“Nuestra es la voz, de todos la palabra…”, estas fueron las palabras con las que el poeta León Felipe comenzó la transmisión de radio Universidad Nacional autónoma de México el 14 de junio de 1937. Ochenta años después, un miércoles se ha realizado una transmisión de programación especial para conmemorar el inicio de Radio UNAM. En particular fui invitada a formar parte de una mesa de opinión acerca de los derechos de las audiencias en la radio pública; en ésta participamos: Adriana Solórzano, académica y presidenta de la Asociación Mexicana de Defensores de las audiencias, así como, Felipe López Veneroni, ombudsman del Canal Once y director en otro momento de Radio UNAM. Más allá de expresar las preguntas que detonaron el desarrollo de esta mesa de opinión, me gustaría centrarme en los puntos que abrieron plaza a la discusión: los derechos de las audiencias y los mecanismos de regulación que existen en torno a este proceso de acompañamiento para un radioescucha.
Adriana Solórzano estableció los elementos legales en torno a los derechos del escucha, personalmente hable de que la escucha es un derecho natural de todo radioescucha y en consecuencia, de los riesgos de ser expuestos a los contenidos de los medios abiertos. López Veneroni centró su participación respecto a las experiencias que ha vivido tanto en el instituto mexicano de la radio como en la propia Radio UNAM.
¿Con qué me quedo de esta mesa de opinión? Personalmente con la urgencia que existe respecto a la generación de contenidos sustentados para generar una mayor calidad de información y de canales de expresión para el radioescucha. Ahora, el cuestionamiento más fuerte sigue siendo la falta de un ombudsman por emisora de radio y televisión, sin importar la naturaleza de la concesión de que se trate (comercial, social, pública o educativa), así como la falta de herramientas de profesionalización de los comunicadores.
¿Qué consecuencias genera el que no existan ni órganos mediadores, ni una adecuada educación para los medios? De acuerdo con López Veneroni, uno es que no diferenciemos cuando se trata de una opinión editorial del emisor, como el que no se dé cause a las peticiones y dudas del público. Adriana Solórzano llamó la atención además acerca de las circunstancias en las que no se deja trabajar libremente al mediador de la audiencia, generando al fin y al cabo, la misma cerrazón en la que se encuentran las emisoras comerciales en donde sólo hay autoregulación en el contenido de los programas.
Pero no deseo quedarme sólo en lo que viví en esta mesa de opinión en la que se nos permitió estar dentro de la serie Prisma RU, también vale la pena hacer hincapié en las diversas formas en las que Radio UNAMN agasajó a sus escuchas. Una fue la de dejar escuchar la voz emblemática de Margarita Castillo voz oficial de Radio UNAM, realizó una serie de presentaciones musicales de tango, de música de cámara e incluso, la participación de un grupo femenino de percusionistas.
Radio UNAM, que además presentó un estado de salud pleno en sus instalaciones, nos dejó escuchar la voz de académicos, estudiantes y público en general quienes vertieron lo mucho que ha dado Radio UNAM a su audiencia.
Pensar en que la radio Universitaria logra ochenta años de historia sonora refiere a luchas sociales, a expresiones de la ciencia y también a anécdotas infaltables en las ocho décadas de transmisiones que alcanza ya Radio UNAM. Me quedo pues, con que la llegadas de Guillermo Montemayor como nuevo ombudsman para las dos frecuencias de Radio UNAM nos suponen el crecimiento para la mejora de los derechos de las audiencias. Hace falta además, como bien lo señalaron López Veneroni y Adriana Solórzano, que radio UNAM genere un Código de ética que sirva de directriz de regulación de contenidos en Radio UNAM. ¡Bueno eso, eso digo yo!
