¿Qué enseñanzas nos deja «Pedro Navaja» a quienes hacemos radio y pódcast?

Aprenda en este artículo unas bases sólidas a la hora de querer construir y contar una historia que enganche a su audiencia.

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La historia que nos cuenta Rubén Blades es un magnífico ejemplo de narración.

En radio, la gente prefiere escuchar a los locutores que a la música.

Eso fue lo que nos mostró una reciente investigación realizada en Estados Unidos entre usuarios habituales de radio y que compartí en mi artículo “¿Qué está pasando con la radio?”, que usted puede leer dando clic aquí.

Y esto cobra más sentido cada día. Hoy es muy fácil encontrar música en todas partes. Además de las emisoras, las plataformas de streaming se han convertido en una fuente inagotable de canciones.

Y aunque los pódcasts siguen creciendo, por el momento la gran mayoría de personas prefieren escuchar noticias, opiniones, historias y anécdotas en la radio.

Por esa razón, cada día se hace más importante que los talentos que por cualquier motivo hablan por una emisora deban reforzar su manera de contar historias, de aprender a enganchar a la audiencia con sus palabras, reforzando al máximo el tradicional concepto de que “la radio es el teatro de la mente”.

Pero eso no se consigue de la noche a la mañana.

Estuve leyendo un artículo del consultor de radio estadounidense Mike McVay en RadioInk en el que nos habla de cómo mejorar nuestra forma de contar historias en radio y he querido compartir sus consejos acá.

Mike McVay es el presidente de McVay Media y puede ser contactado a través de su correo mikemcvay@mcvaymedia.com.

Él nos dice que los mejores talentos son grandes narradores de historias. Usan las palabras como pinceles para crear una imagen única y diferente en la mente de cada oyente. Saben cómo usar palabras descriptivas que sean identificables e imaginables.

Estos narradores saben cuándo hacer una pausa, enfatizar una palabra y cuáles palabras necesitan un énfasis en particular. Pueden contar historias de manera eficiente yendo al grano sin acortar la historia innecesariamente.

¿Cómo hacen algunos talentos de radio para enganchar a su audiencia todos los días? ¿Cómo hacen para que usted no se quiera perder ni uno solo de sus pódcast? ¿Por qué usted los sigue en YouTube, TikTok o en sus blogs y redes sociales?

Todo parte de la forma como usted sepa contar una historia.

Ellos usan palabras descriptivas, tienen un ritmo contagioso cuando cuentan sus historias y logran que uno entienda, a través de esas historias, lo que nos querían comunicar, el fondo del asunto.

En pocas palabras, hablar en la radio, contar una historia, es mucho más que leer un libreto o un artículo que apareció en alguna página de internet.

Cómo contar una buena historia en una canción

En el mundo de la música latina hay muchos cantautores y compositores que nos enganchan con las letras de sus canciones. Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Ricardo Arjona y Jorge Drexler son algunos de ellos, pero no podemos dejar por fuera a un grande de la salsa…

Rubén Blades es uno de los mejores narradores de todos los tiempos. Sus canciones son historias que, si no estuvieran acompañadas de música, podrían ser consideradas un cuento, una narración.

Tomemos como ejemplo su éxito “Pedro Navaja”.

“Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar con el tumbao que tienen los guapos al caminar…”

Al escuchar esa frase ya uno puede imaginarse una calle estrecha, poco iluminada, probablemente en mal estado, y un personaje oscuro de caminar sólido, despreocupado, con un andar que refleja seguridad, casi arrogancia.

La esquina parece casi una sombra; un espacio conocido para aquellos que dominan el barrio. Hay paredes deslucidas y graffiti, huellas de otras historias, y se escucha el eco de pasos que resuenan en un ambiente denso, cargado de misterio.

Nos invade una mezcla de inquietud y curiosidad, como si uno estuviera observando algo que no debería ver.

“Y Pedro Navaja cayó en la acera mientras veía a la mujer que, revólver en mano y de muerte herida, a él le decía: ‘Yo que pensaba: hoy no es mi día, estoy salá’, pero, Pedro Navaja, tú estás peor: tú estás en na’”

En este caso, la escena es tan vívida que casi puede ser vista como una secuencia de cine en blanco y negro, donde el suspenso y la crudeza de la vida en la calle se pueden sentir en la piel.

