos.

Son universales. Es fácil identificarse con ellas, ya sea que uno trabaje en una emisora en Nueva York, Bogotá o Fredonia.

Como vemos, hay muchas razones para disfrutar de nuestro trabajo, pero la emoción, la sensación, la pasión que un buen turno al aire genera sigue siendo imposible de describir…

ACERCA DEL AUTOR
Tito López hace radio desde 1975 y ha creado formatos radiofónicos exitosos en Colombia, Portugal, Chile, Panamá y Costa Rica.
Es coach de talentos, intérprete de investigaciones de audiencia, productor, blogger, libretista y conductor de programas de radio.
Lo puede seguir en Facebook como Oscar.Tito.Lopez y en Twitter como oscartitolopez.
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