Los 7 pecados capitales de la radio

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Todos somos pecadores. Pero estamos a tiempo de arrepentirnos.

Ya estamos de regreso de Semana Santa, una época que muchos usan para descansar, viajar, salir de fiesta e incluso para… rezar. Es la época perfecta para cuestionarse, para meditar, para tratar de encontrar el sentido de la vida.

En el caso de la radio, podría aprovecharse esta época para hacerse preguntas acerca de la forma como cada quien está sacando adelante su carrera y, más exactamente, si está cometiendo alguno de los 7 pecados capitales.

Sí, es que en la radio también hay 7 pecados mortales que usted no debería cometer.

Lea con atención esta lista y prepárese para ir donde su confesor, contarlo todo y arrepentirse para ganar la salvación eterna.

Estos son los 7 pecados capitales de la radio:

Ira

Hay gente que trabaja en radio y reniega de todo. Se queja de ganar un sueldo bajo. Se queja porque no le dan el mejor horario. Se queja porque le toca hacer otras funciones diferentes a abrir el micrófono. Se queja porque tiene que trabajar un fin de semana.

Algunos se molestan porque les tienen que responder las llamadas o mensajes a los mismos oyentes de siempre. Se molestan porque siempre piden las mismas canciones. Se molestan porque el director no los deja salirse de la programación.

Recuerde que usted, como locutor o disc-jockey de una emisora tiene un gran privilegio. Pocas personas tienen acceso a un micrófono para hablarles a decenas o centenas de miles de oyentes. ¿Ya había caído en cuenta de semejante privilegio? Disfrútelo. Aprovéchelo para sacar adelante su carrera.

Sacrifíquese haciendo algunas cosas que no son tan agradables pero que sí servirán para atraer grandes audiencias. Recuerde que mientras más oyentes usted tenga, más oportunidades tendrá de tener un mejor sueldo y de ser llamado a trabajar en otra emisora.

Codicia

La historia cuenta que cuando Darío Arismendi fue contratado para reemplazar a Yamid Amat en el programa ‘6 A.M.’ de Caracol, lo primero que hizo fue hablar con el veterano locutor paisa Baltazar Botero Jaramillo.

Baltazar, que participaba en dos programas de Caracol –“Hola, Buenos días” y “Pase la tarde”, lo primero que le dijo a Arismendi –que nunca había hecho radio- fue: “No deje hablar a los demás. Cuando tenga la oportunidad, aprópiese del micrófono”.

Algunos locutores, sin haber hablado con Baltazar, se toman muy en serio esta posición y quieren acaparar todo el tiempo con su voz, con sus puntos de vista, sus comentarios, y quiere mostrar que saben de todo.

Esa codicia, ese afán por acaparar la atención se puede volver en contra del locutor. La magia de la radio está en la variedad de voces, de opiniones, de puntos de vista. Mientras más fuentes haya, mientras existan más elementos, más rica será la puesta al aire.

Glotonería

Digamos que planeó con anticipación su salida al aire. Comienza a contar una pequeña historia y ya está listo para poner música. Sin embargo, a último momento, se le ocurre cambiar la canción que tenía preparada y se le ocurre una mejor.

Empieza a hablar lo primero que se le ocurre para rellenar mientras busca en el computador una canción que complemente el tema del que venía hablando. Por querer hacer algo mejor, termina aburriendo al oyente. Pierde el impulso y se va por las ramas.

Esto es más común aún en los ‘Morning Shows’. Están en una divertida situación humorística, llegan al clímax, revientan el segmento con un excelente apunte y… en lugar de soltar un jingle, una promo o una canción, dejan que el momento culmen se desinfle y siguen hablando de otra cosa. No quieren parar de hablar.

No sea glotón con las palabras. Hablar más no es lo mismo que hacer buena radio. Hay gente que cree que al hablar más se va a robar el show. Recuerde la frase: “quien mucho habla, mucho yerra”.

Por el contrario: quítele la ‘grasa’ a sus contenidos. Diga esencialmente lo que tiene que decir. No dé vueltas. No se enrede. La ‘grasa’, la glotonería engorda y hace sus salidas al aire más pesadas y difíciles de digerir.

Orgullo

A veces está bien dejar ir las cosas. Hay cosas que funcionan y otras que, por más que lo intente, no. No se aferre a lo que no funciona. No se aferre a lo que alguna vez funcionó bien y cree que lo va a seguir haciendo.

Por otro lado, el hecho de que algo le salió bien en otra emisora o en otra ciudad no quiere decir que vaya a funcionar igual de bien en su nueva emisora. Usted pudo haber sido muy famoso en la otra ciudad, pero eso no es garantía de que en la nueva le vaya a ir igual de bien.

