Con una trayectoria que abarca desde la producción y la promoción hasta convertirse en operador de cabina en el IMER, nuestro entrevistado ha vivido la radio desde distintos ángulos, descubriendo en cada etapa la pasión y el compromiso que exige este medio. Su camino lo llevó a formar parte de La B Grande de México, la estación más longeva del país, donde ha aprendido a conectar con una audiencia fiel que ha crecido escuchando las mismas canciones que sus padres y abuelos. A través de esta experiencia, ha comprendido que la radio no es solo entretenimiento, sino un vínculo emocional que mantiene vivos los recuerdos y tradiciones de quienes la escuchan.
En esta conversación, nuestro invitado nos comparte cómo ha sido su transición hacia la cabina, los retos y satisfacciones de estar frente a los radioescuchas, y las diferencias entre la radio pública y la comercial. Además, reflexiona sobre el papel de la radio en la vida de la audiencia mexicana y cómo este medio puede adaptarse a las nuevas generaciones sin perder su esencia. Desde anécdotas personales hasta la importancia de la música como puente generacional, nos ofrece una mirada cercana a lo que significa trabajar en uno de los espacios más emblemáticos de la radio en México.
¡Descubre todo lo que nos reveló!

¿Qué significa para ti formar parte de una estación tan histórica como la B Grande de México, que este mes cumple 102 años y es la más longeva del país?
Para mí, formar parte de la B Grande es un gran compromiso. La mayoría de nuestra audiencia nos acompaña desde hace muchísimos años, por lo que es muy raro que llegue alguien nuevo. Muchos nos comentan que la música que transmitimos la escuchaban con su mamá, con su abuelita o con sus papás. Lamentablemente, algunos de esos familiares ya no están, y al escuchar las canciones sienten una conexión con ellos, los tienen presentes en sus recuerdos. Por eso, para nosotros es una responsabilidad brindar la mejor música, escucharlos y conversar con ellos, ya que la radio es, muchas veces, su único distractor. Es nuestro compromiso hacerlos sentir acompañados y que disfruten cada momento con nosotros.
Iniciaste como promotor en MVS Noticias y luego como productor en La Mejor 97.7, incluso con tu personaje El Cacharpo. ¿Qué aprendizajes de esa etapa te siguen acompañando hoy?
Sí, comencé como promotor y después como productor, y con el personaje de El Cacharpo aprendí que la radio no descansa. No hay días festivos, no hay cumpleaños ni permisos; la radio exige constancia diaria. Para mí, la radio es como una pareja o un hijo: hay que cuidarla, dedicarle tiempo y mimarla. No es trabajo cuando haces lo que amas; es pasión. La radio me ha dado muchísimo: amigos, experiencias, conocimientos… todo lo que tengo hasta ahora en términos profesionales y musicales se lo debo a ella. Al llegar, no conocía mucho sobre la radio, escuchaba muy pocas estaciones, quizá fútbol o algo ocasionalmente, pero no era un fanático de una estación en particular. Hoy veo todo lo que me ha dado y lo valoro enormemente.

¿Cómo ha sido tu transición hacia el puesto de Operador de Cabina en el IMER y qué desafíos encuentras en esta función?
La radio siempre es un reto. Para hacer un buen programa, necesitas ser multifacético. Desde mis inicios en MBS hacía de todo: imprimía hojas, inventaba secciones y promos para fechas especiales. Ahora, al estar en cabina, la responsabilidad es mayor: no puedo fallarle a la audiencia. Ellos esperan escuchar sus canciones favoritas o programas que les traen recuerdos, y a veces es imposible complacerlos a todos por cuestiones de tiempo. Eso puede ser frustrante, pero también gratificante cuando logro conectar con ellos. Además, ahora tengo contacto directo con los radioescuchas: contesto llamadas, saludo a la gente y sirvo como el primer filtro antes de pasar la comunicación al locutor. Esta cercanía ha sido muy enriquecedora.
Desde tu experiencia, ¿qué diferencias notas entre trabajar en la radio comercial y en la radio pública?
Al principio me costó adaptarme. Venía de la radio privada, con mucho contenido comercial y repetición constante de música. En la radio pública, no existe el rating y los comerciales son limitados; los programas están más establecidos y la música es diversa. Al inicio, me enfrenté a géneros que no conocía, como trova yucateca o música instrumental, y no reconocía a muchos artistas. Con el tiempo, fui aprendiendo y comprendiendo que la radio también es conocer diferentes estilos, artistas y formas de tocar la música. Hoy valoro la riqueza de la radio pública, donde la programación es variada y sorprende al oyente con canciones que rara vez se repiten.
La radio está en un momento de transformación frente a lo digital. ¿Cómo percibes este cambio desde la cabina?
En nuestra estación, la audiencia todavía es muy tradicional. La mayoría nos escucha en radio convencional, no en línea. Hace poco, tuvimos un problema con la señal y muchos radioescuchas adultos tuvieron que adaptarse a plataformas digitales o bocinas inteligentes. Esto les permitió descubrir que la calidad era mejor y, poco a poco, se quedaron usando estas herramientas. La transformación digital es un reto, pero también una oportunidad para que la audiencia más tradicional descubra nuevas formas de conectarse con nosotros, sin perder la esencia de la radio.

¿Cómo describirías el papel que sigue jugando la radio en la vida de la audiencia mexicana actual?
La radio sigue siendo muy importante. Aunque muchos piensen que está desapareciendo, hay oyentes que nos escuchan desde Estados Unidos, como Dallas o Los Ángeles, y sienten una conexión con canciones de Pedro Infante, La Sonora Santanera o La Sonora Matancera. La radio les recuerda su infancia, sus raíces y momentos con sus familiares. Incluso hoy, la audiencia se mantiene activa y hay niños que nos llaman para escuchar canciones de Cri-Cri. La programación es diversa y llega a todos los sectores, desde los más pequeños hasta los mayores, lo que nos mantiene vigentes y conectados con la audiencia.
Mirando hacia el futuro, ¿qué crees que necesita la radio para seguir conectando con nuevas generaciones y mantenerse vigente?
Creo que la radio necesita regresar a su esencia: acercarse a la gente, salir a las calles, regalar experiencias y entender lo que realmente les gusta a los oyentes. La radio debe conocer a su audiencia, sus géneros preferidos y sus intereses. Aunque la radio pública depende de recursos limitados, es posible ofrecer contenido de calidad, seleccionar canciones relevantes y mantener la cercanía con el público. La radio tiene un poder único: transportar a la gente a sus recuerdos y hacerlos sentir acompañados, incluso en momentos difíciles. Esa conexión emocional es lo que la mantiene vigente y seguirá siendo su mayor fortaleza frente a los cambios digitales.
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Esta nota fue realizada por Alpha González, Lic. en Periodismo por la EPCS, con experiencia en la cobertura de la industria de la radio y los medios de comunicación.















