Aquí la palabra clave es Hurban (con hache, porque es Urban pero es Hispanic), un formato implementado bajo la mirada vigilante de Alonso por Clear Channel a principios del siglo que corre. En él, los programadores combinan libremente singles en español y en inglés —y otros en ambos idiomas— y los locutores pueden comenzar una oración en el idioma de García Márquez y terminarla en el de Stephen King. El slogan de Clear Channel para sus estaciones en español era de la más fina ironía: Latino and proud. Así, en inglés.
No es que la radio hispana fuera un fenómeno nuevo en 2004, cuando Alonso llegó al gigante de las comunicaciones con la propuesta de convertir varias emisoras al español. Tampoco que ellos hubieran inventado el spanglish. Una creciente población latina con un creciente poder de compra (más de 600 mil millones de dólares, tres veces más que en 1990, de acuerdo a Heinrich Hispanidad) había por fin despertado de su letargo a la industria. Y del spanglish se quejan ambas culturas desde hace casi medio siglo. Pero las terceras y cuartas generaciones de latinos nacidos en Estados Unidos, es un hecho, no tienen las mismas reticencias que sus abuelos y bisabuelos.
En sí nosotros no fuimos la primera radio que tuvo locutores que hablaban en inglés y español, explica Alonso. En KXTN de San Antonio, mucho antes de Mega 101, los locutores también hablaban en inglés y español. KXTN fue una pionera en esa transición. Cuando lanzamos Mega 101 —la estación de Houston, punta de lanza del nuevo formato—, estaba dirigida a las personas jóvenes, latinos que no estaban escuchando música en español. Fue una especie de ejercicio que cambiamos a los tres meses de haber iniciado. Luego volvimos a hacer ajustes a los seis meses, y a los nueve, porque era algo que nunca se había hecho, y es muy difícil hacer investigación de mercado con algo que no se ha hecho nunca. Cuando Mega 101 entró a sus mejores momentos, se tocaba mucho más música en español que en inglés. Lo que yo quise era contar con locutores que tuvieran tanto buenos fundamentos de inglés como de español; si vas a hablar en los dos idiomas, el locutor debe pronunciar bien ambos, sin matar a uno ni al otro. En el proceso de conversión, busqué locutores que pudieran reflejar los intereses y la forma de ser de la juventud; sus deseos y su estilo de vida en el país, y creo que aún no se ha logrado del todo.
De Cuba a Nueva York
Mucho tiempo antes de reflexionar sobre estas cuestiones, Alfredo vio la primera luz del día el 13 de octubre de 1960 en Cuba. Su padre había nacido en España pero se había criado en la isla. Al mes de haber nacido, se mudó a los Estados Unidos. Me crié en Nueva York; primero en Staten Island, y de ahí nos mudamos al Bronx. Viví cerca del Yankee Stadium, donde estuve hasta los once años. Fui hijo único. Mi papá trabajó por muchos años en restaurantes en este país, aunque era periodista en Cuba. Cuando era joven había trabajado en un periódico llamado El Mundo, como editor en jefe. Mi mamá trabajó en una fábrica. Vivimos en una casa muy unida donde mi papá siempre quiso que yo mantuviera mis raíces latinas. No quiso que me hiciera completamente americano, lo mismo mi mamá. Ella tendría unos 23 años y no hablaba mucho inglés. Fue la típica historia de personas que vienen de otro país a buscar oportunidades en Estados Unidos, pero siempre unidos como familia. Mis amigos no hablaban español porque crecí en una zona de gran influencia irlandesa. Pero entre el 68 y el 71 empezó a cambiar la población del Bronx, se puso un poco más difícil, y fue por eso que salimos a vivir a New Jersey, que era la meca de los cubanos.
Radio y Música
En Nueva York asistió a la Emerson High School y posteriormente estudió Comunicación en New Jersey. Siempre tuve ganas de ser locutor; desde que tenía unos doce años estaba fascinado con la radio. Pasaba mucho tiempo en mi cuarto solo, escuchando diferentes estaciones por la noche me ponía a hablar con los locutores. Les llamaba y les preguntaba cosas de la radio; los artistas no me interesaba mucho. Siempre tuve interés en la programación, es decir, por qué tocaban en cierto tipo de música, por qué cierto tipo de locutores, por qué hablaban de cierta forma, el lenguaje que utilizaban. Ya en la preparatoria, cuando tenía unos 15 años, mis padres me compraron dos tocadiscos y yo tenía dos grabadoras, y diariamente de tres a seis de la tarde hacía un espectáculo en mi casa, que nadie escuchaba. Ahí empecé a darme una idea de cómo eran las rotaciones de música. Yo mismo aprendí hablando con los locutores: por qué algunas canciones se tocaban más que otras, por qué ciertas canciones de algunos años se tocaban más. Me gustaba visitar las estaciones de radio, como una muy famosa de música afroamericana que era la WWRL de Nueva York. Me hice gran amigo de un señor llamado Gary Byrd. Su programa era de las doce de la noche a las 5:30 de la mañana, y yo me quedaba hasta las tres de la mañana hablando con él. Solía explicarme por qué hacían las cosas de cierta manera, y de ahí comencé a tener un gran aprecio a la programación.
Su primer trabajo como locutor fue en la WRLB, 107.1, una estación de New Jersey. Comenzó con un programa los domingos, de dos a seis de la tarde. Posteriormente estuvo en la KDWB y en la KMAP. Sin embargo, su primera gran conquista no fue tras el micrófono, sino en la industria editorial, con la fundación de la revista Radio y Música, la primera en su tipo, donde publicaba charts de la música en español por categorías. Tuve la oportunidad de conocer una publicación que se llamaba Radio and Records, recuerda, una revista de gran influencia en la música anglo. Yo trabajaba en una estación como director de programación en Minneapolis, pero en 1989 me retiré porque tenía muchos problemas en Minnesota. Mi padre y mi madre vivían en Tampa, mi hijo Adam tenía un problema de asma, y con el frío de la ciudad se me hizo muy difícil seguir trabajando ahí. Regresé a Tampa, quise hacer algo en la radio pero no encontraba dónde. Entonces se me ocurrió hacer algo parecido a Radio & Records, pero para la música latina, pues no existía ninguna revista de su tipo y menos un Billboard, que tenía el Top 100 (latino), donde toda la música estaba revuelta: había regional, tropical, salsa, merengue, texana, que en esa época era muy fuerte, romántica, balada: todo mezclado. Lancé una revista para el mundo hispano llamada Radio y Música, muy parecido a Radio & Records.
Con el impulso que tomó la publicación, entre 1991 y 1997 sus actividades se extendieron a la organización de la Convención Radio y Música que se convirtió en un importante foro para el lanzamiento de varios artistas latinoamericanos. Por ejemplo, explica su fundador, Selena se dio a conocer a nivel nacional en la (primera) Convención en el año 91. En ese entonces ella ya tenía mucha fama en Texas, pero fuera de ese estado no tenía mucha salida. A partir de que se presentó en la convención en el año 91 detonó, y de ahí siguió a México. Shakira, Alejandro Fernández y Marc Anthony, entre otros, también se dieron a conocer en la convención, que durante algunos años también se llevó a cabo en Puerto Rico.
Del libro de monitorLATINO En la Misma Sintonía: Vidas en la Radio
Fin de la 1era parte