Aunque en la actualidad la radio puede verse como una plataforma menor frente a otros medios de comunicación, lo cierto es que es un eje fundamental para la sociedad actual y su aparición transformó por completo a los Estados Unidos.
Uno de los cambios más notorios fue el aumento en el flujo de la información y por lo tanto de la comunicación. Gracias a los noticieros o los programas de variedad, los habitantes de Nueva York podían entrar en contacto con la gente de Alabama, por ejemplo.
Fue en la radio que se fundaron las bases de una sociedad diversa y con distintas estructuras de pensamiento. Pensemos, sólo un momento, en el asombro de los radioescuchas cuando escucharon emisiones en vivo. Esta rapidez e inmediatez comenzaron a transformar —de igual manera— el flujo de la vida norteamericana.
Pero no sólo tuvo injerencia en la evolución de las plataformas informativas, sino también en la publicidad y el mundo del entretenimiento. Ágilmente, la radio se convirtió en una gran plataforma de consumo, y los publicistas tuvieron que desarrollar estrategias narrativas y creativas que más que vender, generaran una emoción relacionada con el producto o la marca a promocionar.
Esta misma estrategia se usó para los programas que no sólo programaban música, sino que generaban sus propias historias de ficción. Basta recordar el episodio de Orson Wells y La Guerra de los Mundos.
La radio había aparecido en los primeros años del siglo XX y para 1930 12 millones de hogares ya contaban con esa tecnología. Casi todas las grandes cadenas que conocemos hoy en día tuvieron sus inicios en una estación radiofónica.
Así que en lugar de demeritar el valor de la radio en la cultura actual, debemos mirar hacia el pasado, pero también al futuro, puesto que las emisoras han sabido (algunas con mayor o menor éxito) adaptarse a los cambios tecnológicos, y compartir audiencias con el cine, la televisión, y ahora el internet.
Yeni Rueda
