Exactamente hace diez años Marcelino Perelló fue tema en reiteradas ocasiones de esta columna La Ventana Ciega. En el año 2012 muchos analistas de medios, críticos, estudiosos y grupos de mujeres que han trabajado en pro del buen uso de los medios en materia de equidad de género habíamos marcado ya las reiteradas faltas que se habían expresado en Sentido Contrario, emisión conducida por el catedrático Marcelino Perelló en Radio UNAM.
Esta vez si aplica que lo diga: ¡Se los dije, se los dije y se los dije! En por lo menos tres columnas de La Ventana Ciega denuncié el uso de expresiones altisonantes y de discursos agresivos de parte de Perelló hacía las mujeres, pero también acerca de grupos vulnerables y contra personajes públicos.
Hoy, dadas las faltas de respeto que expresó el “comunicador” respecto a un caso de abuso sexual y pederastía muy mencionado en las últimas semanas, la administración de la radio universitaria ha cesado a Perelló.
Por supuesto que el tema ha sido viralizado, y no sólo implica la descalificación al que otrora fuera líder del movimiento estudiantil de 1968, sino que ha tocado a la propia Radio UNAM, a su director Benito Taibo, e incluso ha retumbado en la polémica que toca a “la libertad de expresión” y, en caso de ser comprobada, si el cese de esta serie radiofónica es “justa” o “injustificada”.
Más que irme a los hechos que ya se han reiterado, deseo hacer puntualizaciones respecto a la Ley Federal de Radio y Televisión que data de 1960 y que no ha entrado en total desuso, aún con la aprobación de la Ley federal de Medios en 2014, puesto que, dice la ley, los artículos y cláusulas que no devienen con la nueva ley no serán derogados. En fin… La Ley Federal de Radio y Televisión sí preveía la salvaguarda de los contenidos de los medios electrónicos respecto a evitar el uso de palabras altisonantes, que alteren el orden público o llamen a la discriminación o segregación. Estos son términos que ahora están mucho más puntualizados en las legislación de los derechos de las audiencias, y no deben ser confundidos con censura o represión.
Aquí cabe señalar que Marcelino Perelló dejó ver siempre en su línea editorial elementos que más que comunicar agredían o ponían en entredicho a los actores de sus notas.
Cuestionemos ahora ¿es factible que Facundo, por decir algo, en Ya Párate! de Los 40 Principales use palabras o expresiones altisonantes (aclaro no leperadas o groserías, sino expresiones que alteran o denostan a un sujeto), más o menos que Marcelino Perelló en Radio UNAM? ¿Podríamos imaginar más agresivo a Facundo por hacer radio comercial que a Perelló por hacer radio universitaria? Cambiemos a Facundo por Platanito Show… ¿Marcelino Perelló está agrediendo menos a su audiencia por tocar temáticas noticiosas o políticas que Platanito Show por escenificar chistes colorados?
En realidad más allá de cuán acertado ha sido terminar la serie Sentido Contrario en 2017, durante la administración de Benito Taibo –y no en el 2008 o en 2012 bajo la administración de Fernando Chamizo– hay que dar cuenta de cómo se limitan, en nombre de la libertad de expresión, las consecuencias a los locutores, comentaristas o conductores de la radio; olvidamos con facilidad que la responsabilidad de nuestros dichos en los medios de comunicación masiva son tan altisonantes (para bien y para mal) que deben considerarse bajo la responsabilidad de quien los emite, tanto como de quienes participan en la transmisión de estas ideas; no sólo el director de la emisora, todos.
Y por último me alegra que ya haya una expresión civil más libre de las audiencias, como ha sido el caso de un discurso misógino de Perelló que se viralizó y, al fin, después de tantos años de mencionar las graves faltas que Perelló fue cometiendo sobre sus audiencias, éstas tuvieron una secuela correspondiente.
¡Bueno eso, eso digo yo!