Años después, Paco Javier Flores, uno de los locutores estrella (y académico de comunicación) de la estación, hoy absorbida por Grupo Radio Centro, habla de esa experiencia y de organizar Maratón 102.7 subiendo a la torre de un supermercado por cinco días junto a Enrique González, periodista de Univision, a favor de una obra de beneficencia infantil.
¿Cómo ves las nuevas generaciones de radio en La Laguna? Tú que te has encargado de entrenar a nuevos comunicadores, ¿cuál es su potencial?
Yo sigo viendo a muchos interesados, pero no en su mayoría, creo que hay un desencanto del medio radiofónico. Mis alumnos de hace 2, 3 años llegan como: “¿Y esto para qué es?” Ya no utilizan la radio, incluso ni la televisión. Muchos usan medios móviles. Esta ya no es la radio de tradición de hace 15-20 años que la gente le prendía en su casa y tenía fans. Yo tengo que venderles la idea aledaña que no es para hacer radio en sí sino para mensajes audiofónicos, un documental, un radiorreportaje, cuidar el audio para televisión.
¿En qué concepto se encuentra la radio en La Laguna?
En una etapa de crisis o de exploración. Hay gente que sigue haciendo radio y busca propuestas nuevas. Cuando hay crisis es una oportunidad de hacer las cosas mejor, hacer lo que te gusta. A lo que me enfrento ahora es que jóvenes de todas las personalidades, que tienen la oportunidad de estar en el medio, lo hacen con mucho desparpajo. Pero al público lo veo igual: ellos piden lo mismo, si le mueves un poquito te va a dejar de escuchar, o si dejan de decir groserías, si le mueven, van a perder su rating. Es un círculo que ya se vició.
Últimamente las estaciones locales han sido absorbidas por las cadenas capitalinas.
Sí, por las alianzas. Yo creo que por la misma preocupación que el medio en La Laguna está muy golpeado. Ya no se invierte en radio. Antes, a diferencia de hace ocho años, me buscaban para hacer comerciales para hospitales, mueblerías. Internet está ganando la batalla en cuestiones de inversión. Ahora me llaman para ser maestro de ceremonias, conferencista.
Cuéntame de la experiencia de subir a la torre de un supermercado de Torreón por cinco días para niños de escasos recursos. Yo no he visto a nadie de la radio haciendo algo así últimamente en México.
Eso fue en la primavera de 1997. Enrique González tuvo la idea; lo de la torre se hizo primero en Chihuahua y la idea era perfeccionarla. Él me motivó, yo lo empujé. De 200 mil pesos que sacamos de Maratón 102.7 les dieron 50 a cuatro niños del DIF. Eso nos motivó mucho. Una niña que no tenía su nariz completa, solo las fosas, con esa operación dijo que con eso ya no se iba a sentir un monstruo. Después de eso empezó una fiebre de “Radiotón” y esas cosas. Si lo volviera a hacer dirían que soy un loco que se va a caer. ¿Para qué es la radio entonces? Para cambiarle la vida a la gente, al que se deje tocar. Un día me habló un señor muy enojado con su hijo desde hace meses y por un consejo que le di, reflexionó. Ese son el tipo de cosas que podemos hacer y lo dejamos de lado y preferimos el lado del vedetismo, que si el artista fue al baño, que si anda con 6 mujeres…
Lo que a muchos nos gustaba de Radio Éxitos era la creatividad de sus cápsulas.
Yo no era creativo, era desobediente, si eso es creatividad, entonces sí. También rebelde y travieso. A veces me regañaba el gerente de la estación. Me regañaba de tres cosas, pero de seis me aplaudía.
Muchos capitalinos hablan de las grandes glorias que fueron estaciones como WFM, Radioactivo, Rock 101. ¿Tú crees que en La Laguna se vivió algo parecido con alguna estación en particular?
Yo me enamoré de WFM. Me voy a escuchar muy ego, pero muchos se acuerdan de mí, y de cómo lo que hacíamos los marcó. Para ellos fue la mejor estación y no lo fue realmente. Fuimos un grupo de personas que en su momento estuvimos ahí y nos aceptaron o nos toleraron algo, pero siento que nos faltó algo. Si me preguntas por qué, hay gente que se sigue acordando de lo de la torre, pero porque hayamos sido un mito, no.