Así como existe un considerable grupo de personas felices por las ganancias que la industria de la música generó durante 2016, están los que opinan lo contrario y presienten lo peor.
Vamos por partes. La industria de la música no tenía un crecimiento como el del año pasado desde 1998, justo antes que la tecnología ocasionara pérdidas por el nacimiento de servicios como Napster y la proliferación de los MP3. Las ganancias que acaban de llegar gracias los streamings son apenas una especie de compensación por todo lo perdido desde finales de la década de los 90.
A eso debemos añadir que la venta de discos y canciones a la carta a través de iTunes ha disminuido considerablemente. Ni el resurgimiento de los vinilos ayudó a que el panorama cambie. Las ventas físicas están pasando por un problema muy serio que necesita una solución con urgencia.
Ahora bien, debemos perder de vista lo siguiente: 2016 fue el primer año que tanto Apple Music como Tidal funcionaron como servicios. Si a eso añadimos a Spotify, es obvio que las ganancias se presenten por la variedad de opciones. Por otra parte, esto generó una especie de canibalización entre servicios de streaming ya que cada uno ofrece exclusivas, obligando a los usuarios a pagar por más de un servicio.
¿A dónde van esos pagos? Una parte va a las disqueras, mientras que la otra termina en manos de los servicios. ¿Cuánto obtienen los artistas? ¿Es suficiente? Las preguntas no dejan de cesar porque no existe transparencia tras estos datos.
Por otro lado, los modelos de negocios están orillando a los artistas a que traten con los servicios de música directamente en vez de tener un intermediario. Los defensores del streaming han respondido desde hace tiempo que esta nueva forma de escuchar música se convertirá en una fuente vibrante de ingresos para los músicos y la industria una vez que la base de suscriptores crezca significativamente.
Parece que esa es la dirección a seguir; sin embargo, todo depende del crecimiento en el número de usuarios en las distintas plataformas de streaming.