En agosto de 1975 hice mi primer programa de radio. Nunca estudié para ello. Nunca había visitado una emisora. No tenía ni el más mínimo conocimiento de cómo se debía realizar.
Habiendo construido una emisora de radio experimental en AM, con planos sacados de un libro de Mecánica Popular, solo me movía el afán de tener al aire algunos contenidos para transmitir, ya que, además, solo contaba con una tornamesa, así que no podía ‘pegar’ un disco después de otro.
Armado con un equipo portátil del tipo ‘todo en uno’, y que contenía un tocadiscos, una grabadora de casetes y un radio, me las ingenié para grabar las canciones, pegar la locución e, incluso, crear algunos ‘separadores’, mediante un complicado sistema inventado por mí.
Hoy, casi 50 años después, jubilado, y luego de haber pasado por casi todos los oficios de la radio, desde locutor hasta gerente general y consultor, me divierto produciendo un programa de radio de media hora llamado ‘Rockstorias’, que cuenta las historias detrás de las canciones y se transmite por la emisora cultural Cámara FM 95.9 de Medellín los fines de semana.
Y este programa lo hago de la misma forma como lo hacía en mis inicios, de forma totalmente artesanal, aunque con algunas diferencias.
Primero, ya no improviso lo que hablo al aire. Por el contrario, escribo un libreto para cada programa. Y, segundo, ya no uso discos ni grabadoras. Todo lo hago con herramientas digitales. Como sea, el proceso sigue siendo muy parecido, y en mi artículo voy a describir, paso a paso, cómo es su producción.
El tema
Y antes de comenzar a contarles todo el proceso de cómo elaboro mi programa, aclaro que estas instrucciones también aplican para la realización de un pódcast. Como se darán cuenta, este programa también podría ser uno.
Cada programa de ‘Rockstorias’ tiene un tema en particular. Algunos ejemplos: “Cantantes que cambiaron de oficio”, “Muertes extrañas en el rock”, “Mensajes subliminales en las canciones”, “Canciones que no dicen lo que usted creía”, “Canciones que arruinaron las carreras de sus intérpretes”, etcétera.
Aunque parece fácil, los temas específicos se van volviendo un poco más complicados con el tiempo, especialmente cuando me acerco a mi programa número 100. Hay que recurrir a la imaginación, también a la memoria, a temas que sugieren los amigos y, en última instancia, buscar en internet.
Para mi ejemplo de hoy, al escuchar una playlist de mi Spotify estuve recordando cantantes como Rod Stewart y Steven Tyler que tienen voces muy particulares, y quise saber si eran naturales o si se habían visto afectadas por algún problema de salud.
Al investigar nació la idea de hacer un programa dedicado a “Cantantes que han sufrido problemas de voz”, y contar qué pasó realmente en el programa que saldrá al aire este fin de semana (22 y 23 de abril de 2023).
Al final del artículo encontrará los enlaces para escucharlo.
La investigación
Yo no soy experto en salud, y el programa no está especializado en ese tema, así que, en lugar de buscar la asesoría de un experto, lo cual me hubiera costado mucho trabajo, además de la dificultad de encontrar uno que conociera de los problemas de voz de los cantantes escogidos, recurrí a diferentes fuentes de internet.
Allí encontré mucho material, aunque tenía que comparar los datos, verificar que fueran ciertos y luego fusionar toda la información para crear el libreto.
El libreto
A mí me encanta escribir. Por eso presento mis artículos en radioNOTAS dos veces a la semana. Por eso no me molesta redactar los libretos. Además, tengo un gran compromiso con la audiencia y, en particular, con quienes leen mis publicaciones.
Sí, porque doy muchos consejos de cómo hacer un buen programa, cómo preparar el material, cómo usar los equipos, cómo evitar muletillas, gagueadas y frases de cajón cuando se hace una improvisación, y no quedaría bien que yo, que hago esas recomendaciones, cayera en ese tipo de errores.
