LA VENTANA CIEGA Director del IMER, ¿derecho o chueco?

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En julio de 2013, las autoridades federales anunciaron la designación como director del Instituto Mexicano de la Radio, por segunda ocasión, al contador Carlos Lara Sumano; Carlos Lara había sido ya director del IMER de 1995 al año 2000, así que para muchos de nosotros era previsible el tenor del trabajo radiofónico que se avecinaba entonces al IMER.

A casi cuatro años de esta designación, el Instituto Mexicano de la Radio ha sufrido muchos recortes presupuestales, ha tenido que reducir en al menos veinte por ciento su capacidad creativa, ha conservado sus formatos radiofónicos; sin embargo, ha enfrentado fuertes recortes de colaboradores, patrocinios y actividades de capacitación y difusión para su personal.

La nota que se replicó el 23 de marzo del 2017 en todos los medios especializados da cuenta de que Carlos Lara es dueño de 294 acciones de 600 que forman la empresa Tecnoradio SA de CV, asunto que es de sí ruidoso, pues el IFT deberá determinar si se autoriza la asignación de al menos 37 emisoras radiofónicas en favor de la empresa que poseen Lara Sumano y Cenobio Alfonso Amilpas Godínez.

Cualquiera en su sano juicio podría refutar que no hay tal conflicto de intereses en el caso de Carlos Lara Sumano, pues no es prohibitivo que un director de radio pública sea por otro lado concesionario radiofónico comercial; sin embargo, como bien lo indica Gabriel Sosa Plata en El Universal, se presta a todo tipo de suspicacias imaginar que Lara Sumano, que ha sido siempre asesor o consultor de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, sea ahora poseedor de una empresa que llegará a pagar 269 millones de pesos si se le asignan estas 37 radiodifusoras en el IFT.

O sea, Lara Sumano ha trabajado y cosechado riqueza como alguna actriz de telenovela que ha logrado hacer la compra de un inmueble multimillonario para habitar. ¡Increíble que no a todos nos vaya bien en la feria!

En mi caso hago constar que desde 2013 he señalado en un sinnúmero de ocasiones que el contador Carlos Lara Sumano ha acudido a su centro de trabajo en el IMER muy rara vez, y a decir de sus operadores en producción general y radiodifusoras, esto se debe a que Lara Sumano “se encuentra comisionado en una de las plazas de la República del Instituto Mexicano de la Radio”.

En lo personal nunca he tenido nada en contra del contador, y tan es así que he podido colaborar con él y con IMER en un sinnúmero de ocasiones; sin embargo, sí qué resulta cuestionable que al asignar por segunda ocasión a Lara la dirección del IMER, el propio IFT haya pasado por alto que era tesorero de Tecnoradio SA de CV, puesto al que renunció en septiembre de 2016; además de que es cuestionable que nadie en el propio IMER hubiera sabido que Lara Sumano es también concesionario comercial de radio, y que, siendo visible para todos, nadie, nunca, le haya marcado su ausencia tan prolongada en sus oficinas en el IMER.

En realidad podría no ser un delito que el señor sea inversionista en el área de la radiodifusión, pero sí es una lamentable situación constatar cómo se ha ido reduciendo la producción creativa dentro del Instituto Mexicano de la Radio, cómo se ha llegado a adeudos con proveedores, cómo si se tienen más medios, emisoras y canales multiplataforma para expandir las capacidades creativas del Instituto, sea ahora cuando la radio ciudadana se ha modificado para volverse prácticamente emisora musical, y ya prácticamente nula como emisora de difusión de proyectos y contenidos de orden público y social.

Creo que más que escarnio público ante esta escandalosa circunstancia, lo que urge es que hagamos una profunda revisión de quiénes toman los puestos públicos de las emisoras que opera el Estado, pues sí que es una lástima ver mermado lo poco que hay en materia de radiodifusión de orden público por los meros intereses de tipo comercial… ¡Bueno eso, eso digo yo!

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