RADIO NOTAS.-El pasado domingo se despidió de Ponce, de Puerto Rico, de su familia y su público don Enrique Lucca Caraballo, mejor conocido como “Don Quique”. Como miembro de esta comunidad salsera sentí mucho la partida de nuestro héroe, pero al mismo tiempo reflexioné y celebré que haya dedicado su sana y larga vida a este oficio. Don Quique creó una agrupación legendaria y con su trabajo y vida ejemplar hizo culto al trabajo serio y duro que no tiene otro resultado que el éxito.
Nació en el pueblo de Yauco un 12 de diciembre de 1912 (12/12/12), pero fue en Ponce donde se estableció, formó su hogar y dio vida a una de las agrupaciones más importantes y representativas de nuestro género salsero. El Cuarteto Internacional que organizó junto a su hermano y que luego se transformaría en el Conjunto Internacional fue la base para que en 1959 constituyera su mayor creación, aportación a la música y a nuestra cultura popular: La Sonora Ponceña.
Trabajo, disciplina, tesón y un respeto profundo por el oficio, la música y el público describen la trayectoria de don Quique. Las anécdotas sobre su disciplina con los horarios y el manejo de las presentaciones, son legendarias. Mientras su salud se lo permitió nunca faltó ni llegó tarde con su Sonora a ninguna presentación. Inclusive, trabajó puntualmente los días que tristemente tuvo que despedir a su señora madre, su esposa y a una de sus hijas. Casi hasta el final, se encargó de todos los asuntos administrativos de la orquesta, incluyendo sus compromisos contributivos, dando muestra de su claridad y habilidad mental.
“La calidad no se improvisa”, dice un refrán popular. Es por eso que el fundador y director de La Sonora mantuvo la buena costumbre de ensayar su agrupación religiosamente, semanalmente, durante todos estos años. No es por casualidad la excelencia del llamado “Gigante del Sur” a sus 60 años de fundación.
El domingo, a pesar de la triste noticia, La Sonora Ponceña se presentó en las fiestas de la fundación del pueblo de Santa Isabel, cumpliendo con su público y haciendo lo que su máximo líder hubiera querido.
Se va don Quique y deja un legado en su familia, sus fanáticos, sus compañeros, su pueblo, su país y el infinito. Queda sobre los hombros de su hijo, el maestro Papo Lucca (a quien encaminó y apoyó para que se convirtiera en uno de los músicos más talentosos e importantes de nuestra era), la responsabilidad de seguir llevando a “La ponceña” como hasta ahora y mantenerla en el sitial por el cual su padre trabajó junto a él prácticamente toda su vida.
Mi más profundo pésame para la familia Lucca, el maestro Papo y los integrantes de La Sonora Ponceña. Por motivos de trabajo me encuentro fuera de la Isla y no voy a poder acompañarlos a despedir a tan distinguido personaje, pido disculpas por ello.
Vuele alto don Quique, tranquilo, descanse en paz que 103 años después de su nacimiento no dejó nada pendiente y queda la misión cumplida. ¡Camínalo!
Por Gilberto Santa Rosa