El 1 de septiembre de 1948, los señores Humberto Restrepo Arango y William Gil Sánchez crearon la primera cadena radial colombiana cuando su emisora La Voz de Antioquia de Medellín adquirió el 50% de Emisoras Nuevo Mundo de Bogotá.
A finales de ese año se unió Radio Cacique de Ibagué y en la década de 1950 se unieron Emisoras Fuentes de Cartagena de Indias, Emisoras Unidas de Barranquilla y la Radiodifusora de Occidente de Cali. Entre 1955 y 1963, se unen Radio Comercio y Radio Visión de Medellín.
Esa red de emisoras tomó su nombre de las iniciales de las palabras “CAdena RAdial COLombiana”: Ca-Ra-Col.
A los pocos meses de su creación apareció una nueva red de emisoras. Con motivo del Congreso Eucarístico Bolivariano realizado en Cali en 1949, las emisoras Nueva Granada de Bogotá y Radio del Pacífico de Cali quisieron unirse para hacer la transmisión del evento.
Al mismo tiempo, muchas otras estaciones querían unirse a la transmisión porque no había espacio suficiente para enviar a sus corresponsales. Además quedaba muy complicado mencionar los nombres de las más de 70 emisoras que querían hacer parte de dicha transmisión.
De esta forma se unieron a las emisoras de Bogotá y Cali varias estaciones de otras ciudades para realizar la primera transmisión en cadena a nivel nacional, aunque aún no se había convertido en empresa.
Ante el éxito de la transmisión, los hermanos Roberto y Enrique Ramírez, dueños de la Nueva Granada, y con el apoyo de Radio del Pacifico, buscaron apoyo financiero para crear esa nueva cadena de radio que permitiera enlazar estaciones de radio en todo el país.
Así como la empresa textilera Coltejer, que tenía sede en Medellín, había financiado a Caracol, su competidor Fabricato, también medellinense, decidió apoyar a RCN. De esta forma, las dos primeras y más importantes cadenas de radio nacieron gracias a las 2 principales empresas fabricantes de textiles del país.
La Voz de Medellín entró a formar parte de esta nueva red, y así se creó oficialmente, en 1949, la Radio Cadena Nacional, conocida por sus siglas RCN.
Enlaces por onda corta
Para llevar el sonido entre una ciudad y otra se usaba la onda corta. Probablemente la señal no era la mejor, pero se abrían las puertas a esa comunicación que comenzó a unir más a los colombianos, a traer al instante las noticias, los eventos y la diversión desde diferentes regiones del país.
De hecho, en 1951 RCN comenzó a transmitir la Vuelta a Colombia en Bicicleta. Para ello se ingenió la forma de transmitir “desde la carretera y en movimiento, que es lo importante” esta competencia deportiva.
Para ello se usaban unas pesadas camionetas equipadas con planta eléctrica y escotillas sobre el techo, de forma que los locutores y comentaristas pudieran narrar el transcurso de la carrera. A esas unidades móviles les dio el nombre de “transmóviles”, que convirtió en marca registrada.
La señal se enviaba desde la carretera a través de la banda de onda corta, pero en algunos sitios la comunicación se dificultaba mucho por las cadenas montañosas que surcan el país, así que había que ubicar estaciones repetidoras en las cimas de los cerros más altos que permitieran replicar la señal hasta los estudios centrales de Bogotá.
El ingenio y la creatividad fueron claves en el desarrollo de la radio en nuestro país, hasta el punto que, gracias a esos grandes ingenieros de las cadenas de radio, se pudieron hacer transmisiones en vivo desde las carreteras en el Tour de Francia en los años 80.
En una entrevista de Henrik Klemetz para la revista Radio World Internacional, Hernán Medina, gerente técnico nacional de RCN en 1996 recordaba: «Inicialmente, para los enlaces de cadena, tanto de ida como de regreso, se usaba la onda corta, para pasar luego en los años 70 a las bandas de microondas«.
Enlaces por microondas
Esos enlaces de microondas eran muy costosos y difíciles de instalar y mantener. Para enlazar las ciudades era necesario instalar antenas repetidoras en los cerros más altos del país, sitios inaccesibles por la dura topografía, con climas inclementes, sin servicios básicos y totalmente alejados de la civilización.
Solo como ejemplo, para llevar la señal desde Bogotá, en el centro del país, a Barranquilla, en la costa Caribe, se tenían que hacer siete ‘saltos’ de repetición con el consiguiente deterioro de las señales, por cuanto todos los enlaces eran analógicos.
La sola red de enlaces de la Cadena Básica de RCN estaba compuesta por unas 300 antenas repetidoras ubicadas en 25 cerros, y para la creación de su cadena deportiva Antena 2 tuvieron que instalar cerca de 200 enlaces de FM más.
A pesar de la altura en la que se encontraban estos equipos de retransmisión o enlace, muchas veces la señal se desvanecía, porque había mucha distancia entre las antenas. Un ejemplo de esto, según contaba el señor Klemetz, ocurría en el salto de 200 km entre Yarumal, en Antioquia, a La Pita, en Bolívar.
