Cada octubre me encierro a ordenar y a establecer mi presupuesto del siguiente año fiscal, detallando mes por mes mis gastos y sobre todo haciendo peticiones incansables de juguetes técnicos, necesarios para que la estación para la cual actualmente laboro. Desando estar al frente en tecnología.
Que me disculpe mi jefe –y no es por ventanear a mi empresa–, pero hay cosas que simplemente tienen que esperar, de que llegan, llegan, pero no al tiempo que la situación lo merece. Para eso se necesita ser paciente y poder lograr tener el capital para poder comprar o actualizar equipos.
Cuando se lucha en el mercado, se compite con todo y con todos, sin importar el formato. Desde programación/contenido, promociones/marketing, señal/cobertura hasta en los más mínimos detalles. Todos deseamos ser una estación de primer mundo.
Pero lo que se nos olvida es que también competimos en la resonancia al aire, en la calidad en la que mandamos nuestra señal, el sonido al aire. Esto también cuenta. Desafortunadamente no hay una exigencia constante por mejorar nuestra resonancia en la trasmisión.
Es desastroso percibir nuestra señal al aire saturada, en mono, distorsionada, sin parámetros adecuados de ecualización, sin compresión, etc.
La radio por lo regular no se encarga de mejorar su sonido al aire o tiene una vigilancia pobre al respecto; es en lo último en lo que nos llegamos a enfocar. No hay atención al mismo, es desesperante que existan oídos sordos a estos casos.
Viene desde consolas parchadas, micrófonos viejos, cables que meten tierra, estudios sin acústica, equipos obsoletos, etc. Existe un declive en cómo operamos de origen nuestro audio.
Nadie está exentos de carecer de algo que no nos da esa perfección de audio. Si tenemos un audio interno pobretón, es ahí donde tenemos que empezar a trabajarlo y mejorarlo con lo que se tenga.
La atención al detalle cuenta, desde los operadores de cabina hasta quienes son responsables en el lado técnico de la emisora. Todos somos responsables del sonido que mandamos.
Un mal sonido, un mal audio o una señal corrupta nos afecta e impactará nuestros ratings. Si no hay potencia en la señal, si se pierde cobertura, se pueden perder medidores importantes del PPM’s, así de simple.
Asumimos el compromiso, pero también se requiere responsabilidad de los ingenieros y de los dueños. Hay que estar picándole las costillas a los técnicos; sin afán de juzgar, a ellos no les afecta que el trasmisor no esté funcionando al 100% de su capacidad. A veces el programador ni enterado está de la mala recepción que pueda haber en ciertas áreas, por eso hay que ser celosos de nuestra señal.
Aquí algunos sencillos pasos a seguir:
- Hay que empezar por escuchar y reajustar nuestro sonido en todos lados.
- Reacomodar y calibrar los compresores internos.
- Que los productores tengan el mismo proceso y parámetros de producción.
- Mejorar e igualar los sonidos de consola, nivelar lo canales de trasmisión.
- Remplazar las canciones que estén dañadas.
- No bajes canciones de YouTube.
- Solicitar una visita al trasmisor y reajustar las métricas de ecualización.
- Que todos los locutores graben su voz o voice tracks en un solo lugar para que tengan el mismo sonido.
- Revisar o sustituir las tarjetas de audio.
- Inspeccionar los comerciales que llegan de agencia, re aplicar la ganancia si es necesario.
Hay muchas maneras y pasos para mejorar nuestro sonido interno. Hay que intentar por algún lado a optimizarlo. Créanme, se nota.
Por el momento, si no hay para juguetes tecnológicos o para el transmisor de última generación o para el nuevo procesador de audio Omnia 11, ni hablar. Hay que seguir poniéndolo en los presupuestos anuales de los años venideros, chance y llegue, cuando tenga que llegar. Pero recuerda que tu sonido también es fundamental.
@carlostovias
Con 25 años de experiencia en la Radio, Carlos Tovías es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UMAN. Actualmente es Director y Asesor de Programación.