Nota publicada originalmente el 1ero de junio de 2017
En Colombia, muchos Directores de emisora se sienten en inferioridad de condiciones porque los diales de sus emisoras no terminan en frecuencias con decimales impares. Es fácil encontrar, en diferentes ciudades, emisoras con frecuencias como 99.0, 97.4, 95.6, etc.
¿Y esto a qué se debe?
La explicación no es fácil y requiere leerla con mucha atención:
Primero veamos la parte técnica: El espectro electromagnético está dividido en diferentes bandas, que el Estado asigna para diferentes servicios: radio en AM, radio de onda corta, televisión en VHF, microondas, telefonía celular, operaciones aeronáuticas, etc.
La banda de radio comercial en FM comienza en los 88.0 MHz y termina en los 108.2 MHz.
Debajo de los 88.0 MHz están las frecuencias de los canales 2 al 6 de televisión, y encima de los 108.2 MHz están los canales de televisión en VHF del 7 al 13. Por esto, en algunos radios es posible escuchar, en el rincón izquierdo o derecho del dial, la señal de televisión de estos canales.
En el siguiente gráfico se observa cómo está dividido el espectro en lo concerniente a la radio:
La banda de FM está dividida en 100 canales, cada uno de 200 kHz de ancho (es decir, 0.2 MHz). Comienza en el canal 201 y termina en el canal 300.
El canal 201 va de los 88.0 a los 88.2 MHz. El canal 202 va de los 88.2 a los 88.4 MHz, y así sucesivamente hasta el canal 300, que va de los 108.0 a los 108.2 MHz.
El centro de cada frecuencia se localiza en la mitad del ancho de banda de cada canal de FM, es decir 0.1 MHz arriba de la parte más baja del canal. Por ejemplo, la frecuencia central del canal 201 es 88.0 MHz + 0.1 MHz = 88.1 MHz.
Teniendo en cuenta lo anterior, las frecuencias centrales de FM se determinan así:
88.0 MHz + 0.1 MHz = 88.1 MHz
88.2 MHz + 0.1 MHz = 88.3 MHz
88.4 MHz + 0.1 MHz = 88.5 MHz
Y así sucesivamente hasta los 108.0 MHz + 0.1 MHz = 108.1 MHz.
De esta forma, cada centro de frecuencia debería terminar con una extensión decimal impar: .1, .3, .5, .7 o .9.
Como dije al principio, cada frecuencia, para evitar interferencias, está separada de su vecina en 200 MHz (hacia arriba y hacia abajo). Por esto la separación es cada 0.4 MHz.
De esta forma, en la mayoría de países de América las frecuencias están organizadas así: 88.1, 88.5 (88.1+0.4), 88.9 (88.5+0.4), 89.3 (88.9+0.4), 89.7, 90.1, etc.
Sin embargo en Colombia, además de las llamadas “frecuencias impares” también tenemos las “frecuencias pares”.
Esto se debe a que en algún momento, cuando se concesionaron las frecuencias de FM a inicios de los años 80, el Ministerio de Comunicaciones decidió dejar el mismo decimal para todas las emisoras de un mismo mercado. En lugar de separar las frecuencias cada 0.4 MHz, las separó cada 1.0 MHz, quitando la posibilidad de abrir más emisoras. Es decir, todas las frecuencias de Bogotá y Medellín terminaban en .9 (separación de 1 MHz); las de Cali terminaban en .5; las de Barranquilla en .1; las de Cartagena en .5, y así en otras ciudades. De esta forma, las frecuencias en Bogotá quedaron así: 88.9, 89.9, 90.9, 91.9, etc.
Aún no sé por qué el Ministerio tomó esa decisión, creando una situación única en nuestro continente y posiblemente en el mundo. Esta situación, además, bloqueó el crecimiento de la radio en FM en nuestro país.
Para acabar de enredar las cosas, en algún momento al Ministerio le dio por conceder, en Bogotá, frecuencias diferentes al .9. Es así como le entregó la frecuencia 98.5 a la Universidad Nacional de Colombia y la 99.1 a la Radiodifusora Nacional (que tiene allí a Radiónica). Por esta razón, no existe la frecuencia 98.9 en Bogotá.
Pero como si lo anterior fuera poco, la separación entre frecuencias, que debe ser de 0.4 MHz, no aplica en este caso. Al dejar las emisoras en .9, el dial de Bogotá debería comenzar en 88.9, seguiría con 89.3, pero no podría usarse el 89.7 porque quedaría a solo 2 MHz de los 89.9 que ya está asignada.
Por eso, cuando el Ministerio decidió abrir una nueva licitación a finales de los años 90, la solución salomónica fue entregar las frecuencias que quedan en medio de las .9, que son las .4. Es decir: 88.9, 89.4, 89.9, 90.4, 90.9, etc.
Así, la separación entre emisoras no quedó en 0.4 MHz (como en el resto del mundo) ni en 1.0 MHz (como se hizo en Colombia inicialmente) sino en 0.5 MHz.
Esta solución se aplicó a todas las ciudades. ¿Qué tal el enredo?
De allí salió el problema de las famosas “frecuencias pares”. Resulta que en Colombia, la mayoría de los receptores de radio han sido importados de los Estados Unidos y Japón, que separan sus frecuencias cada 0.4 MHz, y todas sus frecuencias son “impares”. Los radios traídos de esos países no sintonizaban las frecuencias “pares”. Por esta razón, estas emisoras quedaron en gran desventaja con respecto a las que estaban en frecuencias “impares”.
La solución que planteó alguna vez el Ministerio fue reasignar las frecuencias de la radio en Colombia, cambiando de dial a la mayoría de las emisoras existentes. Obviamente esta decisión no fue aceptada por los medios.
Imaginémonos, por ejemplo, cambiar la frecuencia de Caracol Radio en Bogotá, que todo el mundo reconoce en los 100.9, y que de un momento a otro pasara a los 99.5, y que W Radio, que está en los 99.9, de pronto pasara a los 99.3. ¡Hubiera sido la locura!
Afortunadamente los vendedores de equipos de sonido y los mismos concesionarios de carros tomaron conciencia del problema y comenzaron a vender radios europeos, que sí pueden sintonizar ambos tipos de frecuencias, pares e impares. De esta forma se ha venido solucionando el problema poco a poco, pero no es ningún secreto que las frecuencias “pares” siguen estando en inferioridad de condiciones.