Enlaces por satélite
Entonces, a inicios de los años 90, llegó la tecnología del satélite. Caracol contrató los servicios del satélite privado Pan Am Sat y RCN se inclinó por el de la Organización Internacional de Comunicaciones por Satélite, Intelsat.
Ahora la señal no viajaba entre cerros sino que subía desde la matriz en Bogotá a satélites que giran en sincronización con la Tierra y sirven como “espejos” para reflejar la señal de regreso y ser captados por antenas parabólicas en las diferentes sedes.
De esta forma solo había un ‘salto’ –hacia el satélite- y se obviaban las barreras naturales impuestas por la topografía. Además, la señal era mejor por ser digital y se nivelaron las frecuencias.
Para que esos satélites pudieran entregar la señal de manera permanente las 24 horas del día era necesario que estuvieran en una órbita geoestacionaria o GEO. Se trata de una órbita circular a 35.786 kilómetros de distancia de la superficie de la Tierra, sobre el ecuador, y orbitando en el mismo sentido que la rotación de la Tierra.
Esto significa que no le van dando la vuelta al mundo sino que siempre están encima de un punto fijo, por lo que tienen que mantener la misma altitud siempre y tienen que viajar a la misma velocidad y en el mismo sentido que nuestro planeta.
Desde el suelo, un objeto geoestacionario parece inmóvil en el cielo porque su periodo orbital es igual al periodo de rotación de la Tierra: 23 horas, 56 minutos y 4,09 segundos.
Ahora, llevar esa señal hasta el satélite y regresarla causa un retardo, un delay o latencia. Esto quiere decir que la señal se demora un poco en llegar a las ciudades que la reciben. Esto habitualmente no presenta ningún problema, porque es de menos de un segundo, pero sí es molesto para las transmisiones remotas.
Recordemos que la señal viaja a la velocidad de la luz, que es de unos 300 mil kilómetros por segundo. Teniendo en cuenta que tiene que recorrer en total unos 72 mil kilómetros (36.000 de subida y 36.000 de bajada), el retraso es de 0.4 segundos aproximadamente (300.000 ÷ 72.000 = 0,42), es decir, casi medio segundo.
Eso no parece mucho tiempo, pero cuando el locutor que está transmitiendo monitorea su señal con sus audífonos es fácil distraerse mientras escucha el retorno de su propia voz. Por eso algunas veces los escuchamos gaguear.
Lo ideal es descubrirse una oreja para escucharse a sí mismo y usar la otra para escuchar a los interlocutores, algo a lo que se es fácil acostumbrarse con el paso del tiempo.
Enlaces digitales por IP
Ahora que ha llegado la tecnología digital para imponerse, esa latencia o delay se ha vuelto más común, pero no se debe al uso de satélites sino al empleo de búferes.
En informática, un búfer de datos (o simplemente un búfer) es una región de un almacenamiento de memoria física que se utiliza para almacenar datos temporalmente mientras se mueven de un lugar a otro.
Una señal digital realmente consiste en conjuntos de paquetes de datos que deben transmitirse de un lugar a otro. El problema es que la transmisión de esos paquetes de datos, muchas veces, se interrumpe por el ancho de banda utilizada.
Por ejemplo, si el paquete es demasiado grande hay que esperar a que se cargue completamente antes de ser enviado. En este caso, la transmisión se interrumpe.
Para entenderlo mejor, supongamos que alguien quiere aprovechar el agua que viene de una pequeño riachuelo para lavar los platos y cubiertos de la casa. Si trae el agua directamente, es posible que el chorro sea muy pequeño y con poca presión y haya interrupciones en el suministro de agua.
Entonces lo mejor es que, antes de que vaya a comenzar su proceso de lavado, llevar el agua a un tanque y cuando esté lleno ya podrá asegurarse de que saldrá un chorro continuo y con buena presión.
Otro ejemplo podría ser el de una fila de gente para montar en una montaña rusa en un parque de diversiones. Las personas que viajan en ella llegan en diferentes momentos y van formando la fila, pero no todos se montan al mismo tiempo sino que van se van subiendo por grupos, dependiendo de la cantidad de asientos disponibles.
El área de la cola actúa como un amortiguador, un espacio temporal donde aquellos que desean viajar tienen que esperar hasta que el siguiente viaje esté disponible.
Por eso el búfer es una especie de contenedor virtual que empieza a recibir esos paquetes, y cuando ya tiene suficientes, comienza a soltarlos para asegurar una transmisión continua y sin interrupciones.
En términos más coloquiales, lo que hace un búfer es recoger una cantidad de paquetes de datos, almacenarlos temporalmente en una memoria digital, y cuando alcanza un tamaño establecido se va liberando.
Lo que se pretende con un búfer es que la señal no se interrumpa, que sea continua.
Sin embargo, mientras se llena el búfer puede pasar un tiempo que va desde algunos milisegundos a varios minutos, dependiendo del ancho de banda utilizado para la transmisión de esos paquetes de datos.
