Era una vez un hombre tan feo, tan feo, pero tan feo, que cada vez que la gente lo miraba, él les daba las gracias.
Había un hombre tan, pero tan alto que se tropezó un lunes y cayó el domingo.
Había tipo tan, pero tan tan tan que se volvió campana.
Era una gallina tan flaca, que en vez de dar huevos daba lástima.
Era una mujer tan chiquita que al morirse no se fue al cielo, se fue al techo.