RADIO NOTAS.-Fausto Bueno, locutor, educador y periodista nació en el seno de una familia humilde y numerosa, cuyos padres lucharon por la superación de sus nueve hijos.A los pocos años de vida, sus padres notaron que al tercero de sus hijos, le costaba trabajo encontrar los objetos que se les caían de las manos, o que mientras corría se tropezaba con los muros y los muebles del hogar.
Preocupados, lo llevaron al doctor y éste les dio la triste noticia de que su pequeño carecía del sentido de la vista.
Por un tiempo, esta situación le impidió asistir a la escuela, pero su deseo de estudiar, aprender y más tarde transmitir a otros lo aprendido, le hizo iniciar una carrera hacia el conocimiento.
Para Fausto, estudiar se convirtió en su prioridad, una prioridad que solo fue desplazada por su firme decisión de ayudar a otros con su misma condición a vencer los obstáculos, que en la mayoría de los casos levantaban sus propios miedos e inseguridades.
Hoy, con 46 años dedicado a la locución y 39 a la labor educativa, afirma que la falta de visión no ha sido una limitante para alcanzar sus metas personales y profesionales, según El Caribe.
1. Del Santo Cerro
Nací en Santo Cerro, en La vega. Mis padres, Víctor Bueno y Manuela Bueno, eran campesinos que siempre me apoyaron moralmente, aun no sabiendo que existía una escuela para personas ciegas. Mi padre luchó mucho en la vida. Era un agricultor sin tierra, alguien que trabajó la tierra toda la vida. Eran padres campesinos analfabetos. Éramos nueve hermanos, yo soy el tercero. Ninguno tiene discapacidad. Antes de ser profesor itinerante, fui agricultor itinerante. Me la pasé viajando por todo el país con mi papá, trabajando la tierra. Mi papá, de La Vega vino a Yamasá; de ahí volvió a La vega, después a la capital y después fue a parar a 14 kilómetros de la frontera, por Las Matas de Farfán. De ahí se fue a trabajar la tierra a Sabana de la Mar. Él anduvo todo el país trabajando la tierra.
2. Vida como cualquier niño
Mi ceguera es de nacimiento. Mis padres la detectaron cuando yo comenzaba a jugar. Ellos veían que se me caían los objetos, los juguetes y no los encontraba, me caía, chocaba con las paredes y ellos se pusieron a observar y se dieron cuenta de que había problemas. En ese tiempo no se llevaba tanto el niño al médico. Uno nacía en un campo con comadrona, y ya. Me llevaron a la escuela y la maestra se dio cuenta de que yo no veía y tuve que suspender los estudios. Me despreocupé, pero sentía esa inquietud de aprender. Hice una vida como cualquier niño. Mis padres no me limitaron, me dejaban jugar con los demás niños, me subía en las matas como mis amiguitos, nadaba. Viví siempre cerca de ríos. Fui un niño feliz, sin dudas. Aunque claro, cuando comencé a tener uso de razón me dio cierta inquietud notar que no podía ver. Mi preocupación estaba en que no podía estudiar como lo hacían mis amiguitos. Aunque de niño y hasta la adolescencia podía ver un poco, pero a poca distancia y eso me permitió hacerme una imagen más precisa de algunas cosas. Tengo una carpeta de mapas que me permiten tener una idea de lo que me rodea, de la geografía nacional.
3. El deseo de aprender
A los siete años me llevaron a la escuela de mi campo, pero la maestra dijo que no podía trabajar conmigo. Ella dijo que no podía trabajar con ese niño que no veía, aunque yo grité y grité y me tiré al suelo, y me dejaron por un tiempo. Hasta que yo mismo salí, cuando vi que no había la posibilidad de educarme así. Yo escribía, pero realmente mis estudios comenzaron cuando conocí la Escuela Nacional de Ciegos. Ya tenía casi 22 años, por lo tanto, puedo decir que comencé mis estudios cuando tenía 22 años, pero 10 años más tarde, ya me había graduado de locutor, de periodista y de educación. En 10 años hice lo que las personas hacen en 18 o 20, porque tenía mis deseos de estudiar reprimidos y cuando tuve la oportunidad la aproveché. Los primeros años de vida de estudios fueron determinantes para que yo esté aquí, ejerciendo las tres áreas que estudié. Estudié locución, periodismo y educación, y las he ejercido las tres.
