Nos guste o no, 1998 marcó un antes y después para la música, ya que fue ahí cuando la era digital entró a sacudir todos los cánones de una industria que ha tardado en adaptarse a las tendencias de consumo de las personas.
Antes, para que una canción fuera un éxito, pasaba por distintos filtros donde intervenían artistas, disqueras y distintos planes de trabajo a corto, mediano y largo plazo.
Los sencillos eran la señal de que la canción era importante y debía ser reproducida una y otra vez en la radio. Así como existen ejemplos de popularidad orgánica, también están los que involucraban inversiones para difundir música a la fuerza.
Así eran las cosas hace poco más de dos décadas. Ahora, el panorama cambió gracias a que las personas tienen acceso de modo inmediato a la música. Con un clic basta para escuchar los temas de moda, las canciones de antaño o los lanzamientos más reicentes. Esto ha provocado que la radio, a pesar de su popularidad, cambie su forma de programar.
El ejemplo más claro de que todo cambió es More Life, el álbum más reciente de Drake. El cantante promovió el material como una playlist, no como un disco, confundiendo a todos los consumidores, locutores y programadores por igual.
¿Cuál es el sencillo o el tema más importante de More Life? De acuerdo a la disquera era “Free Smoke”, pero para la gente que escuchaba el disco en línea, era “Passionfruit”. Gracias a que los usuarios tienen acceso a todo el producto, se definió una tendencia que nunca involucró a un programador de música.
Si bien es toda una tarea colocar música con coherencia en la radio, también se rompen todos los paradigmas cuando es el público el que influye directamente en la toma de decisiones.
Los artistas se están acoplando al consumo de las personas y la radio, que sigue siendo un bastión de la comunicación y lee todos los datos digitales que tiene a la mano para una mejor toma de decisiones.
¿Quién es el que manda entonces hoy? ¿Las disqueras? ¿Los artistas? ¿La radio?
La respuesta es clara: los consumidores.