Una persona que no trabaja en radio podría decir: “¿Qué tan difícil puede ser? Cualquiera lo puede hacer. Todo lo que hay que hacer es hablar”. Lo mismo pueden pensar acerca de los podcasters. Al fin y al cabo, con tantas herramientas gratuitas existentes, tiene que ser muy fácil hacer un buen programa.
Lo cierto es que mucha gente piensa así. De hecho, muchos quieren entrar al mundo de la radio y los pódcasts con ese pensamiento. Incluso logran ser contratados y hasta salen al aire, para luego estrellarse contra una dura realidad: hacer locución no es tan fácil como parece.
Tampoco quiero decir que el oficio de locutor sea tan complicado como el de un médico, un ingeniero o un astronauta, pero sí se requiere de algunas habilidades personales, algunas innatas, otras físicas y otras aprendidas.
Habilidades innatas: Usted seguramente conoce gente con quien es delicioso conversar. No es necesariamente un experto en todos los temas, pero hay algo que engancha cuando usted conversa con esa persona. Habla de forma entretenida, lo hace reír y hace que usted esté siempre atento a lo que dice.
Esa es una característica clásica, por ejemplo, de los vendedores tradicionales. Esos que saben -como decimos en Colombia- “comerse de cuento” a sus clientes potenciales. Casi que hipnotizan a la gente con su conversación.
Características físicas: Hay gente que tiene una voz que enamora. Puede ser dulce, melodiosa, dinámica, sutil, poderosa o tener características especiales que la hacen especial. Seguramente usted conoce personas que tienen una buena voz y piensa que debería trabajar en radio.
Habilidades aprendidas: Son aquellas que, a medida que se profundiza en esta labor, se van perfeccionando con el tiempo. La respiración, las pausas, el manejo de los tiempos. Saber acelerar o frenar el ritmo de una conversación y, de manera especial, saber escuchar a los interlocutores.
¿Se puede llegar a ser un gran locutor sin esas habilidades? Lo dudo. Al menos debería tener un par de ellas. De pronto su voz no es tan melodiosa, pero sabe contar historias. Es posible que no sepa respirar mientras habla, pero eso lo puede aprender con el tiempo. Puede que no sea un gran conversador, pero sabe leer e interpretar los textos que le entregan.
Sin embargo, lo ideal es procurar tener esas tres habilidades básicas.
Por otro lado, el desafío final para todos los locutores de radio y de pódcast es lograr que más personas lo escuchen durante más tiempo. Usted no logrará esto si simplemente habla de lo primero que le viene a la cabeza, sin preparación o planificación previa.
Un contenido atractivo, identificable y divertido impactará a sus oyentes y hará que quieran comunicarse con usted, interactuar, opinar, llamar a su programa.
Lo cierto es que hay locutores que saben improvisar muy bien. Sin embargo, esa no es una habilidad muy común. Muy pocos lo logran de manera exitosa. Y si usted es un principiante o no tiene esa habilidad natural, lo preferible y recomendable es que prepare con anticipación lo que va a decir.
Cuando usted ve un noticiero de televisión podría pensar que el presentador está improvisando, que le está contando las noticias en su propio lenguaje.
Sin embargo, lo invito a que haga este ejercicio: esta noche, cuando sintonice su noticiero favorito de televisión, mire los movimientos de los ojos del presentador. Se dará cuenta de que se mueve disimuladamente de un lado a otro mientras habla.
¿Y esto por qué? Porque, con toda seguridad, está leyendo las noticias. Para eso se usan unos dispositivos en las cámaras llamados teleprompters. Se trata de unas pantallas pequeñas colocadas debajo del lente en los cuales aparece el texto que debe leer el presentador.
Este puede controlar manualmente la velocidad en que van apareciendo las palabras y bajando los renglones a medida que lee, aunque el teleprompter también puede ser manejado por un operador externo o incluso moverse de manera automática mediante el reconocimiento de voz.
Y cuando este dispositivo falla es cuando vemos que el presentador comienza a gaguear, a tratar de improvisar, a intentar sacar adelante la transmisión, algo que saben hacer muy bien los de mayor experiencia pero que puede convertirse en una verdadera pesadilla para los principiantes.
