Una corta historia acerca de cómo nació este legendario programa en la emisora bogotana 88.9 La Superestación .
Hace más de 30 años, en 1985, me radiqué temporalmente en Nueva York mientras seguía trabajando para Veracruz Estéreo de Medellín, gracias a una licencia remunerada que me aprobó la gerencia de la emisora.
Uno de mis grandes descubrimientos fue un ‘morning show’ que presentaba la emisora Z-100, conducido por Scott Shannon.
Acostumbraba escucharlo todos los días para conocer los éxitos de la capital del mundo y para divertirme con las bromas a los oyentes, el humor, los grandes invitados y los concursos. Para mí, era algo realmente novedoso. Algo que nadie estaba haciendo ni en Colombia ni en Latinoamérica.
A mi regreso a Medellín, y como Director junto a Donnie Miranda de Veracruz Estéreo, quise implementar un programa inspirado en ese ‘zoológico’.
En 1985, ninguna emisora musical de Colombia tenía un programa de la mañana. Solamente las emisoras habladas como Caracol, Todelar y RCN, así como las “relojeras” tenían sus noticieros y programas de humor.
En cuanto a las musicales, se tenía el concepto de que en las mañanas se debía tener una programación suave, sin muchos sobresaltos, de forma que no fuéramos a estresar a los oyentes que apenas se estaban despertando y preparándose para afrontar un nuevo día, pero lo que yo escuché en Nueva York iba totalmente en contravía de esa idea, y ahí estaba una gran oportunidad.
Nace ‘Despiértese con Veracruz’
Con esa idea en la cabeza nos inventamos “Despiértese con Veracruz”, un programa que iba de 6 a 9 de la mañana.
Debo reconocer que no supe transmitirles a mis compañeros –Donnie Miranda, Carlos Alberto Ríos y John Jairo Muñoz- el concepto del programa, y terminamos creando una revista musical con algunas noticias curiosas. Para ello contratamos al periodista Tiberio Duque Alzate, quien se encargaba de realizar los libretos.
Donnie y yo éramos muy ‘jodidos’: nos guardábamos los mejores horarios para realizar nuestros turnos y les dejábamos a John Jairo y Carlos Alberto los menos fuertes, es decir, la mañana y la noche.
Para no tener que madrugar, en vez de acompañar a Carlos Alberto en las mañanas, se nos ocurrió la idea de repartirnos las notas que nos dejaba Tiberio. Cada uno grababa en un cartucho desde la noche anterior las que le correspondían, y Carlos Alberto, que era el conductor del programa, nos iba presentando como si estuviéramos en vivo junto a él.
De esta forma la emisora tuvo un espacio más agradable en esa franja, pero no era ni la sombra de lo que vendría después.
El gran aprendizaje
En mayo de 1988 recibimos una invitación de un fabricante de equipos a visitar su stand en la feria de la Asociación Nacional de Radiodifusores de Estados Unidos (NAB) en Las Vegas. Le pedimos al gerente que si nos patrocinaba el viaje y, efectivamente, nos costeó los tiquetes, el alojamiento y los viáticos.
Hay que reconocer que Alberto Vásquez creía mucho en nuestro trabajo, creía mucho en la innovación y estaba consciente de que un viaje de esta naturaleza podría traer muchos aportes a la emisora.
Por esa época transmitíamos unos programas que yo había escuchado cuando vivía en Nueva York y que habíamos comprado en Estados Unidos: “American Top 40” con Casey Kasem, “Rockin’ America” con Scott Shannon y “Future Hits” con Joel Denver. Entonces contactamos a los distribuidores de estos programas, Radio Express y Westwood One, y les manifestamos nuestro interés de aprovechar nuestro viaje a la Convención de la NAB para conocer algunas emisoras.
Ellos nos consiguieron citas con los Directores de las emisoras más importantes de Miami (Y-100 y Power 96) y Nueva York (Z-100 y Power 95).
Y si bien conocimos Power 95 de Nueva York en las instalaciones de la ABC en pleno Manhattan, el mayor logro fue haber tenido la oportunidad de visitar la legendaria Z-100, la emisora de mayor audiencia en todo Estados Unidos, pionera de los ‘morning shows’ con Scott Shannon.
No solo vimos cómo se realizaba el programa, que se llamaba «The Morning Zoo«, sino que nos invitaron a participar. De hecho Donnie, que domina el inglés, fue quien más participó, y en un momento determinado Scott lo puso a contestar el teléfono en uno de los concursos.
