Esto era un chiste tan pero tan malo, que le pegaba a los chistes más pequeños.
– Buenos días. ¿Tienen libros para el cansancio?
– Sí señor, pero están todos agotados.
– Me voy un mes de viaje.
– ¡Me alegro! No te olvides de escribir.
– ¡Espero que no! Con lo que me costó aprender.
– ¡Hola! ¿Tiene algún trabajo para mí?
– Mmm… ¿Le interesa de jardinero?
– ¿Dejar dinero? ¡Pero si yo busco que me lo den!
¿Qué le dice un mimo a otro mimo? Este es mi-momento.