Hace poco más de una semana apareció un ramsonware llamado WannaCry, el cual se dedica a capturar el ordenador que infecta y demanda una cantidad de dinero en bitcoins que debe ser enviada a través de una transferencia bancaría antes de 5 días para liberar el equipo.
El problema del programa es que no funciona como un virus cualquiera. Cuando accede al equipo, no sólo se apodera de la máquina, también se esparce por la red de trabajo.
WannaCry comenzó su apogeo en España a través de Telefónica. Después se extendió por las aerolíneas y terminó en varios países alrededor del mundo. México no fue la excepción. Varias aerolíneas, incluida Aeroméxico, fueron víctimas.
WannaCry atacó a los equipos que no tenían los sistemas operativos actualizados, en especial los que tienen instaladas versiones viejas de Windows 7 o el último parche de Windows 10 que ya había salido antes del lanzamiento del ramsonware.
Por desgracia, las empresas cuentan con más problemas para instalar el mismo parche que para actualizar el sistema operativo, ya sea por la dificultad de la descarga o la misma distribución que no llega al mismo tiempo a todos los equipos.
La creación de WannaCry nació de todas las vulnerabilidades que se dieron a conocer después de la filtración pública de que la NSA conocía estos huecos y no hizo nada por proteger a los usuarios.
