Hablamos con Emmanuel del Real y Enrique Rangel al respecto y sobre el momento que vive actualmente la banda.
Ya no es tan común verlos tocar en lugares relativamente pequeños como El Plaza Condesa, ¿disfrutaron el concierto igual que en un lugar grande o fue diferente?
Meme: Sí lo disfrutamos y sí fue diferente. Es curiosa la percepción porque para mí el Plaza es un lugar grande y siempre es un compromiso que vaya mucha gente porque uno nunca sabe. Eso es de las cosas que nunca hay que dar por sentadas. La energía se mueve de manera distinta dependiendo el lugar, pero al final nosotros tocamos igual. Tratamos relacionarnos con lo que va a pasar en el momento porque no puedes predecir lo que va a ocurrir, de una noche a otra puede cambiar mucho.
¿Ustedes prefieren los lugares pequeños sobre las grandes arenas o los festivales?
Meme: Si fuera por nosotros haríamos más presentaciones en lugares reducidos, pero ha llegado un punto en el que no es tan costeable. Tampoco es rentable o redituable económicamente, pero sobre todo no es costeable porque se ha creado toda una infraestructura y una especie de fábrica que viene detrás de nosotros que requiere y demanda ciertas condiciones técnicas, físicas y a veces económicas para poder presentar lo mismo que en un lugar amplio. Eso es lo que no siempre se puede, sin embargo El Plaza fue como un banderazo de salida en esta nueva etapa, coincidía con que ese día era la salida del disco, había fechas disponibles, estábamos en la ciudad y simplemente pensamos en disfrutar.
¿Es decir que no fue algo tan planeado?
Quique: Si bien se puede pensar que tenía más que ver con una cuestión estratégica y demás, fue más de aprovechar la oportunidad, porque es algo que no sabemos si se va a repetir y fue muy divertido hacerlo. Ahora tenemos en puerta una fecha en la Arena Ciudad de México y nos genera la misma expectativa, aunque es distinto en cierto sentido.
¿Cuesta trabajo seguirse divirtiendo igual en una banda con el paso de los años?
Quique: En nuestro caso creo que tenemos una especie de acuerdo en el que decidimos que el día en el que no sintamos lo mismo lo vamos a dejar de hacer. Afortunadamente cada vez que nos volvemos a juntar para hacer un nuevo proyecto yo veo el mismo entusiasmo de siempre. Nunca ha sido una necesidad para cumplir compromisos. La gente puede pensar en los compromisos con la disquera o la expectativa que se genera, pero genuinamente te puedo decir que cuando empezamos un proyecto, surge de la necesidad de alguno de nosotros de decir: “¿Qué sigue?, ¿a dónde vamos?, ¿qué queremos hacer?” Eso enciende la mecha que en un momento dado va a detonar la salida de ideas para un nuevo proyecto.