En el momento en que Pedro ataca a su víctima, que yace en el suelo, el oyente quizás visualice una lucha intensa, rápida y brutal. El enfrentamiento es tan breve como trágico, y el oyente podría imaginar la sorpresa en los rostros de ambos al recibir las heridas fatales.

La escena final, donde ambos caen al suelo heridos, se ve impregnada de ironía y fatalidad. La mujer, tendida y agonizante, con un toque de humor negro y resignación, le habla a Pedro en sus últimos momentos.

Sus palabras están llenas de una tristeza irónica: ella pensaba que era su mala suerte la que había llevado a ese momento, pero reconoce, con una última y amarga sonrisa, que a Pedro le fue peor.

¿Y qué nos queda de esta historia? ¿Qué nos quiso decir Rubén Blades con su letra? Bueno, de hecho, él lo dice claramente:

“Y tropezando se fue cantando desafinao el coro que aquí les traje y que da el mensaje de mi canción: ‘La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida’ ¡ay, Dios!”

Pedro Navaja, un delincuente que parece tener todo bajo control y vive sin remordimientos, se encuentra de pronto con la sorpresa de ser atacado por su propia víctima, una prostituta que, aunque parece vulnerable, termina defendiendo su vida con un cuchillo y lo hiere fatalmente.

En el giro final, ninguno de los dos personajes sobrevive al enfrentamiento, y un borracho que pasaba por allí recoge sus pertenencias, resaltando cómo la vida sigue y siempre habrá alguien más dispuesto a aprovechar las oportunidades.

Blades nos habla de las ironías y lo inesperado de la vida. Esa frase de «la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida» subraya cómo, en la existencia cotidiana, muchas veces creemos tener el control o que podemos anticipar lo que sucederá, pero la vida nos lleva por caminos inesperados y, a veces, contradictorios.

La fuerza de las historias

Bueno, según McVay, las historias, cuando se cuentan de forma poderosa y descriptiva, son más cautivadoras, memorables y fáciles de compartir con los demás a medida que usted las repite.

Las mejores historias son las que la gente puede visualizar. Si usted puede visualizar una historia, seguramente le quedará más fácil contarla.

Y los consejos y recomendaciones que vienen a continuación aplican tanto para un turno normal en una emisora musical como para su participación en algún programa y, sobre todo, para la creación de un pódcast.

Si lo que usted hace es leer un libreto o guion, empiece por comprender lo que está escrito allí. Lea las palabras y piense en ellas antes de abrir el micrófono. Piense en la historia y en lo que significa y luego cuéntela.

Si no está trabajando con un guion, sino que simplemente está contando una historia que se le ocurrió, antes de abrir el micrófono sepa cómo la va a comenzar y, especialmente, cómo la va a terminar.

La gente se comunica a través de historias. Afortunadamente, contar historias es algo que casi todos hacemos de manera natural, comenzando a una edad muy temprana. Pero hay una diferencia entre contar una buena historia y contar una gran historia. No se trata de la cantidad de palabras. Se trata de la forma de decirlas y la elección de las palabras utilizadas. Es el ritmo. Es el énfasis utilizado.

A veces, contar la historia rápidamente y sin adornos la convierte en una mejor historia. No es necesario adornarla con palabras rebuscadas ni hacer descripciones demasiado elaboradas. Si bien la gente quiere escuchar historias, también desea que sean cortas, resumidas y al punto.

Hay una ciencia detrás de cómo escuchamos las historias. El lado izquierdo del cerebro nos ayuda a pensar de manera lógica. El lado derecho del cerebro nos ayuda a rememorar recuerdos y experimentar emociones.

Ambos lados están conectados entre sí por el neocórtex. Cuando contamos historias, ambos lados del cerebro se estimulan y trabajan juntos. Vemos el panorama completo. Nos conectamos con la persona que cuenta las historias.

Contar historias es la clave de la comunicación en los medios sin importar el medio o la plataforma. Puede ser al aire en su emisora, en un pódcast, durante un noticiero, una transmisión deportiva o un video de YouTube o TikTok.

