Durante ya hace algún tiempo se ha venido cocinando una batalla épica de intereses que involucra a intérpretes, compositores y ejecutantes contra las plataformas de streaming que ofrece el mundo digital. Está incluido Apple Music, Deezer y en especial Spotify.
Algunos de los casos más sonados en el mundo de la música es el de Adele y Taylor Swift, quienes con apoyo de su equipo, retiraron toda su música de Spotify. Sin embargo, al ver que sus álbumes no estaban obteniendo la exposición deseada “reconsideraron” su decisión y a las pocas semanas regresó su contenido a las plataformas.
La batalla se ha creado debido a que los artistas consideran que el pago por reproducción que estos sitios les hacen, es injusto. Y realmente considerando los millones de dólares que gana al año cada plataforma, podría parecer así, no obstante, cuando este negocio se empieza a desglosar, probablemente los ingresos de estas bibliotecas virtuales serían realmente pocos para pagar la innumerable cantidad de artistas que hay y aún más grande la cantidad de compositores que tienen obras ahí expuestas (Considerando que hay canciones escritas por más de un autor).
Recurriendo a los datos duros, Nielsen reveló en uno de sus más recientes estudios, que el crecimiento anual de estos sitios es del 12.5%. Es decir que actualmente se escuchan más canciones vía streaming en una semana, de lo que se escuchaba en un semestre del 2012.
Así que no todo es tan malo como parece, ¿o sí? Si se hace un estudio riguroso de la actividad que más deja dinero a los artistas actualmente, definitivamente, la cantidad más grande no se hallaría en la producción de discos o música, pero sí en el número de shows que se puedan lograr al mes.
Entonces siendo un poco más fríos en el análisis del Music Business, la realidad de las cosas es que todos los miembros de la cadena de valor se ven altamente beneficiados. Por su parte Spotify es la plataforma que cobra cierto porcentaje, por poner su tecnología al alcance de artistas y consumidores. Los artistas están obteniendo penetración en su público objetivo y además una remuneración económica, al igual que los compositores. Las discográficas siguen colocando grabaciones en el gusto del público y evidentemente también llevan un porcentaje de la ganancia.
Es por ello que en esta época en donde impera la reproducción streaming, las empresas que brindan este tipo de servicios son un “mal necesario” si bien se podrían llamar de alguna forma. Y en el caso de los artistas tienen de dos: Le entran al juego o se quedan en su casa siendo escuchados por sus familias.
