Tal vez cuando el radioescucha oye la voz del presentador de sus éxitos musicales favoritos parezca que no pasa nada pero, la mera verdad, el locutor de cabina es una fuente de intimidad para el radioyente.
No es sólo una asociación por recordación de voz, o por un uso cotidiano de la radio como compás de fondo mientras se realizan todo tipo de actividades cotidianas. El locutor es el enlace para conocer todo tipo de temáticas, desde consejos para llevar mejor las relaciones de pareja, como lo hace María Elena Roldán en Amor 95.3, o para informador del estado que guarda el exterior cotidiano del transeúnte; en ocasiones es el paño de lágrimas de las mil y una andanzas que los radioescuchas viven en el día con día. Aquí me vienen a la mente Don Héctor Martínez Serrano o Sofía Sánchez Navarro.
El locutor y la locutora de cabina son una voz de la familia del radioescucha. Esto no es una exageración, simplemente imagina cómo Toño Esquinca, Gabriel Escamilla o Rocío Córdoba intiman contigo cuando te están aconsejando frases para vivir mejor, tips para hacerte de una vida más feliz, incluso, cuando se vuelven el consejero familiar para la toma de decisiones en prevención y salud, para la seguridad familiar o para aconsejarte a dónde ir a pasártela bien con tus hijos, marido o hasta con el amante.
Hace unos días, lamentablemente Tere Mijangos, excelente locutora comercial y pareja de vida de Mariano Osorio de Joya 93.7, falleció; esto podría parecer un asunto familiar y particular del comunicador y director de Joya; sin embargo, Mariano Osorio ha acompañado la vida de cientos de familias y al quedar él en viudez, sus hermanos de oreja, sus amigos de detrás del aparato receptor, han vivido la pérdida que el propio Osorio está transitando. Me conmovió hasta las lágrimas una llamada de una radioescucha que le dijo de la nada: “Mariano, quiero hablar contigo fuera del aire…”. El comunicador bromeó, arguyendo: “¿Dónde nos vemos?” De pronto la radioescucha le dijo: “Tú y yo somos de la misma familia, nuestros hijos tienen las mismas edades, mis hijos y yo te escuchamos desde hace veintidós años, y –le dijo– tu pérdida es mi pérdida también”.
En fin, yo me puse a llorar, pues caí en la cuanta que si bien los locutores de radio no muestran su cara al radioescucha con la frecuencia que lo haría un conductor de televisión, exponen en cambio su oreja, su voz, su corazón, a tal grado de intimidad que se crea una profunda relación interpersonal entre el oyente y el emisor, donde la frase del día que te otorga tu locutor es, de verdad, un axioma que aplicamos en la vida privada y la pública.
Es obvio que en muchas ocasiones este jugueteo entre locutor y radioescucha puede ser no sólo un lazo de confianza, es también un lazo de amistad, compadrazgo o de exceso de confianza “entre escucha y elocuente”: Pienso aquí en la urgencia de ser bromeado por El Panda José Antonio Zambrano, por los Hijos de la Mañana, o la necesidad, casi enfermiza, de que David Páramo te hable de finanzas públicas, mientras te “zarandea” con palabrotas por ser un “tenteleque” inversionista…
El locutor, así como el conductor de radio, es un consejero financiero, un policía, un ilustrador, a veces un gran mentiroso, pero en la mayoría de los casos se vuelve tu voz interior que además de sugerirte cuáles son los éxitos musicales que más halagan a tu oreja, se vuelve tu voz interior sugiriéndote marcas para vestir, productos para alimentarte, entretenerte o regalar a tu pareja. Los locutores son una y mil voces en tu cabeza, pero sobre todo tu locutora o locutor favorito es tu primera familia, tu primer gran consejero, tu amigo íntimo y a veces, por qué no… Es tu primera voz cantante y vibrante.
¡Bueno eso, eso digo yo!
Claudia Segura