Usando las fuentes encontradas en internet, y mezclando mis conocimientos de la música y los artistas que voy a presentar, comienzo a redactar el libreto, procurando usar un lenguaje claro, sencillo y coloquial, fácil de entender y escrito de tal forma que, al leerlo, suene como si yo estuviera en una conversación con un amigo.
Pero tal vez lo más crítico es el manejo del tiempo. El programa, que debe durar exactamente 25 minutos, está concebido para presentar 5 canciones, cada una con su historia. Por eso los textos deben ser cortos, condensados, ricos en información, pero directos al grano.
Ahora, en el momento de escribir, procuro buscar datos anecdóticos, sorprendentes y, preferiblemente desconocidos. La idea es que el oyente se entretenga con la información, aprenda algo nuevo y quede tentado a escuchar la canción que presento y las historias que vienen más adelante en el programa.
Las historias deben cautivar, deben enganchar al oyente.
Y al momento de redactar, también trato de acomodar, en tan corto tiempo, algunos datos adicionales que ayuden a crear contexto acerca del artista o de la canción.
Por ejemplo, después de describir la cirugía que sufrió Elton John y que afectó su voz, y de oír una de las canciones que interpretaba antes de la operación, aprovecho para dar un par de datos acerca del tema que sonó.
Por eso, en el libreto digo: “Así era la voz de Elton John en los inicios de su carrera. Esa canción, tema principal de la película ‘Friends’, fue el tercer éxito de su carrera, lanzado en marzo de 1971”.
O sea, además de describir su procedimiento quirúrgico, le informo o le recuerdo al oyente que la canción estuvo incluida en la banda sonora de una película y que fue uno de los primeros éxitos del cantante, todo en muy pocas palabras.
La música
Lo primero que hago es buscar canciones conocidas, fáciles de escuchar, que puedan gustar a oyentes que, incluso, no gustan de este género musical. Afortunadamente cuento con una amplia biblioteca de música que he venido alimentando a lo largo de los años.
Por otro lado, y aunque la mayoría de los artistas que presento en mis ‘Rockstorias’ son muy conocidos y han tenido numerosos éxitos en sus largas carreras, he tratado de que cada canción tenga algo que ver o represente claramente lo que narra el texto.
En el caso de este programa, incluí una canción de Rod Stewart en el que se escuche su voz ronca característica. Una de Aerosmith que describe el desgaste al que se ve enfrentada su voz cada vez que la interpreta. Una de Elton que muestra su voz clara y de tonos mucho más sutiles que la que tiene actualmente.
Pero hay otra cosa clave que tengo que tener en cuenta: la duración de las canciones.
El programa debe durar exactamente 25 minutos, ya que la emisora está totalmente automatizada. Al llegar al minuto 25, el software de emisión corta el programa, sin importar lo que esté sonando. Afortunadamente hace un fade-out, pero no me gusta que la última canción quede partida por la mitad.
Por esa razón debo hacer este ejercicio: una canción dura, en promedio, 4 minutos, o sea que puedo tocar 5 canciones, de forma que me queden 5 minutos para los textos, la presentación, la despedida y los separadores.
Como se ve, es un tiempo muy ajustado.
Por eso, muchas veces, trato de encontrar canciones que no duren más de 4 minutos y, muchas veces, selecciono las más cortas del artista y que estén relacionadas con el tema.
Pero les cuento un secreto: también, en varias ocasiones, he tenido que editar las canciones para que parezca que suenan completas. De esta forma, una canción que dura 5 o 6 minutos termina editada en 3 y medio o 4 minutos.
La grabación
Cuando ya me he asegurado de tener los textos redactados y corregidos, y haber conseguido todas las canciones necesarias, procedo a grabar la voz.
Mis equipos no son muy sofisticados. Tengo un micrófono Yeti Blue, unos audífonos JBL Tune 500 y uso el software de grabación gratuito Audacity, todo esto en una habitación normal, sin aislamiento acústico.
Durante la grabación es posible que tenga que repetir algunas frases que no quedaron bien pronunciadas. Eso lo hago, generalmente, en el mismo instante en que las digo, aunque en contadas ocasiones lo he hecho después, cuando estoy editando y montando el programa y me doy cuenta de que algo no quedó bien.