Bob Hope, un legendario humorista, actor, cantante y presentador estadounidense, es considerado uno de los mejores comediantes de stand-up. Fue el presentador de los Premios Oscar en 19 ocasiones, muchas más veces que cualquier otro presentador. Y una de sus más célebres frases fue: “La mejor improvisación es la que uno escribe”.
Probablemente usted ha asistido a una sesión de stand-up o ha visto alguna en televisión o en las redes. Lo que usted sabe con seguridad es que el comediante de turno no va a salir a improvisar lo que se le ocurra. Para ser contratado y llegar a ese escenario, ese comediante tuvo que aprenderse de memoria el libreto, practicarlo horas enteras frente a un espejo y corregir poco a poco las fallas que fue encontrando.
Usted, como locutor, no tiene que aprenderse nada de memoria ni pasar semanas enteras practicando lo que va a decir, pero lo ideal sí es que antes de abrir el micrófono sepa qué es lo que va a decir, cómo va a cautivar al público con lo que diga, aunque sea simplemente la presentación de la canción que viene a continuación.
Las tres preguntas claves: ¿Cuál? ¿Por qué? ¿A quién?
Empiece por hacerse estas 3 preguntas antes de producir y entregar cualquier contenido en su turno, su programa o su pódcast:
- ¿CUÁL es el punto?
- ¿POR QUÉ voy a hablar de esto?
- ¿A QUIÉN le importa?
Asegúrese de conocer la respuesta a estas 3 preguntas antes de abrir el micrófono, antes de entregar cualquier contenido al aire. Así podrá entregar contenidos que sean relevantes para su audiencia. Cualquiera que sea el contenido que vaya a presentar, piense en su audiencia y en la forma en que la va a involucrar. Pregúntese siempre: ¿Qué quiero que recuerden? ¿Cómo quiero que reaccionen?
Haga que la gente se conecte con usted fácilmente. Si su salida al aire tiene un propósito claro, un punto definido, siempre será mucho más atractiva que una salida al aire sin saber lo que va a decir.
Sea breve. Mantenga simple su conversación. Hay una regla de oro en la radio que dice: «un solo pensamiento, una sola nota”. Se refiere a que, si usted habla de varios temas en una sola salida al aire, va a confundir a su oyente y podría hacer que pierda su atención.
La mejor comparación es pensar en la forma como usted hace sus compras cuando va al supermercado. Si trata de recordar 10 artículos que quiere comprar, lo más seguro es que se olvidará de algunos de ellos, pero si solo fueran 3 artículos seguramente los recordaría más fácilmente.
Mientras más corto y simple sea su salida al aire, más fácil será para su oyente entender, recordar e interactuar con lo que usted está diciendo.
Planifique sus salidas al aire
- ¿Cómo la va a iniciar?
- ¿Cómo va a abordar el contenido?
- ¿Cómo va a cerrarla?
La última pregunta es la más importante de las 3. Es clave que planifique cómo va a cerrar su salida al aire. ¿Tiene un final feliz, divertido, que despierte la curiosidad, que deje una enseñanza? ¿Cómo va a enlazar lo que estaba diciendo con la canción que viene a continuación?
¿Se aseguró, como lo hace un buen equipo de fútbol, de que la pelota salió de su portería, hizo los pases necesarios en el medio campo y terminó con un disparo al arco contrario? ¿Metió un gol?
Una buena salida al aire puede verse socavada por la falta de planificación sobre cómo le va a poner fin.
La música
Si usted trabaja en una emisora musical aprenda, desde una etapa muy temprana, a no hablar encima de las canciones. Esto realmente molesta a los oyentes. Recuerde que la gente llega a su emisora por la música. Usted es solo un complemento.
Si la canción tiene un final “en seco”, si no se desvanece, simplemente espere a que termine. Esto suena mucho mejor que hablar sobre la canción antes de que termine. Si la canción termina en fade-out (se desvanece), comience a hablar cuando ya no tenga que bajar el volumen del canal.
A los disc-jockeys se les llamaba así porque sabían ‘cabalgar’ sobre las canciones. Si tenían un ritmo rápido, hablaban de manera animada. Si tenían un ritmo lento, hablaban más despacio, siempre llevando el ritmo, tal como lo hace un jinete o jockey sobre su caballo.