Donnie, de chistoso, le dijo a la concursante que se había ganado 1 millón de dólares, lo que hizo que Scott le arrebatara el micrófono para corregir ese ‘problemita’. Las leyes en Estados Unidos son muy estrictas, y la concursante ¡podría haber reclamado el premio!
Esas 2 horas que estuvimos en los estudios de Z-100 equivalen a 5 semestres de universidad. Aprendimos demasiado, y todas esas ideas las trajimos a Medellín para aplicarlas a ‘Despiértese con Veracruz’.
Los cambios que crearon una nueva historia en la radio musical
A nuestro regreso a Medellín comenzamos a aplicar –a nuestro estilo- lo que habíamos aprendido en Nueva York. Lo primero fue organizar la cabina, de forma que varias personas pudiéramos sentarnos alrededor del conductor del programa.
Luego vino la producción: aprovechamos las librerías musicales y de efectos que compramos en la feria de la NAB para grabar todo el ‘vestido’ del programa.
Y al final, algo muy importante: el ‘Morning Zoo’ de Z-100 tenía un divertido personaje llamado ‘Mr. Leonard’, interpretado por John Rio (John Carrillo, su verdadero nombre). Era una especie de asistente de Shannon, aunque siempre la embarraba.
En vista de que ninguno de nuestro equipo era lo suficientemente chistoso y no sabíamos cómo interpretar personajes, le pedimos a Mauricio Pérez, quien además de ser excelente disc-jockey se ofreció a realizar un personaje representado por un niñito travieso que siempre causaba estragos en la cabina y tenía ciertos comportamientos de adulto. Ese personaje se llamó ‘Pochito’.
El nombre lo tomamos de la forma como el papá de Donnie lo llamaba cuando era niño y quería avergonzarlo antes sus amiguitos.
En ese momento Veracruz Estéreo era la emisora número 1 de Medellín, pero el programa de la mañana acabó de posicionar a la emisora y a volverse realmente masiva.
Recordemos que su programación era 100% en inglés, y no a todo el mundo le gustaba esa música, pero al tener un programa divertido, lleno de humor, concursos e interacción con los oyentes logramos atraer una audiencia proveniente de otro tipo de emisoras.
Parece que a la gente le encantó, aunque hubo otras personas que sintieron que habíamos dañado emisora. La sintieron muy chabacana y nos llegaron a comparar con Diego Vargas “El Muchachón”, presentador del noticiero popular “Cómo amaneció Medellín”.
Carlos Alberto conducía el programa y Donnie y yo charlábamos, hacíamos chistes y concursos e interactuábamos con ‘Pochito’, que siempre llegaba en su triciclo tumbando los muebles, discos y equipos de transmisión, todo apoyado por los efectos de sonido que estábamos estrenando en la radio. Era toda una novedad.
La supervivencia de una emisora independiente es muy difícil en una ciudad grande, especialmente cuando tiene que enfrentar a las grandes cadenas que con sus ofertas comerciales, grandes descuentos y bonificaciones en otras emisoras de la plaza e incluso a nivel nacional hacen muy difícil competir desde el punto de vista comercial.
Por esta razón Veracruz Estéreo se metió en el mundo de la multimedia, primero creando una página de música en el periódico El Colombiano, luego con sus programas de videos en Teleantioquia y más adelante con su propio canal de televisión.
Y parte de esa estrategia fue la de tomar en arriendo otra frecuencia para recrear el concepto de Veracruz en una emisora de Pop Latino llamada Súper Estéreo de Veracruz.
Esa frecuencia pertenecía a la familia Pava Camelo, y gracias a esa asociación tuve la oportunidad de conocer a Fernando Pava, que ya venía haciendo ruido con 88,9 La Superestación en Bogotá.
Fernando, con una mente radial impresionante, aprovechaba sus visitas a Medellín para conocer más de cerca lo que estábamos haciendo en Veracruz, y entablamos con él una buena relación, hasta el punto de que intercambiábamos música e ideas de programación.
Si bien 88.9 ya tenía un estilo en Bogotá, mucho de lo que vio en Veracruz fue aplicado en esa emisora, que ya contaba con personalidades de radio tan importantes como Carlos Cadavid, que hacía de voice-over y presentaba algunos programas; Chucho Benavídez; Alejandro Villalobos y Andrés Nieto, que acababa de radicarse nuevamente en Bogotá luego de haber vivido un tiempo en Medellín, donde inició su carrera como disc-jockey a nuestro lado, en Veracruz Estéreo.
