En la radio, ¿todo está inventado?

0

Hace exactamente 35 años emprendí una gran aventura. El 15 de octubre de 1985 decidí dejar todo en mi ciudad natal, empacar maletas y viajar con mi esposa y mi hija de 2 años con un sueño: aprender a hacer radio en Nueva York.

Desde muy niño me gustó la radio. Lo sé porque recuerdo muchos de los programas que escuchaba cuando me levantaba para ir a estudiar y los que oía antes de dormir.

Las voces de grandes locutores de los años 60 me inspiraron, sin saber que a mediados de los 70 iba a comenzar mi carrera en este medio. Y lo hice más por juego que por convicción. Simplemente surgió. Fluyó.

Además de las influencias obvias de la radio local, en mi adolescencia comencé a escuchar emisoras de otros países, tanto en español como en inglés, ya fuera por onda corta o en casetes grabados que me prestaba mi amigo Donnie Miranda.

En mis inicios quería sonar igual a Otto Greiffenstein o Armando Plata Camacho. Ese tipo de locución era el que más me gustaba. Voces suaves, con cierto toque internacional, y muy elegantes, sin ser aburridos.

Muchas de las ideas que empleé en mis inicios seguramente surgieron de todas esa radio que había escuchado 20 años atrás. Supongo que eso nos pasa a todos. Pero cuando la cosa se puso seria, cuando empecé a ver que esta sería mi profesión, quise conocer más y crear mi propio estilo.

Leía muchas revistas de música, especialmente en inglés. Más allá de ver los listados de éxitos, procuraba aprender de los columnistas de esas revistas, especialmente de los que hablaban de radio. Yo sabía que había otras formas de hacer radio que no se estaban aplicando en Colombia.

Todo lo que hice de radio fue empírico, aprendiendo con el método de prueba y error y muchas veces copiando o respondiendo a lo que hacía la competencia. Creía haber inventado algunas técnicas y promociones, pero luego me enteraba de que alguien ya lo había hecho antes.

Así entendí esa vieja frase que dice: “todo en la radio ya está inventado”.

Empieza la investigación

A inicios de los años 80 salió MTV, y las revistas especializadas en música comenzaron a publicar una lista que mostraba la forma como ese canal rotaba sus videos. Allí me di cuenta de que tenía varias categorías de canciones, y que cada categoría tenía una rotación diferente a las demás.

Las categorías de rotación de sus éxitos actuales se llamaban Power (Rotación Poderosa), Heavy (Rotación Pesada), Active (Rotación Activa), Medium (Rotación Media), Breakout (Rotación en Ascenso), Light (Rotación Liviana) y New (Rotación de canciones Nuevas).

Listados de MTV y VH1 publicados por la ya desaparecida revista Radio & Records

Además tenía unas categorías de canciones Recurrentes y Viejitas, pero esas no aparecían en ese listado.

Nosotros, para esa época, separábamos las canciones en grupos (no sabíamos que se llamaban ‘categorías’), pero lo hacíamos básicamente por su ritmo: Dance (Bailables), Movidas (especialmente Rock) y Suaves (Baladas en inglés).

Aclaro que el 90% de nuestra programación estaba basada en los éxitos actuales de Estados Unidos e Inglaterra.

Por esa época, el 90% de la música la poníamos en discos sencillos de 45 RPM. Esos discos los guardábamos en un mueble que estaba separado en 3 cajones: uno para cada categoría.

Y Donnie había establecido un orden para programar la música en cada turno. La secuencia era Dance-Suave-Movido-Suave, y la idea era ir sacando el primer sencillo que encontrábamos en el cajón correspondiente para que sonara.

Donnie Miranda en La Voz del Cine. Detrás de él, el cajón con los discos sencillos.

Tan pronto sonaba debería ir al fondo del cajón para que el siguiente disc-jockey no lo fuera a tocar en seguida. Sin embargo, la verdad es que todos hacíamos trampa, y aunque sí seguíamos esa secuencia, cada uno ponía las canciones que más le gustaban de cada cajón.

A la izquierda, el mueble en Radio Disco ZH con los discos sencillos ordenados de acuerdo con su ritmo.

Yo empecé a ver con atención las rotaciones de MTV y no podía creer que una misma canción pudiera sonar 9, 10 y hasta 13 veces en un solo día. Eso iba contra todo lo que había aprendido hasta el momento. “La gente se debe cansar con tanta repetición”, pensaba yo…

Más tarde vine a entender que un oyente no está pegado a mi emisora todo el día, y que tengo que asegurarme de que cuando me sintonice, encuentre siempre las canciones de moda, las que le gustan, y que la única forma de lograrlo es repitiéndolas a lo largo del día.

Pero esa duda quedó sembrada en mi cabeza.