Recuerde: cada canción que usted toca puede ser la favorita de sus oyentes. Respete la música, respete a su oyente.
Aprenda a vender
Si usted trabaja en una emisora comercial, lo más probable es que le tocará vender o promocionar algún evento, promoción o concurso. Y lo más probable es que le entreguen un texto para ser leído, pero deberá sonar como si usted estuviese improvisando.
Quienes no saben leer un texto para sonar como si estuviesen improvisando generalmente suenan aburridos y no provocan ni la más mínima emoción. En pocas palabras, son malos vendedores y el impacto de lo que están diciendo se pierde ante el oyente.
Por esta razón es clave leer con anticipación el texto que le entreguen, practicarlo mentalmente o, incluso, en voz alta con el micrófono apagado. De esta forma tendrá claro qué es lo que está vendiendo, dónde debe hacer énfasis y ofrecer una propuesta más vendedora. En pocas palabras, aprenda a darles vida a sus guiones.
Evite sonar como un disc-jockey tradicional
No es necesario decirles siempre a los oyentes que tengan que subir el volumen a sus radios cuando viene la siguiente canción. Tampoco hace falta que les digas a cada rato que esta es tu canción favorita. Cuando toques una canción antigua, no es necesario que digas que es una “viejita pero sabrosa”.
Con el tiempo, los locutores han ido adoptando una serie de frases de cajón que se repiten una y otra vez y ya no significan mayor cosa para la audiencia. No más “miércoles, el ombliguito de la semana”. No más “así que estén pendientes”. No más “así de que…”
Una regla para tener en cuenta es que, si usted no dice esa frase en la vida real, no la debería decir en radio.
Practicar, practicar y practicar
Todos los consejos que se ofrecen acá solo pueden aprovecharse al máximo con la práctica. Aquí es donde una emisora de colegio, comunitaria o por internet es vital. Es la plataforma perfecta para que practique, gane experiencia y ajuste su estilo de presentación.
¿Qué tipo de presentador es usted?
¿Es bueno para hablar acerca de usted, de sus vivencias, sus experiencias de vida y pequeñas observaciones divertidas? ¿Es usted un presentador que se siente cómodo solo hablando de las canciones que está tocando?
Usted tiene que averiguar cuál es su zona de confort, cuáles son sus fortalezas y debilidades como presentador, y cuando lo sepa, igual tendrá que trabajar en perfeccionar su estilo.
Entrene su «oído de radio»
Escuche muchos estilos diferentes de presentadores de radio, tanto en la radio local como en la nacional. Escuche y aprenda de lo que cree que suena bien y de lo que no suena tan bien. Los mejores presentadores saben instintivamente qué funciona al aire y qué no, y lo saben porque escuchan mucha radio.
Sea usted mismo
Escuche a su ídolo de radio, aprenda de él, pero no intente ser él. La radio ya lo tiene a él, pero ¿ya lo tiene a usted?
Grabe cada salida al aire
No deje que ninguna salida al aire se desperdicie. Grábelas, guárdelas, escúchelas, aprenda de ellas. Esto incluye programas con los que no esté satisfecho. Escuche su programa en tiempo real y entrene su oído de radio; analice qué funcionó y por qué y qué no funcionó y por qué.
Diviértase y disfrute
Probablemente este es el consejo más importante. Usted nunca sabe quién está escuchando lo que hace y dice. Cuando usted tenga un mal día y llegue aburrido a su turno o programa, eso se notará al aire de inmediato, justo cuando podría ser que un oyente te está escuchando por primera vez.
Y ese oyente podría ser un cliente potencial o incluso el director de otra emisora que estaba pendiente de su desempeño al aire para contratarlo.
Deje sus problemas y preocupaciones fuera de la cabina. Asuma una actitud positiva. Su labor primordial es entregar una compañía alegre, divertida y amable a sus oyentes. Su turno o su programa es el mejor momento para brillar y mostrar lo que puede hacer, así que aprovéchelo al máximo.
Conclusión
Volviendo a la pregunta del inicio: “¿Qué tan difícil es hacer radio? Todo lo que hay que hacer es hablar…”
Pues la respuesta es clara: No es tan difícil, siempre y cuando logre dominar estos consejos…