– ¿Para quién es esa carta?
– Para mí mismo.
– Y, ¿qué te pones?
– ¡Cómo quieres que lo sepa si aún no la he recibido!
– Después de la tormenta no siempre viene la calma.
– ¿Por qué dices eso?
– Porque a veces viene tu mamá con regaños porque no metiste la ropa.
– Doctor, ¿se pueden tener hijos después de los 40?
– Personalmente, señora, yo creo que con cuarenta ya hay bastante.
– Me encontré a mi mujer embarazada con otro en la cama
– ¿Y qué te dijo?
– Que no me preocupara, que sólo era un antojo.
Había un niño tan feo, pero tan feo, que su papá en vez de darle un nombre le dio un apodo.