Cuando leo una frase o una declaración de algún artista, procuro cambiar un poco el tono de mi voz para lograr una diferenciación, pero, además, aplico un efecto ‘telefónico’ para que esas declaraciones suenen con una textura diferente.
La edición y el montaje
Ahora toca armar el rompecabezas. Es el momento de crear la magia.
Lo primero que hago es montar la voz en un canal. Generalmente es un archivo de audio que puede tener una duración de unos 10 minutos, incluyendo los espacios en silencio, las equivocaciones y las repeticiones.
A esa grabación, y con el fin de mejorar un poco la calidad, le hago un par de retoques.
Primero, uso el plugin de ‘Reducción de ruido’ (Noise Reduction). Su manejo es muy sencillo. Al momento de comenzar a grabar, dejo el micrófono abierto durante unos 10 segundos captando el sonido ambiente, lo señalo con el ratón, el software lo captura y luego lo aplica a toda la grabación.
De esta forma se eliminan sonidos como la gente o los carros que pasan afuera de mi casa, la lluvia, el viento, los pajaritos y algunos sonidos del interior, entre ellos el del mismo computador, los clics del mouse o cualquier otro sonido molesto.
Segundo, y para darle realce a mi voz, uso el plugin ‘Limitador’. Para ello primero ‘normalizo’ el sonido. Luego le paso el limitador. Una vez más lo normalizo y lo vuelvo a limitar. Finalmente lo normalizo una vez más. De esta forma, mi voz queda con más cuerpo, cuidando que no quede distorsionada.
Una vez retocado el sonido de mi voz, procedo a cortar la grabación en varios pedazos, cada uno con la presentación de cada canción, y reparto los segmentos a lo largo del programa. Teniendo en cuenta que son 5 canciones, y que el programa dura 25 minutos, voy pegando los segmentos en los minutos 1 (luego de la presentación), 8, 12, 16 y 20 aproximadamente.
Más adelante, y luego de editar y corregir esos textos grabados, procederé a pegar las canciones y los separadores en otros canales.
Antes de eso, aprovecho para cortar algunos silencios entre palabras, aunque no abuso de ello. Me gusta que mi conversación suene natural, con mis pausas y respiraciones normales. También borro los furcios y errores y los reemplazo por las regrabaciones correctivas.
Algunas veces, cuando veo que el texto ha quedado demasiado largo, miro con atención dónde puedo cortar una frase o un párrafo entero sin perjudicar el contenido. El tiempo es valioso.
Otro paso es el de transformar el sonido de las declaraciones de los artistas con el efecto telefónico, que realmente lo hago disminuyendo los bajos (sonidos graves) y haciendo un poco de énfasis en tonos medios y agudos, aunque Audacity tiene un plugin de sonido telefónico.
También, antes de comenzar a armar el programa, reviso los audios de las canciones y los normalizo, de forma que el volumen del sonido sea parejo en todas y similar al de mi voz.
Y ahora viene la parte más delicada: pegar las canciones y los separadores, y ajustar la duración.
Generalmente uso tres canales estéreo: uno para la locución, otro para la música y otro para los separadores. De esta forma puedo ajustar los segmentos para aprovechar al máximo el tiempo disponible, que es muy corto.
Las canciones las voy pegando en el mismo orden en que avanza el programa y aprovecho los espacios en blanco que había dejado previamente.
Al mejor estilo disc-jockey, y para darle más ritmo y agilidad al programa, habitualmente mi voz queda montada sobre los intros de las canciones, y procuro que mi voz termine justo en el momento en que el intérprete comienza a cantar.
Algunas veces, también hablo en el outro de las canciones, aunque generalmente estas van pegadas a un separador.
Teniendo en cuenta que había dejado un espacio de unos 4 minutos entre cada segmento de locución, es fácil darme cuenta de si las canciones tienen la duración correcta o si toca ajustarlas.
