El arte de programar una emisora musical

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Las nuevas tecnologías siempre han atacado a la radio, y cuando aparecen esas tecnologías llegan de inmediato los comentarios apocalípticos que presagian la muerte de nuestro medio favorito.

La verdad es que la radio ha sabido enfrentar los embates de otros medios y plataformas, y sigue siendo un canal de comunicación sólido, fuerte, de audiencias masivas y con un público fiel.

Cuando uno compraba un disco, lo más probable es que solo le gustaran algunas de sus canciones y escuchaba las demás porque no había más remedio, pero cuando llegaron los casetes la cosa cambió. Ahora se podían grabar allí varias canciones, en el orden que uno quisiera y de los artistas que uno deseara.

En octubre de 2001 apareció el iPod, ese pequeño aparato que permitía guardar y reproducir cientos o miles de canciones y llevarlas a cualquier lugar.

Igual, los sitios de intercambio de música como Napster, Ares y tantos otros nos dieron la opción de descargar canciones que eran difíciles de conseguir en discos, o que simplemente habíamos olvidado.

Y más recientemente llegaron plataformas como YouTube, Deezer y Spotify que les permiten a las personas escoger sus canciones favoritas y escucharlas en el momento que lo deseen.

Los casetes desaparecieron y los iPods también. ¿Por qué?

Seguramente usted vivió esta situación: cuando compró esos aparatos lo primero que hizo fue meter allí la música que usted tenía o que le prestaban, incluso la que descargaba de los sitios piratas que mencioné.

Sin embargo había un problema: aunque usted tuviera miles de canciones, siempre terminaba escuchando las mismas 40 o 50, y era común ver a los usuarios adelantando una y otra canción hasta que por fin podía oír sus favoritas.

Además, esos dispositivos no eran “inteligentes”, es decir, ponían las canciones en el orden en el que usted las había grabado o podía hacer un ‘shuffle’ (reproducción aleatoria), pero siempre había algo que no lo dejaba contento con lo que escuchaba.

Pero lo más aburrido de todo era tener que refrescar la librería musical. Recordar los títulos o los intérpretes, descargarlos de algún sitio con conexiones lentas de internet y posibles contagios de virus informáticos, o esperar a que un amigo le pasara las canciones, hacían de esta una tarea larga y dispendiosa.

Hasta que llegó Spotify. No hay que descargar canciones. No hay que comprar un aparato nuevo para usarlo. Si lo desea, ni siquiera tiene que pagar por el servicio. Usted puede armar sus listas de reproducción de acuerdo con su estado de ánimo o puede encontrar playlists realizadas por otras personas, lo que le ahorra mucho trabajo.

Pero la gran amenaza de plataformas como Spotify no son esas posibilidades. Una de sus grandes características es que no hay nadie hablando bobadas ni haciendo chistes flojos.

Entonces, ¿cómo competir exitosamente en la radio contra esas plataformas? ¿Por qué la radio sigue siendo masiva, con millones de oyentes diarios, con penetraciones tan altas?

Hay dos razones principales: primera, que hay locutores que entretienen, que saben comunicarse con su público, que saben cuándo hablar y cuándo quedarse callados. Locutores que informan, divierten y se identifican con el estilo de vida de sus oyentes.

Esto hace de la radio una gran compañía. Es el efecto de saber que hay alguien en vivo hablando con el oyente. Es el amigo que no se ve pero que está ahí para brindarle emociones. Eso que Spotify no le puede brindar… al menos por ahora.

Y la segunda razón también es muy poderosa: porque la música que suena en la emisora ha sido escogida cuidadosamente por alguien que conoce los gustos de su audiencia; alguien que sabe combinar géneros, intérpretes, títulos, ritmos, épocas.

Es el trabajo del programador, esa persona que vive atenta a lo que la gente desea escuchar, que cuida que no haya canciones de relleno, que entiende cuáles son los verdaderos éxitos, que entiende que no pone las canciones que le gustan a él sino a sus oyentes.

Es una persona que revisa con atención todo el arsenal de música que tiene en sus manos y encuentra el momento exacto en el que debe sonar cada canción, dependiendo de la hora del día o del día de la semana.

Es aquel que pasa buena parte del día cuidando que una canción no suene a la misma hora de ayer, que no se junten dos o tres canciones demasiado suaves, que entiende que hay que tener un ‘curva musical’ que acompañe los quehaceres del oyente.

Eso no lo hace una persona en la casa cuando prepara su playlist de Spotify. No existe esa curaduría. Solo pone los títulos de las canciones que le gustan y las hace sonar. Pero ahí no hay una intención. No se busca un impacto. En pocas palabras, ahí no hay ‘alma’.

