en tres actos:
Uno:
Hay un chiste que se cuenta en los corredores de la industria musical. Van dos amigos caminando por Central Park de Nueva York cuando, de repente, pasan el Papa Francisco y Polito Vega charlando animadamente. Los dos camaradas se detienen estupefactos.
—¿Viste eso? —
—¡Sí! —responde el otro, boquiabierto—. ¡Quién sabe quién será ese señor de blanco, pero si es amigo de Polito Vega, debe de ser alguien importante!
Dos:
En su novela sobre su vida en las correccionales de Nueva York, el ex policía Al Bermúdez relata una escena en la que un preso de origen hispano le dice, después de un sábado especialmente agotador: Mira, hermano, mañana es domingo, día de Salsa con Polito Vega. Encuéntrate un lugar donde puedas relajarte y escuchar la música, el día se irá rápido.
Tres:
Un grupo de hombres y mujeres abren el lujoso tomo editado en 2009 por el Museo de la Ciudad de Nueva York, una guía ilustrada sobre los 400 personajes más importantes de la Gran Manzana. La ocasión: conmemorar el cuarto centenario de la llegada de Henry Hudson por el río que hoy lleva su nombre. Los curadores de la exposición impresa incluyen una lista variopinta y representativa con nombres como Franklin Roosevelt, John D. Rockefeller, Woody Allen, Rudolph Giuliani y… Polito Vega. Un libro, por cierto, apropiadamente publicado en 2009, el año internacional de la astronomía, con alguien que, desde la primera vez que tomó un micrófono hace más de 50 años, ayudó al ascenso de tantas estrellas.
“Tú serás Polito”
Las tres escenas parecen, de hecho, de una película de Woody Allen. Pero todas son reales. Si Elvis fue el rey del rock ́n ́roll, entonces Polito Vega es el rey de la radio, o quizá más apropiadamente, el rey de la radio-salsa, si es que es posible acuñar tal término. Polito ha sido una presencia constante en la radio de Nueva York durante más de cincuenta años y es difícil imaginar una persona más representativa y querida, alguien que es ya casi parte del aire de esa ciudad. Hipólito Vega Torres —Polito para todos—, nació en la playa de Ponce, Puerto Rico, en 1938. Su padre era chofer de autobús. De niño vendía periódicos para ganar algún dinero, pero su sueño era cantar. La historia de mi infancia está en Puerto Rico, cuenta Polito con su poderosa voz, que sigue rugiente como la de un león, a sus 77 años. Mi juventud fue como la de cualquier otro niño: ningún niño quiere ir a la escuela, ningún niño quiere trabajar, lo que quiere es estar en la calle, y eso me pasó a mí. Estaba en la escuela Santiago González, pero mi atención estaba más en los cantantes de moda, porque me gustaba mucho oír la radio. Mi mamá siempre estaba detrás de mí para que yo estudiara o trabajara, pero en verdad lo que estaba en mi mente era cantar. Era muy difícil porque había mucha competencia, yo era muy joven y no sabía qué inventar. A los 17 años tenía un trío y cantaba en las fiestas patronales, llevaba serenatas, ésa era mi vida. Me ayudó mucho que aprendí a tocar la guitarra. No tuve una alta educación académica porque no me gustaba ir a la escuela, pero afortunadamente me dediqué a leer y a aprender el idioma español. Fue en Puerto Rico, durante sus andanzas como cantante, que adquirió su apodo, después de ganar un concurso de canto en San Juan. Cuando le preguntó su nombre, el maestro de ceremonias hizo burla de él. ¡Qué feo nombre!, dijo. Nunca vas a llegar a ningún lado con ese nombre. Mejor serás Polito. En 1957, ya casado y con 22 años, partió rumbo a Nueva York. Comenzó a trabajar como empleado del puerto, viviendo con uno de sus tíos en la esquina de Broadway y la calle 262, y esperando cumplir su sueño de ingresar al mundo del espectáculo. En ese entonces no pasaba por su mente convertirse en locutor. Pero sí le gustaba hacer voces, sonidos e imitar a los locutores con sus amigos. También solía comprar el periódico y leerlo en voz alta. En Puerto Rico yo nunca hablé en la radio, confiesa. El entusiasmo por ser locutor comenzó cuando llegué a Nueva York y escuché en una estación de radio una voz muy conocida, muy parecida a la de un amigo mío que tenía en Puerto Rico. Y efectivamente, cuando averigüé, resultó que sí era dicho amigo (Julio César Cabán). Él me dio la primera oportunidad de hablar en un programa se llamaba Fiesta Time3, en la WEVD-AM, que era de noche. Me dejaba identificar la emisora o decir la hora, pero eso era todo.
La historia dice que, al principio, Polito sólo contestaba las llamadas y leía algunas peticiones del público, y que el productor del programa quedó tan impresionado con su voz y su estilo que le dijo que debería tener su propio show.
Así, cuando su amigo Julio César enfermó, Vega ocupó su lugar en Fiesta Time. Polito estuvo por primera vez a cargo del micrófono alrededor del año 1963, cubriendo turno de la media noche a las seis de la mañana. La radio en español era primitiva, recuerda, totalmente nueva. Había solamente dos estaciones de radio en AM, y una de ellas era de medio tiempo. En aquel tiempo, si no sabías leer, no podías estar en la radio, porque todos los comerciales eran en vivo y había que leerlos; había muy pocas grabaciones. Para superarme, por las noches me llevaba los comerciales de la emisora a casa, los leía en voz alta, me los aprendía de memoria. Fui mejorando mi español, quería superarme.
Pero si la radio en español era primitiva a principios de la década de los 60, mucho más rústica y defectuosa era la programación. Había dos mundos muy distintos, explicó Vega a The New York Times en 2009. En los salones de baile (…) podías oír a las orquestas de Tito Puente y Machito causando revuelo, pero en la radio sólo había tríos románticos. Polito Vega fue el primero en introducir a la radio ritmos como el mambo, el son cubano, el cha cha cha y, finalmente, la salsa. Las estaciones de radio (latinas) sólo tocaban música instrumental de guitarra y algunos boleros, dice el editor de DTM Magazine, Javier Castaño. Músicos como Machito, Felipe Rodríguez y Tito Puente ya estaban en la escena, pero ningún locutor quería tocar su música. Fue Polito Vega quien tocó la primera canción de salsa, un single de 45 rpm de Johnny Pacheco titulado “El campeón”. Tras él llegó el tema Che Che Colede de Willie Colón, y a partir de entonces la salsa inundó la Gran Manzana.
Fin de la 1era parte