Este era un hombre tan, pero tan tacaño, que vendió el reloj para no dar la hora.
Había una vez una vaca que se comió un vidrio, y la leche le salió cortada.
¡Suban las velas! Y abajo se quedaron a oscuras.
Había un hombre tan feo, pero tan feo, que cuando picaba cebolla hacía llorar a la cebolla.
¿Qué hace una abeja en el gimnasio? … ¡Zumba!