Si usted hace algo y no sale bien, tiene que tener la humildad de reconocerlo y dejar de hacerlo. Nadie es perfecto ni tiene la varita mágica para triunfar siempre.

Uno tiene que convertirse en su peor crítico al desarrollar tanto su personalidad como su producto general al aire, reevaluando constantemente lo que está haciendo. Hay que hacer más lo que funciona y dejar de hacer lo que no funciona.

Lujuria

La Real Academia de la Lengua define a la lujuria con dos acepciones:

  1. Deseo excesivo del placer sexual.
  2. Exceso o demasía en algunas cosas.

Más allá de ese ‘deseo excesivo del placer sexual’ del que tanto hacen gala muchos locutores con su lenguaje, chistes y propuestas al aire, o que incluso quieren calmar engatusando a sus oyentes, en este caso la lujuria se refiere más a la segunda definición.

Ese exceso, ese engolosinamiento con las palabras es un verdadero pecado capital. Hay personas que encuentran satisfacción en hablar de las cosas que solo a ellas les interesa. No están pensando en los oyentes. No están pensando en lo que su público realmente quisiera escuchar.

Ese egocentrismo hace que, muchas veces, la gente se aburra. Locutores que solo hablan de un mismo tema siempre que abren el micrófono. Locutores que sólo hablan de sí mismos, de sus gustos y aficiones, de lo que ellos piensan del mundo.

Es como ir a una cita con alguien que solo habla de fútbol y nada más. Es posible que tenga buenas habilidades de locución, pero si desarrolla y presenta contenido basado únicamente en lo que le gusta, su carrera será de corta duración.

Envidia

Este es uno de los peores pecados capitales. Y es de los más comunes.

Gente que habla mal de sus compañeros y colegas, que menosprecia su trabajo. Gente que se siente superior, que no es más que un complejo de inferioridad. Gente que se burla de otros locutores o de otras emisoras.

Locutores que viven pendientes de cuánto ganan sus compañeros para quejarse o para hablar mal de ellos, inventarles chismes o tratar de hacerlos quedar en ridículo.

Disc-jockeys que viven ‘lamboneando’ a sus jefes para tratar de robarse la atención con el fin de que no les presten atención a los demás. Disc-jockeys que les ponen zancadillas a sus compañeros, que hablan mal a sus espaldas para ganarse un crédito que no les corresponde.

Lo peor es que todo el mundo se da cuenta. Es fácil reconocer a un envidioso y, más aún, a un ‘lambón’.

Pereza

Llegar 2 minutos tarde al turno. Abrir el micrófono sin saber lo que va a decir simplemente porque no se detuvo a pensar en ello. Decir que no hace preproducción porque es muy bueno improvisando. Creer que los oyentes están felices porque saca ‘saluditos’ al aire…

Todo eso no es más que pereza.

Y si usted es perezoso, si usted no se esfuerza por hacer un buen turno, por prepararlo, por hablar lo justo y cuidar cada elemento de programación, nadie lo volverá a contratar. O si lo contratan, no le pagarán un buen sueldo.

Sí, es que en la radio sí hay plata, pero para quienes se esfuerzan, para quienes sobresalen, para quienes hacen cosas diferentes y atraen grandes audiencias. Para los mediocres, para los perezosos no hay plata. No hay buenos salarios.

¿Encontró una noticia de J Balvin? Resúmala, saque lo que no sirve y cuéntela en sus propias palabras. Busque unas declaraciones del cantante en Youtube, grábelas, edítelas y preséntelas antes o después de la canción.

¿Salió la nueva canción de Madonna y Maluma? ¿Qué dicen de ella en otros países? ¿Cuántas veces ha sido reproducida en Spotify? ¿Cuántas vistas tiene en Youtube? ¿Qué dicen en las redes sus oyentes? ¿De qué habla la letra? ¿Realmente se refiere a Medellín?

¿Se preocupa por empatar bien las canciones en el sistema de emisión? ¿Separó las cuñas para que no salgan dos bancos o dos restaurantes de comida rápida seguidos? ¿Mira los niveles de audio para evitar distorsión? ¿Responde los teléfonos o los mensajes de Whatsapp?

¿Mantiene limpia la cabina? ¿Escucha nueva música? ¿Está siempre buscando noticias y leyendo blogs de música para estar enterado? ¿Lee artículos de cómo mejorar su puesta al aire? ¿Hace prácticas y calienta su voz de manera profesional?

Recuerde: la pereza es la madre de todos los vicios.

Conclusión

Ya pasó la Semana Santa pero su trabajo continúa. Evite estos 7 pecados capitales si no quiere irse al infierno de la desocupación y los malos salarios. Usted tiene dos opciones: convertirse en un locutor exitoso y reconocido, o volverse un simple personaje que pasará frente al público como un barco navegando en la osucuridad.

 

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