Cuando cuente una historia sea eficiente. Imagínese lo que pasa cuando usted se encuentra con alguien en un pasillo de su emisora y le quiere contar algo que le sucedió. Probablemente usted se acerca al otro, le cuenta la historia, espera su reacción, profundiza un poco más y luego se despide cuando termina. No se queda conversando ahí el resto del día…

Un consejo muy importante: “nunca mencione nada si no va a hablar de ello más adelante en su historia”. Las palabras desperdiciadas pueden llevar a lo que se conoce como un “falso presagio”, es decir, pone al oyente a pensar y recordar un dato que, al final, no tiene nada que ver con la historia.

Cuando uno se pone a pensar en la forma en que la gente del común cuenta una historia notará que siempre empiezan con algo que nos llama la atención, una descripción corta del tema, que es lo que al final nos llama la atención y queremos escuchar la historia completa.

Adapte su tono y su ritmo a la emoción que quiere despertar en el público. El tono y el ritmo con el que uno cuenta una historia son importantes para la forma en que la audiencia la vaya a escuchar. Uno debe hablar más rápido para generar emoción, más lento para enfatizar la tensión. Haga pausas para llamar la atención.

Si yo cuento una historia, lo que quiero en el fondo es que la otra persona se ponga en mis zapatos y entienda y sienta lo mismo que yo viví, y eso es lo que debemos generar en el oyente para que sienta lo mismo.

Pero antes de contarlas hay que pensar en varias cosas:

  • ¿Qué emoción quiere despertar en el oyente cuando escuche su historia?
  • ¿Por qué usted debería contar esta historia en particular?
  • ¿Qué es lo que lo mueve, de qué se alimenta esa historia?
  • ¿Qué propósito mayor tiene la historia?
  • ¿Qué lección enseña?
  • ¿Cómo quiere que se sienta el oyente?

Tenga en cuenta que las grandes historias tienen un personaje al que uno puede aplaudir, odiar, admirar o desagradar. Esos personajes que usted usa para contar la historia deben crear una emoción.

De la misma forma, además de la historia en sí, es clave que usted aprenda a usar diferentes inflexiones en su voz para describir mejor la situación y generar emociones.

Esto lo saben hacer muy bien los niños. Cuando piden algo, lo hacen de forma repetitiva y dramática. Supongo que alguna vez ha oído a su hijo o sobrino pedirle que salga a jugar con él: “vamos, tío, salgamos ya…, no te quedes ahí, ¡quiero que vengas ya mismo!”.

Se lo imaginó, ¿cierto? ¿Escuchó esa frase en su mente?

Ahora, las mejores historias apelan a nuestras emociones más profundas: ira, disgusto, miedo, felicidad, tristeza y sorpresa. Las grandes historias son sorprendentes e inesperadas.

Lo que hace que una historia sea convincente es cuando nuestras percepciones de nuestra realidad se ven desafiadas y nos vemos obligados a cuestionarnos a nosotros mismos y a nuestra perspectiva.

Las grandes historias son simples y centradas. Reconocemos una buena historia cuando la escuchamos. Tienen la cantidad justa de información, no son exageradas en la descripción y son eficientes.

Conclusión

Todo lo anterior no quiere decir que usted tenga que elaborar de manera detallada cada frase que vaya a pronunciar durante su turno al aire, cuando vaya a presentar una canción o a sacar al aire una llamada de un oyente.

Claro, siempre será mejor entender qué es lo que quiere decir, por dónde va a empezar y cómo va a terminar su intervención, para no quedarse dando vueltas al final, que es lo que lleva a frases de cajón y muletillas (“Así es que, bueno, ya saben, pues nada…”)

Pero estos consejos sí son claves cuando usted participa en un programa en el que hay conversación, ya sea con otros compañeros de mesa o con sus oyentes.

Recuerde: los mejores narradores saben cómo contar una historia. Son aquellos cuyos programas de radio resuenan con una audiencia. Son aquellos cuyos podcasts tienen un crecimiento continuo en suscriptores y seguidores.

En pocas palabras: haga que el oyente le diga: “No me lea una historia. ¡Cuénteme una historia!”.

ACERCA DEL AUTOR
Tito López hace radio desde 1975 y ha creado formatos radiofónicos exitosos en Colombia, Portugal, España, Estados Unidos, Chile, Panamá y Costa Rica.
Es coach de talentos, intérprete de investigaciones de audiencia, productor, blogger, libretista y conductor de programas de radio.
Lo puede seguir en Facebook como Oscar.Tito.Lopez y en Twitter como oscartitolopez.
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