Es decir, pasamos de vislumbrar el fin de la industria a encontrar todo un abanico de posibilidades tan rentables que la industria radiofónica se perfila como uno de los mercados más atractivos para los inversionistas.
Los consumidores de radio valoraron a las emisoras que ofrecían información de respaldo fuera del entorno radiofónico, ya sea a través de una página web, una transmisión en vivo con vídeo o contenido digital en las redes sociales del programa o la emisora.
Por otra parte, el nivel de interacción al ofrecer distintos canales de comunicación aumentó el interés de los radioescuchas. Y las llamadas a cabina dejaron de ser el único medio para conversar con los locutores, sino que también podían darles seguimiento a través de las redes sociales, lo que afianzaba la sensación de cercanía.
Finalmente, los auditorios señalaron que las señales digitales o transmisiones por internet registraban una mayor calidad en la señal, lo que habla de la necesidad de mantenernos actualizados en cuestiones técnicas, pues los oyentes lo toman muy en cuenta.
Estas estrategias, por muy simples que parezcan, resultaron fundamentales para atraer a nuevos oyentes mejorar la experiencia de quienes hasta ahora se habían mantenido fieles a este medio de comunicación.
¿Qué nos depara el 2017? No podemos saberlo con certeza, pero, mientras nos mantengamos al tanto de la reacción de las audiencias, podremos consolidar a la radio del siglo XXI.
Yeni Rueda