La más avanzada tecnología siempre ha caracterizado a la radio.
Me gusta la aviación. Casi tanto como la radio. Y es una pasión que he llevado dentro toda la vida y que vine a descubrir cuando en 1992 me gané mi primer computador en una rifa.
Poco después de ganármelo, y estando de visita en Medellín, pasé por una tienda a comprar unos diskettes. Le pregunté al vendedor si había oído hablar de los simuladores de vuelo y me regaló una copia (pirata, obviamente). Gracias a eso pude conocer algo de aviación, y desde entonces paso mis ratos libres ‘volando’ alrededor del mundo (con versiones originales, ahora sí).
La era de la innovación
En Colombia, a finales de los años 80 e inicios de los 90, Caracol Radio estaba en pleno proceso de innovación. Lanzaba sus emisiones vía satélite a todo el país y cambiaba los sistemas de emisión por equipos digitales.
El Skybox, un camión que simulaba una ‘boombox’ o radiograbadora, estaba equipado con un potente equipo de sonido y un novedoso juego de luces. Además, mediante un sistema hidráulico, levantaba la cabina a varios metros del suelo para una mayor visibilidad.
Hubo una renovación de la flotilla de móviles y se adquirió un helicóptero, una excelente herramienta para la cobertura de noticias, presencia en eventos y realización de eventos de marca. Indudablemente, fue una movida arriesgada y novedosa de esa cadena radial.
La primiparada
Inspirados en la serie de televisión ‘El lobo del aire’ la empresa decidió nombrar al aparato ‘El Caracol del Aire’. Para mí fue una gran fortuna, pues así pude disfrutar de mis dos grandes pasiones: la radio y la aviación.
Y la primera anécdota que recuerdo tiene que ver con la periodista encargada de reportar diariamente desde ese helicóptero.
En su primer vuelo, en plena inauguración, Darío Arismendi le dio cambio a esta niña, cuyo nombre no recuerdo, para que diera información del estado del tránsito en Bogotá. La periodista, un poco nerviosa, comenzó a describir cómo fluía el tráfico por la avenida 30 –hoy llamada NQS- cuando de un momento a otro entrega su primicia:
“Atención, Darío: en este momento puedo apreciar un monumental trancón sobre la carrera 30. Los vehículos se encuentran completamente detenidos y las autoridades aún no se han hecho presentes. Perdón, Darío… no es un trancón. Es… un parqueadero…”.
En otra divertida historia, algunos colegas recuerdan el momento en el que el Caracol del Aire cubría un evento en la ciudad de Manizales. El recordado Javier Giraldo Neira conducía la transmisión desde la cabina del estadio de fútbol.
El informe que se hacía desde el Caracol del Aire, en medio de la emoción del periodista, se alargó más de lo necesario, y Javier Giraldo, desesperado por mantener el ritmo de la transmisión, se asoma por la ventana de la cabina y comienza a hacer con sus dedos la señal de la “tijera”, como diciendo “¡Corte, corte…!”
¿Realmente creen que el periodista alcanzó a ver desde el helicóptero esa señal?
Presencia del Caracol del Aire
Pero al margen de esas simpáticas historias, realmente el helicóptero se convirtió en un visitante habitual de los cielos colombianos, no solo para reportar el estado del tránsito en Bogotá sino para entregar información de primera mano de las grandes tragedias de nuestro país.
Algunas de las coberturas más recordadas fueron la de la terrible devastación causada por la avalancha producida por el desbordamiento del Río Páez en Tierradentro, Huila, el 6 de junio de 1994.
Y 6 meses antes, el 19 de mayo de 1993, el Caracol del Aire ayudó en las tareas de rescate del accidentado avión de SAM en el cerro El Burro, cerca de Urrao, Antioquia, cuando hacía su aproximación al aeropuerto de Rionegro.
El Caracol del Aire en Radioactiva
Pero además de esa cobertura noticiosa, el helicóptero también fue usado para otras actividades, y siendo Director Nacional de Radioactiva, recuerdo dos eventos en particular.
El primero fue durante el concierto de Eros Ramazzotti en el Club de Empleados Oficiales, en Bogotá, el jueves 28 de abril de 1994.
Inicialmente el concierto había sido programado para el 13 de ese mismo mes, pero a última hora y cuando el italiano y el grupo La Unión de España se preparaban para salir del hotel rumbo al estadio El Campín, la Alcaldía tuvo que cancelar la presentación por una tutela que aducía que se dañaría la gramilla y que se podrían generar hechos vandálicos como los acontecidos 3 años atrás, durante el concierto de Guns n’Roses.
Afortunadamente los empresarios lograron convencer a Ramazzotti de que cancelara dos de sus presentaciones en Puerto Rico para poder presentarse en Bogotá.
En ese momento había una verdadera guerra por la audiencia entre Radioactiva y 88.9 La Súper Estación. El concierto le fue entregado en exclusiva a Radioactiva, y como parte de la promoción decidimos realizar una campaña que consistía en entregar una serie de regalos consistentes en discos, camisetas y equipos de sonido entre los más de 50 mil asistentes al concierto.
Para ello mandamos timbrar miles de volantes con el logo de la emisora con el fin de lanzarlos desde el helicóptero. Algunos de ellos tenían escrito al reverso los premios al que se harían acreedores quienes los recogieran.
Antes del concierto cayó una tormenta muy fuerte sobre el sitio, y en algún momento pensamos que tendríamos que cancelar la promoción –y por supuesto el concierto- pero al final el cielo abrió y logramos despegar hacia el lugar del evento.
