– Oye mamá, ¿los chocolates caminan?
– No, los chocolates no caminan.
– Entonces creo que me comí una cucaracha.
– ¿Ya se fijó que la novia es bastante horrible la pobre?
– ¡Óigame! ¿Pues qué le pasa? ¡No se exprese así que es mi hija!
– ¡Ay usted perdone! No pensé que usted fuera el papá.
– Y no soy el papá, soy la mamá.
– ¿Tú no rezas antes de comer?
– No, mi madre es buena cocinera.
– Mamá, ya no vuelvo a jugar con el vecino al rompecabezas.
– ¿Por qué hijito?
– Porque al primer martillazo, ya está llorando.
¿En qué se parece una vaca a un argentino?… En que la vaca da leche y el argentino dice “Dale, che”.