Generalmente ese juego se da al aprovechar el intro de cada canción. Puede que lo use todo o solo un pedazo. También es posible, si la canción es muy corta, que no hable sobre el intro. Incluso hay canciones que no lo tienen, así que toca dejarlas así, sin hablar encima de ellas.
Ahora, si la canción es demasiado larga, trato de editarla en el coro. Es posible que corte un verso completo con el fin de que quede más corta, pero siempre tengo en cuenta que no se pierda el compás y que haya una secuencia lógica de la música para que no se note el corte.
De esta forma, una canción que originalmente tiene unos 5 minutos de duración queda reducida a 3 y medio o 4, sin que el oyente se dé cuenta (en el ejemplo de esta foto se cortaron 35 segundos).
Ahora, yo sé que el sistema de automatización de la emisora corta el programa donde vaya, al cumplirse los 25 minutos exactos. Afortunadamente, como dije arriba, el corte se hace mediante un fade out o desvanecimiento del sonido, para que no suene tan tosco.
Por esa razón, sé que no debo hacer locución al final del programa, ya que podría cortarla. También, por eso, procuro cerrar con canciones que no terminen “en seco” o de golpe, sino que terminen, en su versión original, en fade out.
La revisión final
Una vez hecho el montaje, y luego de haberme asegurado de que el programa tiene la duración adecuada, hago una última revisión para buscar discrepancias en el volumen, frases repetidas, sonidos extraños, y asegurarme en general de que el programa tiene una calidad consistente de sonido, que no hay sobremodulaciones ni distorsión y que ya está listo para ser convertido en un archivo de audio.
En Cámara FM me piden que lo envíe en un archivo tipo .WAV, y se los comparto a través de WeTransfer.
Conclusión
Al mirar todos los pasos usados para la elaboración de este programa, usted podrá pensar que es demasiado trabajo para algo tan corto, de tan poca frecuencia y en una emisora cultural de poca audiencia. Y tiene razón.
Lo que pasa es que esta es mi pasión. No se imagina cuánto me entretengo creando el programa, buscando la información, creando los textos, poniendo la música y editando el programa.
La gran recompensa llega al momento de escucharlo al aire y darse cuenta de que salió impecable.
Yo no pretendo que usted haga lo mismo para su programa o pódcast. Probablemente usted sabe hacerlo más fácil, conoce herramientas y procesos más sencillos y hasta encontrará fallas en mi forma de grabar o editar.
Eso está bien. Y si quiere sugerir críticas y mejoras de mi trabajo, siempre serán bienvenidas. Me encanta aprender de mis errores y no me siento mal por cometerlos.
Al final, el mensaje que quiero dejar es que la competencia cada día está más complicada para la radio. Hay demasiadas opciones de entretenimiento, y por eso el público se ha vuelto más exigente. Ahora, en solo 8 o 10 segundos decide si lo que escucha le gusta o si es preferible irse a otro lado.
Y lo peor: ahora llega la Inteligencia Artificial a amenazar nuestro oficio, con voces perfectas que no se equivocan, locutores ficticios que no se cansan, no piden aumento de sueldo, no salen a vacaciones, no dañan los equipos, no dicen groserías al aire, no se enferman y pueden trabajar 24 horas al día si es necesario.
Por eso, si usted quiere mantenerse vigente, si no quiere que lo cambien por una voz artificial, si desea que la gente admire su trabajo, practique, estudie, investigue y haga un gran esfuerzo por ser más profesional en su trabajo.
Ese esfuerzo valdrá la pena.
Para los interesados: mis Rockstorias se pueden escuchar en Cámara FM 95.9 de Medellín y por internet a través del enlace http://www.camarafm.com/multimedia/online.aspx y también por TuneIn (Live 95.9 FM | Cámara | 20.7K Favorites | TuneIn)
Horarios:
- Sábados, 11:30 AM
- Domingos, 9:30 AM y 7:30 PM
También se pueden escuchar algunos de los programas emitidos anteriormente en este enlace: http://www.camarafm.com/programas/musicales/rockstorias