10 lecciones de radio que nos dejó Hernán Peláez

La crisis enérgetica en Colombia, generada por el fenómeno de El Niño en 1992, estableció a Hernán Peláez como el más importante hombre de radio del país como director de 'La Luciérnaga'. Aquí comparto las enseñanzas que me dejó a su paso.

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Hernán Peláez, comentarista deportivo colombiano, quien dirigió el programa 'La Luciérnaga' de Caracol por más de 20 años. (Foto: Vanguardia.com)

Esta es una fecha que, por estar en medio de las fiestas de fin de año, puede pasar inadvertida. Pero he querido recordarla por ser de gran importancia para la radio de mi país.

Hace 9 años, el 23 de diciembre de 2014, y luego de 21 años en su dirección, el periodista deportivo Hernán Peláez abandonó el programa ‘La Luciérnaga’ de Caracol, un espacio que cambió la forma de escuchar radio hablada en Colombia.

Hacia las 6:40 p.m. de ese jueves, Peláez inició la lectura de un discurso de despedida en el que agradeció a los periodistas, colaboradores, técnicos y operadores, que lo acompañaron durante dos décadas en ese programa que mezcla opinión, política, música y humor.

«Como hombre de fútbol, siempre creo en el sentido de equipo. Y eso lo conseguí con el tiempo en ‘La Luciérnaga’. El equipo tenía una meta clara: conseguir la sintonía inmensa que los propios oyentes fueron construyendo en toda la geografía colombiana«, dijo al aire en su despedida.

“Equipo”. Esa es la palabra que marca la gran diferencia. Y de eso hablaré más abajo. Pero antes, un poco de historia.

¿Qué es ‘La Luciérnaga’?

El nacimiento de este programa de radio que transmite la cadena Caracol de Colombia se remonta al mismo día en que se inició un gran apagón nacional ocasionado por el fenómeno de El Niño.

Colombia, un país en el que el 70% de su energía es generada por las grandes hidroeléctricas, vivió una sequía sin precedentes, lo que obligó al gobierno del presidente César Gaviria a realizar un racionamiento eléctrico de hasta 9 horas al día (en la isla de San Andrés llegó a ser de 18 horas diarias).

El racionamiento comenzó el lunes 2 de marzo de 1992 y duró 11 meses, hasta el 7 de febrero de 1993.

El plan inicial era que, a partir de ese 2 de marzo, y según palabras del presidente, la energía se cortaría durante “dos horitas por tres mesecitos” y solo para sectores residenciales.

Tres días después, el gobierno anunciaba que el asunto era más grave y que aquel “inconveniente” podría durar un año. El 14 de marzo la restricción ya se había extendido a las zonas industriales.

Y, como dato curioso, y buscando un mayor ahorro de energía, los relojes se adelantaron una hora el 1 de mayo de ese 1992, medida que duró hasta el 7 de febrero de 1993.

La gente de nuestro país tropical, que no estaba acostumbrada a esta medida tan común en países con estaciones meteorológicas, no pudo adaptarse a este cambio, y cuando se hacía una cita era común escuchar a muchas personas preguntar si la reunión se realizaría en la hora ‘normal’ o en la ‘hora Gaviria’.

El caso es que, para no frenar la industria y el comercio, este apagón se realizaba en todo el país en horas de la noche, así que la gente tenía pocas opciones de entretenimiento en casa.

Recordemos que por esa época no existía internet y obviamente no había forma de ver televisión. Esta fue una gran oportunidad para la radio, y quienes mejor la supieron aprovechar fueron los señores de Caracol.

Y fue el presidente de esa cadena de radio, Ricardo Alarcón, quien vislumbró la necesidad de ofrecer una respuesta a este acontecimiento inesperado, respuesta que cambiaría la forma de hacer radio hablada en Colombia.

Alarcón reunió al equipo directivo y creativo de la empresa para hacer una lluvia de ideas. Para comenzar, les dijo a todos que una señora le había pedido en una fiesta que, ante el racionamiento que venía, ojalá no les diera por transmitir fútbol y más fútbol.

Hernán Peláez, Darío Arizmendi, Enrique París y Marco Aurelio Álvarez, al lado de otros creativos, comenzaron a idear el programa. Al final, Peláez fue nombrado director del espacio.

¿Y el nombre? Uno de los participantes en esa reunión de emergencia fue Eduardo Alexiades, un reconocido publicista, quien propuso el nombre de ‘La Luciérnaga’ inspirado en un coleóptero que tiene unos órganos lumínicos especiales situados bajo el abdomen y que usan para encontrar parejas.

Una excelente analogía, ya que este programa se convertiría en una luz que iluminaría con sus contenidos las oscuras noches del apagón.

La primera emisión de La Luciérnaga dio consejos de cómo regresar a casa en medio del caos del apagón que dejaba sin semáforos las ciudades, cómo preparar alimentos en la emergencia, algunas noticias, música, datos de geografía, de historia, poesía, uno que otro chiste y otros temas variados.

