La rutina nos lleva a sonar planos, apáticos, repetitivos. Dejamos de llamar la atención. Hace que los oyentes ya sepan con qué se van a encontrar y no habrá nada que los sorprenda.
¿Cómo solucionar esto? ¿Cómo hacer para sorprender a los oyentes cada día, cada vez que haga un turno o programa en su emisora o en su pódcast?
En otras ocasiones he hablado de la técnica del ‘Aircheck’ mediante la cual su jefe escucha la grabación de sus salidas al aire y le hace una crítica constructiva en la que resalta lo que hizo bien, para que siga haciéndolo, y llama la atención sobre lo que no salió bien para que no vuelva a caer en ese error.
Uno nunca debe temerles a las críticas desde que sean bien intencionadas y que sirvan para mejorar el desempeño. Pero si usted no tiene la fortuna de tener un jefe que use esta metodología, si él no le dice lo que está haciendo bien y mal, usted puede hacerlo por su propia cuenta.
Muchas veces, el mejor crítico puede ser uno mismo si logra despojarse de su ego y decide escucharse con humildad y con la mente abierta.
Hoy en día es muy fácil grabar su turno. De hecho, servicios como Monitor Latino permiten escuchar las grabaciones de lo sucedido en la mayoría de las emisoras de su ciudad. Ellos graban las 24 horas del día, los 7 días de la semana esas emisoras para que sus usuarios puedan escuchar esas grabaciones cuando lo deseen.
De hecho, se puede escoger el día y la hora para escuchar el segmento que desee. Puede ser por unos minutos o por horas enteras. Para conocer más acerca de esa opción comuníquese con un representante de Monitor Latino o solicite una prueba gratis del servicio.
Pero aún si no usa ese servicio, hay aplicaciones gratuitas de internet que le permiten grabar su turno mientras trabaja y poder así escucharlo más tarde para hacer una sesión de autocrítica.
Como sea, luego de tener su grabación a la mano tenga en cuenta los aspectos que nos recomienda una gran hombre de radio llamado Dan O’Day y que le permitirán tener una mejora continua en su locución:
¿Cree que lo que dijo valía la pena ser escuchado? ¿Lo que habló lo hizo en un tono entretenido o simplemente sonó como si estuviera leyendo un texto o hablando en un tono aburrido y monótono?
¿Vendió lo básico? ¿Logró comunicar claramente lo que había planeado? ¿O entregó el contenido con energía pero sin una intención clara, fácil de entender por el oyente?
¿Por qué dijo lo que dijo? ¿Qué quería decir? ¿Qué esperaba comunicar? ¿Qué estaba tratando de lograr específicamente con lo que dijo en esa salida al aire?
¿Dijo lo que tenía que decir o dijo lo que usted quería decir?
¿Dio la hora, habló del pronóstico del tiempo o del estado del tráfico porque era una obligación o porque usted sintió que era necesario comunicarlo a sus oyentes? ¿Cree que era importante y útil para ellos o lo hizo solo para rellenar, porque no tenía nada más que decir?
Cuando hizo esos reportes, ¿les imprimió su propio estilo, o cualquier otro locutor de la ciudad podría haber hecho lo mismo, de la misma manera?
¿Usó lenguaje activo o pasivo? Una cosa es decir «Voy a rifar entradas para el concierto de…” y otra cosa es decir «¿Te gustaría estar en primera fila para ver en concierto a…?«
¿Qué imágenes creó en la mente del oyente? ¿Trató de despertar la imaginación del oyente con lo que dijo? ¿Dijo algo que el oyente recordará cuando deje de escucharlo?
¿Se identificó con la música? Puede que no sea su estilo preferido, pero un buen locutor muestra cada canción como si fuera una de sus favoritas. Recuerde que lo que más tienen en común los oyentes de una emisora musical es su afecto por la música que toca.
¿Podría haber pasado una grabación de su turno de ayer y los oyentes no se habrían dado cuenta? ¿Qué hizo diferente en su turno de hoy y que solo pudo haber ocurrido en este día?
¿Hubo un «flujo» en el programa? ¿Había una intención central a lo largo de su turno o fue solo una serie de salidas con temas no relacionados?
