– ¿Qué opinas de las hipotecas?
– Pues me parece perfecto que los hipopótamos tengan un sitio al que ir a bailar.
– ¡Qué bonito el cuadro que tienes colgado en esa pared!
– Es un Murillo.
– Bueno, pues en ese murillo.
– Toc toc…
– ¿Quién es?
– Abraham.
– No hasta que no me digas quién eres.
– ¡Abraham!
– ¡Pero dime quién eres!
– ¡Abraham!
– Lo siento, pero si no me dices tu nombre ahí te quedas.
¿Por qué murió Kung-Fu?… Porque lo confundieron.
– He venido a pedirle la mano a su hija.
– ¿Cuál la mayor o la menor?
– ¡Caramba, no sabía que su hija tuviera una mano más grande que la otra!