Nacimiento de una gran idea

Ya Donnie me había dicho que alguna vez, aprovechando un viaje a Miami, llamó a Bill Tanner, el director de programación de la emisora Y-100, para que le explicara un poco cómo hacían su programación, y allí le habló de rotaciones y categorías, pero no le quedó muy claro.

El caso es que con ese afán de querer conocer cómo hacían la programación musical en las emisoras de los Estados Unidos, se me metió en la cabeza que yo debería viajar allá para estudiar la radio de ese país.

Mi intención no era quedarme a vivir allí. Tampoco quería irme a lavar platos o a servir hamburguesas en un McDonald’s. Yo vivía muy bien en Medellín y mi intención no era irme con mi familia a pasar hambre ni angustias. Además, no tenía visa ni permiso para trabajar.

Pensando en cómo lograr ese sueño se me ocurrió una idea: realizar un programa desde la capital del mundo, Nueva York, y “regalarlo” a emisoras interesadas en pasar la actualidad musical del mundo desde allí, con lanzamientos, éxitos y noticias.

Las emisoras que lo pasaban no pagaban por el programa pero podían comercializarlo a su antojo y pasarlo en el horario que quisieran. La única condición es que me dejaran pasar un patrocinio, incrustado en el contenido, vendido por mí y cuyos ingresos serían 100% para mí.

Me fui a una agencia de publicidad de Medellín, les encantó la idea y me la compraron. Luego hablé con Universal Estéreo de Barranquilla, Victoria Internacional Estéreo de Cartagena, Musicando Estéreo de Pereira y Radio Color Estéreo de Cali y aceptaron mi propuesta.

Luego le comenté mi intención a Alberto Vásquez, mi jefe, y no solo le encantó la idea sino que me dijo que me daba una licencia remunerada por 6 meses. Él entendió mi afán por aprender de radio y estaba convencido de que lo que aprendiera allí sería de gran utilidad para la emisora.

De esta forma, yo seguiría recibiendo mi sueldo en Veracruz Estéreo y mis ingresos por el programa, que obviamente también sería transmitido por esta emisora.

Y fue así cómo, el 15 de octubre de 1985, vendí todas mis pertenencias, empaqué mis maletas y me fui a Nueva York con mi esposa y mi hija de solo 2 años a vivir esta aventura. Así nació “El palpitar de Nueva York”.

Y llegó el fracaso

Estoy hablando de hace 35 años. Obviamente no había internet. No había correos electrónicos. No había archivos en MP3. ¿Cómo haría para enviar el programa?

Antes de viajar hablé con un amigo, Luis Coulson. Su padre era el dueño de Tampa, una aerolínea de carga. Me dijo que él me ayudaba con la logística.

Supuestamente, yo solo tenía que enviar el paquete con los casetes del programa por entrega inmediata a su sede en Miami y tan pronto lo recibieran lo enviarían en el primer vuelo a Medellín para su posterior distribución a las emisoras.

De esta forma comencé a realizar el programa. Duraba 2 horas y procuraba mostrar las novedades, pero resulta que ya para esa época teníamos en Veracruz Estéreo un servicio que nos mantenía al día, así que realmente no estaba mostrando grandes novedades

Pero el problema más grave es que el sistema de envíos no funcionó. Los paquetes se extraviaban o los dejaban acumular y llegaban tarde o, simplemente no llegaban. El programa fue un completo fracaso y a los 6 meses se acabó.

Pero también llegaron los aprendizajes

Pero, más allá del fracaso del programa, que era mi disculpa para viajar a Nueva York, lo que realmente me interesaba era escuchar radio y tratar de decodificar sus estrategias de programación.

Y no habiendo más herramientas, lo hice de una manera totalmente artesanal: con papel y lápiz.

Hoy en día es muy fácil hacerlo: solo hay que suscribirse a Monitor Latino para saber qué están programando todas las emisoras de mi ciudad. De hecho, su emisora puede solicitar una demostración de su servicio de monitoreo en este enlace: https://info.monitorlatino.com/Agendar-Demo-Monitor-Latino

Pero hace 35 años, yo me despertaba a las 6 de la mañana y comenzaba a anotar en un cuaderno, una por una, todas las canciones que sonaban en cada emisora, especialmente en las más populares: Z-100 y Power 95. Así me quedaba hasta las 12 de la noche.

Luego empezaba a anotar cada cuánto tiempo se repetía cada canción. De esta forma descubrí que había unas que se repetían cada 2 horas y 20 minutos; otras que se repetían cada 3 horas y media y otras cada 4 horas y 15 minutos.

Inmediatamente recordé lo que hacía MTV y ahí fue cuando caí en cuenta de la forma de programar de las emisoras estadounidenses. Entendí lo de las rotaciones Heavy, Power, Active, etcétera.

Eso para mí fue un gran descubrimiento. Algo que nadie me había enseñado en Colombia, simplemente porque nadie estaba utilizando esa fórmula.