¿Despertó la curiosidad del oyente? ¿Le dio un toque de drama a su turno? ¿El oyente pudo decir: «Me pregunto qué va a pasar a continuación»? Si ese oyente se iba a bajar de su carro, ¿hizo que se quedara esperando para oír el final de lo que usted estaba contando al aire?
¿Trató de hacer algo que nunca antes había intentado? Por ejemplo, una forma diferente de presentar las canciones o de comentar lo que pasó hoy en el programa de la mañana.
Si usted intentó hacer algo nuevo (sin salirse del formato de la emisora) y tenía una buena razón para hacerlo, no hay problema si no funciona. Al fin y al cabo, las ideas nuevas que no funcionan se pueden descartar, pero las nuevas que sí funcionaron se pueden agregar a su repertorio.
¿Sorprendió al oyente? ¿Hizo algo inesperado que llamara la atención? Usted debería preguntarse siempre: «¿Qué quisiera el oyente que yo hiciera en este momento? ¿Cómo espera ese oyente que lo haga? ¿Cómo puedo hacerlo de manera diferente pero apropiada para mí, mi emisora y mi audiencia?
¿Empleó el llamado “teatro de la mente”? Usted puede contar en sus propias palabras, jugando con imágenes verbales, una situación por la que usted pasó o algo que simplemente se imaginó. Cuéntelo de forma que el oyente pueda “verlo” en su mente.
¿Reveló algo de usted mismo? Cuanto más revele de usted mismo, más se convertirá en un ser humano para sus oyentes. Así dejará de ser un simple ‘locutor’ y se convertirá en un amigo, un confidente del oyente, alguien que vive y siente al igual que su audiencia.
Después de haber pasado tres o cuatro horas escuchándolo, ¿sus oyentes supieron algo de usted que no conocían? Si no fue así, pareciera que quien habló frente al micrófono fue un robot, que no hubo ninguna interacción con su audiencia.
¿Dijo su nombre con suficiente frecuencia? Aunque hay directores que no lo permiten, es importante entender la importancia de que los oyentes lo reconozcan fácilmente. ¿Alguna vez un amigo o familiar ha confundido la voz de un compañero de trabajo con la suya? Si es así, imagínese lo difícil que es para la gente que no lo conoce identificar su voz.
Además, recuerde que la mayoría de las encuestas de radio se hacen por recordación. Haga que sus oyentes recuerden haberlo escuchado.
¿Hubo comunicación uno a uno? ¿El oyente sintió que le hablaba a él directamente, o sintió que le estaba hablando a una gran audiencia? En la radio de hoy usted tiene que hablarle a un solo oyente, como si estuviera conversando con él. No debería hablarle a la masa.
Seguramente usted está acostumbrado a decir: “Saludos a todos los que me escuchan a esta hora”, “Espero que la estén pasando bien”, “Llámenme a este número…” o “Ustedes son los mejores oyentes del mundo”.
Bueno, pues llegó el momento de cambiar su interacción con su audiencia. Olvídese del “ustedes” y comience a usar el “usted”, “tú” o “vos”. Háblele a una sola persona. Imagínese que es un amigo que tiene al frente y le está contando algo.
¿Promocionó algo de la emisora? ¿Vendió un evento, un programa, el turno de su siguiente compañero o las fortalezas que ofrece su emisora? Si viene algo emocionante próximamente, avíseles a sus oyentes con anticipación para que puedan comenzar a disfrutarlo antes de que suceda.
¿Al promocionar algo lo hizo de forma que el oyente se quedara enganchado escuchando o simplemente leyó un texto que le habían dejado escrito?
¿Provocó a los oyentes? Antes de salir a comerciales o en medio de su turno, ¿dejó alguna trivialidad, alguna pista curiosa de lo que viene más adelante, entregó alguna buena razón para seguir escuchando por más rato?
¿Logró que el oyente se quedara esperando un tiempo más para saber el desenlace o la respuesta de esa provocación?
Una buena provocación aumenta el interés del oyente en lo que se avecina. Una buena provocación hace que el oyente escuche más tiempo.
Conclusión
Hay expertos con gran experiencia que seguramente podrán guiarlo en su trabajo para hacerlo de una manera más profesional, pero usted puede convertirse en su mejor crítico.
Por su bien, por su futuro, grabe su turno, escúchelo con atención y trate de criticarse a usted mismo usando los consejos de arriba.