Fernando montó su propio programa de la mañana en 88.9. Se llamaba ‘6 F.M.’, parodiando el nombre del noticiero más exitoso del momento, ‘6 A.M.’ de Caracol. El programa, similar al que habíamos hecho en los inicios de ‘Despiértese con Veracruz’, contaba con Jaime Orlando Prada, Hernán Acero y Sandra Ramírez, secretaria de la gerencia y que más tarde se convirtió en la esposa de ‘El Capi’.
La exportación del concepto a Bogotá
La situación en Medellín se fue tornando muy aburridora: la mafia se había tomado la ciudad. Las bombas comenzaron a explotar cerca de mi casa. Mi hija, de 5 años, estaba creciendo al lado de hijos de mafiosos, y ese no era el futuro que yo quería para mi familia. De otro lado, había fuertes diferencias entre los socios de la emisora y como director me exigían estar del lado del uno o del otro.
Así mismo, veía cómo muchas de las novedosas ideas que habíamos implantado en Veracruz estaban siendo copiadas por 88.9 en Bogotá de manera exitosa. Infortunadamente lo que sucede en provincia se queda en provincia, pero lo que pasa en Bogotá trasciende a nivel nacional.
Por todo lo anterior, en el momento en que Fernando Pava me invitó a unirme a su equipo en la capital del país, no lo pensé dos veces, y en noviembre de 1988 ingresé como director de 88.9 en Bogotá.
Mi primera misión, además de organizar un poco los turnos y revisar la producción y la programación de la emisora, fue la de trabajar el programa de la mañana.
Debo aclarar que, casualmente el mismo día en que llegué a trabajar, llegaron los resultados de las encuestas, y por primera vez 88.9 ocupaba el primer lugar de audiencia, por encima de Caracol, RCN y emisoras tan tradicionales como Olímpica y Cerros Estéreo. De hecho, Fernando me cuestionó, medio en serio y medio en broma, que para qué me había llevado allí.
El hecho es que comencé a madrugar para acompañar el programa ‘6 F.M.’, que era bastante aburrido. Además no tenía un orden, no había nada divertido y, realmente, no iba a ninguna parte.
Yo estaba recién llegado y no conocía a nadie en Bogotá salvo a Andrés Nieto, con quien había trabajado en Veracruz y de quien recibí mucha ayuda. Yo necesitaba un ‘partner’, alguien divertido y con sentido de radio con quién armar el programa.
Mientras tanto había creado una parrilla de turnos que incluían a Andrés en la mañana e inicio de la tarde; a Alejandro Villalobos después de mi turno, en horas de la noche; y a Jorge Marín, un joven de 18 años a quien le habían asignado un turno de 8 a 10 de la noche, pero que al descubrir su talento lo metí en horarios diurnos.
Así mismo, Fernando me asignó un estudio de producción para mi manejo y experimentación, al lado del de James González, un excelente grabador y productor.
Y nacen «Carlota» y «Don Fulgencio«
Un día, estando en mi turno al aire, contesto una llamada telefónica donde una voz de mujer me saluda y entablamos el siguiente diálogo:
– Yo: “Buenas tardes, ¿con quién hablo?”.
– Ella: “Con Carlota”
– Yo: “¿Qué canción quieres oír?”
– Ella (con voz seductora): “ Solo quiero oír tu voz”.
– Yo: “Muchas gracias, pero estoy ocupado. ¿Quieres oír una canción?”
– Ella: “ Sólo quiero conversar contigo”.
– Yo (en tono molesto): “Mira: estoy muy ocupado al aire. Estoy trabajando. Si quieres me pides la canción o te cuelgo el teléfono”.
– Ella: “¡No, no vayas a colgar, por favor…!”
– Yo (enérgico): “Si no me dices qué canción quieres oír me va a tocar colgar. Hasta luego”.
Se produce un pequeño silencio y luego escucho la carcajada de Jorge Marín, quien estaba fingiendo la voz de una mujer y solo llamaba a molestarme.
