Es importante hacer un repaso al proceso para entender la importancia de una licitación de esta naturaleza y prever su impacto en el futuro de la industria radiofónica.
El mismo día que termina la licitación para FM, inicia el proceso para AM, pero con diferencias sumamente marcadas. Mientras que la demanda para frecuencias en la primera opción superó lo esperado, en el caso de la segunda los postores han ido disminuyendo.
La subasta alcanzó niveles estratosféricos. Hasta 8 millones de pesos se llegaron a ofrecer por la obtención de una sola emisora, y un grupo de radiodifusoras más pequeñas alcanzó una puja de 1,300 millones de pesos. Esto quiere decir que aún las frecuencias “menos atractivas” tuvieron ofertas considerables.
De 191 frecuencias que se encontraban disponibles, se logró licitar 146 y los nombres exactos de los grupos que adquirieron las concesiones se darán a conocer cuando el proceso finalice en su totalidad, aunque ya se han hecho anuncios discretos de quienes resultaron beneficiados.
Algunos especialistas señalan que la cantidad de dinero invertida en las pujas fue excesiva y que no hay seguridad de que esto se traduzca en ganancias posteriores.
Hacía 20 años que no se realizaba una licitación para emisora comerciales y es la primera vez que se hace mediante un proceso público. Esto permitió un proceso transparente y la oportunidad de medir el interés del mercado para invertir en la industria radiofónica.
Para evitar procesos exageradamente burocráticos, IFT realizó la licitación mediante un sistema digital disponible en su página web, eso disminuyó el margen de error (aunque no estuvo exento de algunos “atorones”) y mantuvo la confidencialidad del proceso.