Pero además de la rotación de la música, lo otro que me impactó fuertemente fue lo de los programas de la mañana. En mi afán por anotar los títulos de las canciones, comencé a escuchar el “Morning Zoo” de la emisora Z-100.

Eso para mí fue otra gran novedad. Hasta ese momento no había escuchado nada parecido. De hecho, era algo relativamente nuevo también en Nueva York, ya que el programa había comenzado a emitirse solo 2 años antes, en agosto de 1983, pero ya era una verdadera locura.

Ese programa rompió todos los paradigmas de la radio musical en los Estados Unidos, y pensé que sería una excelente opción para entretener a la gente en nuestro país.

Entonces, a pesar del fracaso de “El palpitar de Nueva York”, logré aprender mucho de la radio estadounidense y a mi regreso a Colombia, a mediados de 1986, comencé a aplicar lo aprendido con mucho éxito.

De esta forma contratamos a un fabricante de software para que nos creara un sistema de rotaciones basado en mis aprendizajes. Yo no sabía que existían softwares de programación como Selector, Powergold, Music Match y similares.

Y fue así como nos convertimos en la primera emisora en Colombia en utilizar esa técnica para programar y la primera en utilizar un software para hacerlo, un software muy básico y rudimentario que presentaba algunos problemas, pero que nos ayudó a tener una programación más consistente y mejor planificada.

Y el otro aprendizaje valioso que traje de allí fue el de los ‘Morning Shows’. También comenzamos a realizar uno en Veracruz Estéreo y desde que salió se convirtió en un éxito sin precedentes en la radio, tanto de Medellín como de Colombia.

En la radio, todo está inventado…

Yo llegué convencido de que había tenido dos grandes ideas, dos grandes inventos.

La forma de conseguir que otras emisoras transmitieran mi programa fue un invento mío. Yo me las ingenié para que aceptaran mis condiciones y encontré así la forma de cobrarle a un solo cliente y no depender de los pagos de cada una de las emisoras.

Pero años después aprendí que esa forma de comercializar ya existía en los Estados Unidos, y seguramente en otros países, desde hacía mucho tiempo. En Estados Unidos lo llaman ‘barter’ o ‘canje por tiempo publicitario al aire’ y es la base de lo que ellos llaman ‘programas sindicados’.

Por otro lado, hacer la programación mediante un software que permitiera realizar las rotaciones de música por categorías también fue un invento mío.

Pero poco tiempo después también aprendí que ya existía ese tipo de software, mucho más completo y versátil y sin tantos problemas como el que yo me ingenié.

Como ven, aunque esas ideas surgieron de mi creatividad, ya alguien las había inventado antes. Pero eso no me desmotivó para seguir trabajando y buscando nuevas alternativas.

De pronto, lo que sí se puede hacer es evolucionar los inventos de otros, mejorarlos, personalizarlos, darles el toque personal. Ahí es donde juega la creatividad. Por eso, de una manera muy acertada, William Vinasco decía en Candela Estéreo: “Nosotros no inventamos la radio. Simplemente la hicimos mejor”.

Conclusión

Al final, toda esta historia solo tiene una intención:

Hoy en día hay muchas herramientas para aprender. Es muy fácil monitorear lo que pasa en cualquier lugar del mundo. Hay textos, documentos y videos que permiten aprender todo tipo de técnicas de radio, locución, producción, manejo de marcas y eventos, etcétera.

Hoy no hay disculpa para copiar lo que hace su competidor. Hoy es muy fácil estudiar, investigar, inspirarse en el trabajo de otras latitudes para complementarlos de manera creativa con sus propias ideas y crear así algo novedoso.

Usted ya no tiene que vender todas sus pertenencias y arriesgarse a viajar con su familia a un país y una cultura que no conoce, aunque si tiene la oportunidad de hacerlo, hágalo.

Lo que realmente importa es salir del marasmo, del círculo vicioso, de la copia del formato del vecino. Hay que abrir ojos y oídos. Leer y escuchar.

¿Qué tal una fórmula interesante en una emisora de Singapur? ¿Habrá algo novedoso en la radio de Ucrania? ¿Será que en Paraguay están realizando algo diferente y novedoso que pueda gustar en mi ciudad?

Pero ni siquiera tiene que copiar lo que hagan otras emisoras en el mundo. Usted puede estudiar, tratar de profesionalizar cada vez más su trabajo. Procure entender cómo se comportan sus oyentes, qué es lo que realmente quieren. Deje de lado su gusto personal y complazca a su audiencia.

Y una última anotación: si sus ideas no funcionan, si sus proyectos fracasan, no se rinda. Entienda por qué no logró el éxito deseado. Aprenda de sus errores y busque nuevas formas de hacerlo. Nadie tiene la última palabra. Sólo usted es el responsable de su éxito.

COMPARTIR

Agrega un comentario

Please enter your comment!
Please enter your name here