Era un hombre tan, pero tan alto que, en vez de tomar café con leche, tomaba café con Dios.
– ¡Soldado, ice la bandera!
– ¡Lo felicito mi general, le quedó muy bonita!
– Así que quiere casarse con mi hija, pero antes dígame, ¿cuánto dinero dispone?
– De 30 mil pesos, señor.
– ¡Ah!, no está mal si los sumamos a los 30 mil que tiene mi hija.
– Perdón señor, pero esos ya están incluidos.
– Papá, papá, ¿qué es el eco?
– El eco es el único capaz de contestarle a tu madre.
– Señora, su hijo está bien, pero le tuvimos que poner oxígeno.
– ¡Que pena doctor, yo quería ponerle Francisco!