Gran parte del público ya se encontraba en el lugar. Le pedí al piloto que hiciera un sostenido (hovering) a baja altura en determinado lugar, la gente se arrumó y desde una de las ventanillas comenzamos a arrojar los volantes.
Para poder observar dónde debíamos dejar caer los volantes, el piloto inclinó el helicóptero hacia un lado, el aparato perdió sustentación y casi nos vamos al suelo, encima de la muchedumbre que se agolpó a reclamar sus premios.
Al final el piloto logró controlar la situación, pero el susto fue tremendo. Pudimos haber causado una catástrofe.
Otro gran momento tuvo que ver con la visita del grupo Maná a Cali. El viernes 19 de mayo de 1995, la Alcaldía de esa ciudad invitó a la banda mexicana a que se uniera a la IV Jornada Ecológica que consistía en la siembra de 300 árboles por parte de los estudiantes del Liceo Benalcázar, Presentación del Aguacatal, Pío XII, Claret y Berchmans, otros 2.700 árboles por parte de los auxiliares de la Policía y la siembra de un millón de semillas de leucaena y choco sobre los cerros de Las Tres Cruces y Cristo Rey.
Para ello, el alcalde Mauricio Guzmán invitó a Radioactiva para que subiera a los integrantes de Maná al Caracol del Aire y arrojara algunas semillas sobre Cristo Rey. La actividad consistió en recoger a los músicos, acompañados de Gabriel Delascasas, en el helipuerto ubicado en la azotea de la Torre de Cali.
Desde allí volaron hasta el cerro y ante la presencia de miles de estudiantes y toda la prensa de la ciudad se procedió a la actividad, que ayudó a afianzar la marca Radioactiva en esa ciudad.
Y llega la tragedia…
Como éstas, fueron muchas las actividades que se realizaron con ese helicóptero en todo el país, así como la cobertura de noticias no sólo en la capital sino en diferentes regiones de Colombia.
Desafortunadamente el helicóptero, después de haber servido a Caracol durante unos años, tuvo un triste final.
El 20 de diciembre de 1995, un avión de American Airlines sufrió un accidente cuando llegaba a Cali procedente de Miami. En la tragedia fallecieron 160 personas, incluyendo a una hermana del reconocido hombre de radio Alejandro Villalobos. Ella se desempeñaba como azafata en esa línea aérea.
Por las dificultades del terreno, el rescate de 4 sobrevivientes y de los restos humanos y de la aeronave se hizo muy difícil y se pidió la colaboración de varias empresas.
El Caracol del Aire estaba afiliado a Helicol, una empresa de Avianca, y en solidaridad Caracol prestó su helicóptero para ayudar a trasladar a técnicos y familiares al lugar del siniestro.
En una de esas labores el Caracol del Aire trató de despegar desde lo alto del cerro, pero una ráfaga de viento empujó al helicóptero contra el suelo, con tan mala suerte que cayó sobre una estaca que perforó la cabina.
Afortunadamente nadie salió herido, pero el helicóptero tuvo que ser llevado a reparar. De esta forma, y por sus propios medios, el Caracol del Aire voló a Cali donde fue desarmado y trepado a un remolque para su traslado a Bogotá.
Pero aunque logró sobrevivir a ese incidente, ocurrió algo realmente irónico e inesperado: cuando venía subiendo por la localidad de Silvania, el remolque tuvo un accidente, volcó y el helicóptero sufrió graves daños que lo mantuvieron fuera del aire por varios meses.
De manera paradójica, el helicóptero que nunca había tenido accidentes en vuelo sufrió un terrible accidente de carretera.
Al final el helicóptero fue reparado, pero para esa época los costos asociados a su mantenimiento estaban afectando su operación, así que Caracol lo cedió a Helicol para otras labores, aunque le garantizaba unas horas diarias para sus reportes del estado del tránsito en la capital.
El final
En una de esas misiones de Helicol, el 10 de abril de 1997 despegó de El Dorado a las 7:55 a.m. llevando a dos pasajeros con el fin de cumplir un vuelo de transporte de valores a la Caja Agraria.
Después de efectuar escalas en las poblaciones de Vergara, Sasaima, San Juan de Rioseco, Cunday y Villa Rica se dirigió a Ibagué para reabastecerse de combustible y luego siguió hacia los municipios de Alpujarra y Santiago Pérez en el Tolima.
Luego de visitar estas poblaciones, el helicóptero despegó hacia Chaparral y se encontró con condiciones meteorológicas adversas por la presencia de llovizna y nubes bajas en el Páramo El Chinche, sobre la Cordillera Central.
Debido a esas malas condiciones, el piloto chocó la aeronave contra el cerro a una altura de 10.350 pies. Los dos ocupantes resultaron ilesos pero la aeronave quedó destrozada.
El accidente ocurrió a gran altura y el sitio era totalmente inaccesible por tierra. Se temía que los dos sobrevivientes murieran por el frío intenso reinante en la cima de esa montaña, así que se inició de inmediato una operación de rescate.
Un helicóptero fue enviado a socorrer a las víctimas. Sin poder aterrizar, por lo quebrado del terreno, tuvieron que lanzar una cuerda a la que se aferró el pasajero en primera instancia. De esta forma lograron subirlo a la nave.
Luego lanzaron de nuevo la cuerda. El piloto, que estaba en malas condiciones físicas luego del accidente, se aferró a ella, pero cuando lo estaban subiendo al helicóptero no aguantó más, por el cansancio y el terrible frío en sus manos.
Soltó la cuerda y cayó al vacío.
Un final trágico y muy triste para una etapa importante de innovación en la radio colombiana.