Para el funcionario, éste debe contar con la perspicacia del reportero que va detrás de la nota y al mismo tiempo encontrar lanzamientos que puedan enriquecer el catálogo de la estación.
También es vital la sensibilidad para identificar cuáles son los gustos del auditorio. Para ejemplificar este punto contó una anécdota en la que una personalidad de la radio se encontraba desayunando en un restaurante. La mesera que lo atendía se dirigía cada tanto a la rockola para poner la misma canción. El personaje le preguntó si no se aburría y ella dijo que no, porque la canción le encantaba. Entonces se dio cuenta que para que la radio sobreviviera (en ese momento la televisión comenzaba a comercializarse de manera masiva y se hablaba de “el fin de la radio”), había que voltear hacia lo que la gente quería escuchar, y ponerlo a su alcance en las transmisiones radiales.
Esto ha llevado, a que, en el presente, los programadores trabajen por medio de nichos, ya sea de géneros (rock, música en inglés, baladas), edad del auditorio (niños, adolescentes, personas de la tercera edad), o incluso las horas del día; ya que, en palabras de Reyes Torres, no es lo mismo programar música para la mañana que para la noche.
Para finalizar, comentó que en el IMER se cuenta con 21 programadores que trabajan especialmente para cada una de las estaciones del instituto, permitiendo que cada una de ellas desarrolle su propia personalidad y siguiendo la guía de programación elaborada por los profesionales.
Yeni Rueda