Narcotráfico: la dura batalla en México contra la amapola

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    Narcotráfico: la dura batalla en México contra la amapola
    Soldados arrancan con sus manos las amapolas, planta base del opio, para luego arrojarlas a cuatro fogatas y en menos de dos horas limpiar una colina enclavada en una frondosa cadena montañosa del noroeste de México.
    Es jueves, los soldados han destruido media hectárea de cultivos y el teniente Juan Pablo Hernández Zempoaltécatl apunta hacia otra empinada colina, detrás de una hilera de pinos, adentrándose más en la Sierra Madre Occidental, majestuosa cadena montañosa que recorre medio México en paralelo al litoral Pacífico.
    Su unidad de 18 hombres ha destruido 39 campos que suman 15 hectáreas desde que instalaron su campamento hace dos semanas luego de recorrer día y medio un intrincado camino de colinas plagado de víboras e insectos venenosos.
    Hernández estima que les quedan 20 días de agotador trabajo para limpiar esta remota área, donde pasan las frías noches en pequeñas tiendas instaladas entre la maleza.Pero también cree que una vez que destruyan los cultivos, los campesinos rápidamente volverán a sembrar y en unos tres meses las amapolas florecerán.
    «Es fastidioso ver tanta amapola todo el día», dice el teniente de 24 años mientras regresa a su tienda.Las amapolas son cultivadas por campesinos locales, quienes extraen goma de opio de sus bulbos para venderla a grupos criminales como el cartel de Sinaloa, que la transforma en heroína.
    «Cada vez que nosotros destruimos (…), el personal (militar) cuando se retira de esta parte, los lugareños vienen y vuelven a sembrar», comenta el coronel Cipriano Cruz Quiroz, jefe de una unidad especial antinarcóticos destacada en Badiraguato, Sinaloa.»No nos ven bien pero nos toleran. Ellos tienen su trabajo y nosotros el nuestro. Ellos siembran y nosotros destruimos», dice Cruz.

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