En pocas palabras, un Morning Show, pero en horas de la tarde y noche.

10 lecciones

Mi admiración por “el doctor Peláez”, como lo llaman sus colegas, colaboradores y el público en general, viene de tiempo atrás. Su forma de hacer radio, su amena conversación, su impresionante memoria, su lenguaje sencillo y fácil de comprender y su humor sarcástico son algunas de sus grandes características.

Pero, especialmente, su liderazgo, el manejo de los tiempos en el programa, su forma de fijar los roles dentro del programa y reconocer el talento de sus compañeros lo han hecho único.

Solo había una cosa que no me gustaba de Peláez, particularmente hace unos 30 años cuando hacía campaña para que no hicieran conciertos en los estadios.

Estando yo en Radioactiva, siendo su compañero de trabajo (ambos estábamos en Caracol), lo critiqué por eso, aunque con toda seguridad, él ni se dio cuenta. Nosotros éramos simplemente unos jóvenes que nos divertíamos al aire con comentarios intrascendentes en una emisora musical, mientras él estaba en otro nivel.

Pero al margen de esa tontería solo tengo palabras de respeto hacia él, aclarando que nos veíamos en la empresa, ocasionalmente cruzábamos un saludo, pero no puedo decir que fuéramos amigos, aunque me hubiera sentido honrado de serlo.

En la actualidad, Peláez continúa al aire al mediodía en W Radio junto a Martín de Francisco, pero fue durante su paso por ‘La Luciérnaga’ cuando nos dejó grandes lecciones a quienes trabajamos en radio.

A continuación, y sin un orden de importancia en particular, les comparto algunas de sus enseñanzas:

  1. Trabajo en equipo: Nunca tuvo afán de protagonismo, aunque tenía muy claro que él era el jefe y que todos debían marchar a su ritmo. Dejó que cada talento brillara con su propia luz, sabiendo que al final era él quien se llevaba los créditos.
  2. Buen entrenador: Reconoció los talentos de cada personaje y sacó lo mejor de ellos. Les abrió las puertas a talentos que probablemente nunca hubieran pensado estar en radio y menos en el programa más querido de la radio en Colombia.
  3. Definición de roles: Tenía los personajes perfectos para cada momento. Cada uno sabía lo que tenía que hacer y no se metía en los papeles del otro.
  4. Saber escuchar: Aunque tenía un plan establecido, no tenía problemas en salirse del libreto cuando encontraba algún apunte que valiera la pena.
  5. Contar historias: Una forma encantadora de hipnotizar al público con sus historias y anécdotas.
  6. Ser auténtico: Nunca posó de nada. Siempre fue él mismo. No quiso ser alguien más. No imitó a nadie.
  7. Medir los tiempos y llevar el ritmo: Tenía claro que el tiempo de la gente es importante, y que en radio no se ‘rellena’. Sabía cuándo cortar a alguien de manera amable para que el programa continuara sin sobresaltos. Además, manejaba los temas de tal manera que no había forma de aburrirse.
  8. Preparación: Aunque daba espacio a la improvisación, su programa estaba fríamente calculado, con los tiempos marcados, con las secciones en su sitio. Cada quién tenía listo su material cuando le tocaba.
  9. Ser independiente: No tuvo que ‘lamberle’ a nadie. No se dejó joder de nadie. Sabía exactamente lo que quería y así lo hacía, a pesar de las presiones de las directivas, del área comercial, probablemente de algunos de sus mismos compañeros, así como de sus oyentes.
  10. Pasión: Que se reflejó hasta el último minuto de la última frase de su despedida. Pasión que contagiaba a sus compañeros, a su empresa y a sus oyentes. Pasión por hacer las cosas bien, por divertir, por informar, por entretener, por la perfección.

Conclusión

Hoy en día, no solo las emisoras de radio hablada sino también las musicales tienen algún programa que acompaña el regreso a casa de una manera amable, divertida y que brinda un excelente acompañamiento.

Se trata de un formato muy exitoso, muy colombiano, pero que puede ser aplicado en cualquier lugar del mundo, incluso sin necesidad de que ocurra un apagón.

Al fin y al cabo, esa hora del regreso, especialmente en las grandes ciudades, se convierte en un martirio causado por las grandes congestiones de tránsito que ocurren diariamente, y un programa de estos es el antídoto perfecto.

Mil gracias, Hernán Peláez, por todo los que nos ha dado gratuitamente. Ojalá seamos capaces de emularlo por el bien de nuestras empresas, por el bien de los oyentes y por el bien de la radio.

ACERCA DEL AUTOR
Tito López hace radio desde 1975 y ha creado formatos radiofónicos exitosos en Colombia, Portugal, Chile, Panamá y Costa Rica.
Es coach de talentos, intérprete de investigaciones de audiencia, productor, blogger, libretista y conductor de programas de radio.
Lo puede seguir en Facebook como Oscar.Tito.Lopez y en Twitter como oscartitolopez
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