– Hola, ¿cómo te llamas?
– María de los Ángeles, ¿y tú?
– Daniel de Nueva York.
– ¿Qué hora tienes?
– Las diez menos diez.
– Entonces no tienes nada!
– ¿Qué hora es?
– Las 12.
– ¡Qué tarde!
– ¡Pues me hubieras preguntado antes!
No cabe duda… Y entonces, duda se quedó afuera.
– ¿Es la carnicería?
– No, es la zapatería.
– Perdón, me equivoqué de número.
– No se preocupe, tráigalo y se lo cambiamos.