Y por eso, programar una emisora musical se convierte en un arte. Y quienes saben practicar ese arte, quienes trabajan por mejorarlo todos los días, quienes cuidan sus contenidos son los ganadores.

Dice la leyenda que el fallecido Carlos Sierra, legendario programador de La Voz de Colombia de Medellín, procuraba ir creando una especie de radionovela con los títulos de las canciones que programaba.

Carlos Sierra Vega, programador de La Voz de Colombia de Medellín.

Empezaba con una que hablaba del encuentro de dos desconocidos, luego ponía una que hablaba de cómo fue ese primer encuentro, de lo que pasó después, de la conquista, del romance, de la vida juntos y, por qué no, de su separación…

“Me he quedado solo, sin tus besos
Estoy solo, triste, abandonado
Vida, tú eres todo lo que tengo
Me has dejado solo, estoy llorando
Le he pedido al cielo que regreses…
A mí”

No cualquiera puede ser un programador exitoso. No todos tienen las habilidades de un Carlos Sierra. Pero sí hay algunas acciones que una persona puede ejecutar para convertir en arte su programación.

Aquí hay 10 acciones que un programador debe tener en cuenta a la hora de elaborar su lista para lograr el éxito:

  1. Entienda el segmento del público al que le va a programar. Los adolescentes prefieren los éxitos del momento. Habitualmente no quieren oír música antigua, pues no tienen historias personales relevantes. Por el contrario, los más adultos querrán escuchar canciones que les traigan recuerdos.
  2. Asegúrese de tocar sólo éxitos. Suena demasiado obvio, pero es muy fácil caer en la trampa de pasar canciones por recomendación de sus allegados (amigos, familiares, etc.) o dejarse guiar por el gusto personal. La gente sintoniza una emisora para oír sus canciones favoritas, y si no las encuentra se va a otras emisoras o, peor, a otras plataformas.
  3. Tenga una rotación adecuada de la música. En radio, la repetición es indispensable, pues la gente sintoniza a diferentes horas del día, y cuando lo haga debe encontrar sus canciones favoritas. Los éxitos actuales deben repetirse más seguido. Por el contrario, los clásicos deberían rotarse muy poco.
  4. Separe la música por géneros o códigos sonoros. Esto con el fin de dar más variedad en el sonido general de la emisora. Dos merengues seguidos pueden cansar a un oyente. Dos baladas pueden aburrirlo. Las voces femeninas pueden llegar a cansar el oído.
  5. Asegúrese de no repetir canciones a la misma hora de ayer. Esto evita que la gente diga que repiten mucho las canciones. Recordemos que la radio es un hábito, y la gente la escucha casi siempre a la misma hora.
  6. Procure intercalar canciones nuevas con antiguas. La música nueva es difícil de digerir para el público en general. Por eso debe ‘ensaducharse’ entre canciones muy reconocidas.
  7. Maneje una curva musical. Procure que haya variaciones en ritmos y sonidos. Una mezcla entre rápido y lento, nuevo y viejo. Voces masculinas y femeninas.
  8. No saque de programación una canción antes de tiempo. Como programador, usted se cansa más rápido de un tema que un oyente normal. Al fin y al cabo, usted escucha la emisora todo el día. Un oyente normal sólo la escucha entre media hora y 2 horas. Deje que sus éxitos ‘maduren’.
  9. Refresque la música pero no abuse. Deje que sus canciones más antiguas logren escucharse en todas las franjas del día a lo largo del tiempo antes de sacarlas de programación.
  10. Aproveche las herramientas disponibles. Youtube, Spotify, Deezer y Shazam, entre otros, son sitios obligados de consulta para conocer el gusto actual del público. También está Monitor Latino, que muestra todo lo que está siendo programado por las emisoras y canales de televisión del país.

Conclusión

La diferencia entre un programador y un gran programador está en el cuidado que le ponga a la selección de las canciones que vaya a tocar.

Algunos prefieren hacer su programación de manera manual, intuitiva, como le vaya fluyendo. Otros prefieren el uso de un software que le ofrezca más control en su forma de programar. Ambas opciones son igual de válidas. Lo importante es la dedicación.

Si usted descuida la programación; si usted deja que su software haga la programación y no la corrige al milímetro; si usted deja que sean sus locutores los que pongan las canciones que ellos quieran o, peor, deja que sean los que llaman los que hagan la programación, es muy posible que el público se vaya a otra emisora o a alguna de las plataformas de música.

No se distraiga. No se deje influenciar por las disqueras, los promotores y los mismos artistas. Defina claramente a quién le va a llegar con su música y tendrá el éxito asegurado. Por ahora piense en lo que desea su público y entrégueselo.

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