Terminada la conversación me quedo pensando: “si este tipo, que trabaja conmigo, es capaz de engañarme con su voz, estoy seguro de que sería capaz de hacerlo con la audiencia”. Sin embargo, y hay que recordar que esto sucedió en 1988, cuando la radio era muy seria y recatada, yo tenía el temor de que alguien descubriera que ese posible personaje era interpretado por uno de los disc-jockeys de la emisora y lo tildaran de travesti.
Recordemos que hasta ese momento nadie había hecho un ‘morning show’ en Bogotá, y que los únicos humoristas de radio conocidos eran Montecristo, Hebert Castro, Los Tolimenses, Los Chaparrines y ‘La simpática escuelita que dirige Doña Rita’.
De regreso a mi estudio de producción, y luego de cacharrear con varios equipos que Fernando tenía arrumados, me encuentro con un procesador de audio para instrumentos musicales que además de los tradicionales efectos de reverberación, delay, flanger y chorus, incluía el cambio de pitch, algo que es usado por los músicos para obtener un determinado tono más alto o más bajo en sus instrumentos.
En medio de mis experimentos le enchufé un micrófono y me di cuenta de que de esta forma podía cambiar, de manera electrónica, el tono de mi voz. De esta forma sonaba más ronca, como la de un viejo, o más delgada, como la de una mujer.
Inmediatamente recordé la llamada de ‘Carlota’ (Jorge Marín) y encontré la solución perfecta: Jorge podría hacer su personaje escondido detrás de ese efecto de sonido, y así nadie pensaría que tenía un disc-jockey travesti.
Esa misma noche (esto debió ocurrir en los primeros días de diciembre de 1988) llamé a Marín y le pedí que hiciéramos unas pruebas. Era muy divertido escuchar su voz totalmente transformada, hasta el punto que llorábamos de la risa. Cité a Marín a las 6 de la mañana del día siguiente pero no le conté a nadie más.
De inmediato me puse a conectar cables y a instalar un mezclador extra en la consola de la emisora con el fin de dejar instalado el procesador.
Al día siguiente comenzamos el programa con Sandra, Jaime Orlando y Hernán, y al saludar les dije: “Buenos días. Quiero presentarles a la nueva integrante de la emisora. Esta mujer nos acompañará a partir de hoy. Buenos días. ¿Cómo te llamas?”.
Todos quedaron extrañados al no ver a ninguna mujer sino a Jorge Marín, quien inmediatamente saludó diciendo: “Hola, Soy Carlota Larrota Dávalos Hoyos… ¡Uuuuuyyy!”.
De allí en adelante el programa cambió de estilo para siempre. Sandra se levantó airada y dijo que no participaría de esa farsa. Jaime Orlando y Hernán no sabían qué cara poner.
Al finalizar el programa fuimos a donde ‘El Jefe’ a preguntarle cómo le había parecido y nos dijo que le había encantado.
Al día siguiente comenzamos el programa. Saludo a Carlotica, y en vez de escuchar su dulce, sugestiva y electrónica voz distorsionada me sale una voz ronca, profunda y malgeniada. Jorge Marín decidió jugar con el procesador, y en lugar de subir el pitch, lo bajó.
Le pregunté: “Buenos días. ¿Y usted quién es?” Y Marín me respondió: “Soy Fulgencio Cabeza Manotas”. Alejó el micrófono y dijo en voz baja: “¡Chúpeme las pelotas…!”. Soltamos la carcajada y continuamos con el programa.
Al finalizar nos reunimos de nuevo con Fernando Pava, quien nos regañó: “Ni crean que se van a poner la emisora de ruana con ese aparato. No más inventos. Arranquemos con lo que hay”.
Luego le cuento que eso era lo que yo quería del programa y que definitivamente con los otros dos personajes no podía hacer un buen show. Fernando entonces sugiere: “¿Y por qué no llamamos a El Capi?”.
Hernando Romero Barliza era un reconocido locutor comercial y presentador de videos en televisión, y tenía a su cargo la traducción al español del ‘American Top 40’. Me encantó la idea, aunque no lo conocía muy bien.
Nos reunimos, les expliqué mi idea, a él le encantó, y luego vino el momento de escoger un nombre para el programa. Yo sugerí que realizáramos una lluvia de ideas, pero El Capi, más pragmático, dijo en su tono costeño: “Eche, si el programa original se llama ‘The Morning Zoo’, ¡pues llamemos al nuestro ‘El Zoológico de la Mañana’…!”.
…y el resto es historia.