La latencia o demora producida por el uso de un búfer la notamos principalmente cuando vamos a hacer streaming de un video o de una canción. Allí notamos que se demora un tiempo en comenzar a ser reproducido mientras se llena el búfer.
Pero esto no solo se da por las transmisiones de datos por internet. También se dan en las diferentes aplicaciones que usan un computador o un teléfono inteligente.
En este caso lo que se hace es que el procesador llama al programa (software o aplicación) que se encuentra en un disco duro, comienza a hacer el trabajo en la memoria temporal (o memoria RAM) y cuando ya lo está ejecutando lo libera a la pantalla.
Por esta razón, mientras más memoria RAM tenga un equipo, más rápido correrá el programa. Sobra decir que aquí también influyen en gran manera el procesador y el ancho de los canales (buses) por donde vayan a viajar los paquetes de datos.
En resumen: los búferes se utilizan normalmente cuando hay una diferencia entre la velocidad a la que se reciben los datos y la velocidad a la que se pueden procesar, o cuando estas velocidades sean variables, por ejemplo, en una cola de impresión o en la transmisión de video en línea.
Todo lo anterior explica, entonces, por qué siempre que vamos a hacer una transmisión por internet, ya sea a través de plataformas como YouTube, Zoom, Instagram, Facebook e incluso a través de un códec de IP, tengamos que soportar esa latencia o demora, aunque sea de milisegundos.
Otros sistemas de enlace
Los anteriores son los sistemas más utilizados a lo largo del tiempo, aunque siempre han existido otras formas de transmisión.
Por ejemplo, en los inicios, los transmisores de radio estaban situados justo al lado de los estudios así que el sonido que salía de la consola y de los procesadores de audio iba directamente al transmisor a través de un cable.
A medida que lo transmisores comenzaron a ser ubicados en las afueras de las poblaciones había que encontrar la forma de llevar la señal original con la mejor calidad posible. Así fue como empezó a utilizarse la banda de F.M. actual.
Con la llegada de la radio comercial en F.M., los enlaces entre estudios y transmisores tuvieron que abandonar esta banda y trasladarse a otras frecuencias, generalmente más altas y que no podían captar los receptores de radio tradicionales.
Lo mismo pasó con las unidades móviles de las emisoras: tenían asignadas unas frecuencias en esas bandas para poder llevar sus señales desde los sitios de transmisión.
Sin embargo hoy en día, y gracias al avance de las comunicaciones vía IP, no solo se ha migrado a esta tecnología con el uso de códecs (codificadores digitales como Comrex, Tellos, Tieline, etc.) sino que el estado, en muchos países, ha venido recuperando esas bandas para entregárselas a las telefónicas y empresas de datos.
Dos simpáticos tipos de enlace
No quería cerrar el artículo sin mencionar dos equipos de transmisión remota que recuerdo con mucha simpatía.
El primero de ellos es el que comúnmente conocíamos como “el pato”, un equipo que se conectaba a una consola mezcladora Shure PE68M para enviar el sonido de la transmisión por las líneas telefónicas tradicionales.
Esas líneas funcionaban a 500 ohmios de impedancia y por eso, cuando un locutor que estaba en una transmisión remota necesitaba que lo llamaran, decía al aire que necesitaba “una línea de 500”.
“El pato” era un equipo conocido como “extensor de frecuencia” que le daba “cuerpo” a la voz cuando se transmitía a través de una línea telefónica. Ese equipo resaltaba los tonos bajos de la voz que, como es sabido, en las líneas telefónicas prácticamente están ausentes.
El mixer Shure se conectaba al extensor y este a la línea telefónica. En el estudio había un decodificador que invertía el proceso. Para lograr el efecto había que apretar un botón en ambos equipos, el del remoto y el del estudio. Ese botón se llamaba ‘enhancer’.
Cuando al del estudio se le olvidaba apretar el ‘enhancer’, la voz del locutor sonaba muy chistosa, como la del Pato Donald, y de allí surgió el apelativo que se le dio en Colombia.
El segundo equipo que quería mencionar tiene un sobrenombre más curioso, divertido y muy grosero. Estoy hablando de un transmisor de FM muy voluminoso que se colgaba en la espalda el locutor o el técnico y que les permitía movilizarse emitiendo su señal inalámbrica.
Realmente se trataba de un transmisor portátil de F.M., generalmente de la marca Marti, con unas correas que permitían amarrarlo a la espalda.
En Colombia, a ese equipo se le conocía como “el cacorro”, una palabra muy grosera que para los demás países latinoamericanos no significa nada en particular, pero que en Colombia sí tiene un significado.
Por ser llevado en la espalda, por tener que cargarlo ahí pegado al cuerpo, se usó el término ‘Cacorro’ que es como se le dice peyorativamente en una relación homosexual al hombre activo…
Conclusión
La radio ha evolucionado a través del tiempo, desde que el señor Marconi envió su primera señal por telégrafo, y lo seguirá haciendo a medida que vayan apareciendo nuevas tecnologías.
Pero siempre habrá recuerdos llamativos e interesantes que nos permiten aprender de la historia y resaltar el trabajo de los pioneros de la radio.