Esto fue lo que dijo el CEO de Universal Music Latinoamerica.
La música pasa por un momento muy positivo gracias al streaming que ayuda generar ingresos que antes no existían. Spotify, Apple Music, Google Play Music y hasta YouTube han puesto de su parte para que el negocio crezca.
Tuvieron que pasar 20 años para que las ganancias volvieran a la industria de la música y todo gracias a la visión de unos cuantos emprendedores que están más allá de Sillicon Valley.
La música latina se ha beneficiado de una forma grandiosa del streaming. Gracias a las nuevas tecnologías, aparecen fans de “Despacito” de las coladeras en Tailandia y Bielorusia, por tan solo citar un par de ejemplos.
El impacto internacional de la música latina, de acuerdo con el CEO de Universal Music Latinoamerica, Jesús López, es inmediato y sin filtros. Antes, una canción debía triunfar en Nueva York y luego en Londres para brincar a otros lados. Hoy, los clics son los que miden tales impactos y viralizan el contenido.
Lecciones que deja “Despacito”
La música latina está aprendiendo y aplicando una fórmula compleja que antes no seguía. Todo lo que dejó “Despacito” en la primera mitad de 2017 lo aprovecha con éxito “Mi gente”. Es un hecho que lo que venga después ocasionará una especie tendencia difícil de detener.
Ya no hay tanta piratería
Por otro lado, el ejecutivo de Universal cuenta cómo la piratería ya no juega un papel tan grave como hace 17 años. Sí existen los torrents y la circulación de archivos a través de servicios como Mega, pero ya no cuentan como la abrumadora mayoría. La gente se acostumbró a consumir música a través de Spotify y YouTube gracias a que tienen servicios gratuitos.
Independiente a los puntos que tocamos en esta entrada, podemos decir que el latino está más orgulloso de su legado y música. La diversidad es amplia y no depende nada más del reggaeton, pues el género urbano se volvió en el nuevo pop.
Las cosas como son, la música latina no se quedará en un bache exitoso como con “La Macarena” en los 90’s. Esto va para largo.
Fuente: El País