Así es la vida de un movimiento que ve por sus fans en vez de los billetes verdes.
Hay un dato muy revelador que publica El Heraldo de México: en Estados Unidos el rap y el hip-hop son un negocio que deja miles de millones de dólares al año, mientras que en México la cifra se queda en apenas 300 millones (y la cifra es dudosa).
¿Qué sucede? ¿Acaso este género musical no pueden acercarse al reggaeton? ¡Son la pareja perfecta!
En realidad no. Para el público y los artistas de la escena es una especie de sacrilegio, porque la protesta y el enojo no deberían ir con la fiesta y el libertinaje sexual.
Es un pensamiento extremo, pero así de leal es la fanaticada, que no quiere ver a sus artistas haciendo mancuerna con lo que consideran es un género vendido.
Por lo que respecta a los exponentes, hay muchos y muy buenos: Cartel de Santa, Charles Ans, MC Davo, Tino e Pingüino y más tienen millones de seguidores, llenan recintos y cantan temas fuera de la alegre temática pop.
Y tanto el reggaeton como el pop han llamado a artistas del rap para colaborar, pero por lo general enfrentan negativas.
Como ya lo mencionamos, eso provoca que el hip-hop y el rap permanezcan dedicados a nichos muy específicos, pero muy fieles; de lo contrario no veríamos 300 millones anuales en ganancias.
El racismo, la pobreza y la marginación dan para largas letras con las que los fans del hip- hop y el rap se identifican y hacen propias.