4. Bachiller
Me tocó formar parte del primer grupo de ciegos a los cuales les tocó estudiar en una escuela común. Formé parte del Programa de Integración de Estudiantes Ciegos a las aulas ordinarias, que considero el más importante que ha habido en la educación de personas ciegas en el país. Éramos seis estudiantes, que asistimos al Liceo Estados Unidos de América. Eso fue en el año 1968. El liceo nos recibió con las puertas abiertas. Comenzamos a abrirles el camino a los estudiantes ciegos que vendrían después. De ahí nos fuimos al Liceo Manuel Rodríguez Objío. Allí me gradué de Bachiller en Filosofía y Letras. Se realizó una graduación especial el 13 de diciembre de 1971, en la Escuela Nacional de Ciegos, porque el director del liceo quiso hacer algo especial, el Día Nacional de las personas ciegas. La graduación oficial era en enero.
5. Educador
Realicé mis estudios de Educación en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña y en INTEC. Me gradué de licenciado en Educación mención Letras en la UNPHU y realicé un postgrado en Gestión Educativa en INTEC, una especialidad que me ha permito realizar el trabajo en favor de las personas ciegas. Como maestro en la Escuela Nacional de Ciegos, hoy Centro Nacional de Recursos Educativos para la Discapacidad Visual, Olga Estrella, duré tres años en aula, porque después me nombraron como maestro itinerante para trabajar con los profesores que les dan la educación a los jóvenes ciegos en escuelas ordinarias. Fui maestro itinerante por 21 años, luego me ascendieron a técnico, y en la actualidad soy Coordinador Docente de la Dirección de Educación Especial y coordino junto a la dirección de este centro donde estamos, Centro Nacional de Recursos Educativos para la Discapacidad Visual, Olga Estrella, que es el que lleva la educación a todas las personas ciegas del país. Coordino con la dirección del centro los trabajos para fortalecer el proceso de inclusión de los niños ciegos.
6. Una vida activa
Mi vida ha sido estudiar. Me he ido a todas partes del mundo a estudiar. Fui gremialista y esa actividad también me hizo realizar trabajos por el sector, dentro y fuera del país. Formé parte de la primera directiva de la Organización Dominicana de Ciegos, fui el primer secretario general. También fui directivo del antiguo Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales, formaba parte del equipo de su director, formé parte del equipo de Osvaldo Santana cuando él fue el Secretario General, participé en otras organizaciones a nivel internacional. Hicimos todo el esfuerzo por ver qué pasaba en el extranjero y asistimos al Séptimo Congreso Panamericano de Ciegos, realizado en Panamá, y allí tuvimos contacto con toda Latinoamérica y me eligieron como representante del país ante el Consejo Panamericano de los Pro ciegos, en 1981. Ahí comenzó mi carrera de contactos con organizaciones internacionales que trabajan por las personas ciegas. En 1985 participé en la fundación de la Unión Latinoamericana de Ciegos, en Mar del Plata Argentina. Formé parte del primer Comité Ejecutivo de esa unión.
7. No hay excusas
Las cosas más difíciles son aquellas que uno no intenta, aunque con esto no te quiero decir que hacer las cosas que he hecho ha sido fácil. Recuerdo que me examinaba con una maquinita portátil, con un montón de páginas de braille, entonces cuando me hacían la pregunta yo las buscabas en esas páginas y después las respondía en la maquinita. Esa era una odisea. Era muy difícil, es verdad. También había profesores que te examinaban de forma oral, y ahí no había problemas. Para mí la falta de visión no ha sido un obstáculo para mi progreso, antes lo creía así cuando no estudiaba, pero cuando comencé a estudiar entendí que la falta de vista no significa falta de vida.
8. Un cambio positivo
El país ha cambiado mucho su actitud respecto a las personas ciegas, antes era muy difícil ver a una persona no vidente realizando algunas tareas, hoy usted puede encontrar en la justicia a un defensor público ciego, puede encontrar en cualquier cátedra universitaria a una persona ciega, como estudiante o como catedrático.
9. Pérdidas irreparables
La situación más difícil para una persona es perder a sus padres. Mi padre fue el mejor padre del mundo. Él era un analfabeto, pero que me dio toda la educación y me apoyó sin tener recursos. Una de las cosas más tristes fue perder a mi madre y también perder a quien fuera un hijo para mí, ese fue el esposo de mi hija que murió y ella quedó viuda muy jovencita. Para mí fue una gran pérdida, 14 años después lo recuerdo y lloro.
10. Una vida feliz
Mi esposa, Pastora Reyes de Bueno, y yo fuimos compañeros de estudios desde el segundo semestre de la universidad y desde que nos conocimos formamos un equipo de trabajo, estudiamos la misma carrera, Educación, ella también se ha involucrado en los programas de radio. Ella dice que lo que es, es maestra, pero fue voluntaria antes de ser maestra. Llevamos casi 43 años de casados, tres hijos y once nietos. He tenido una vida muy feliz. Ella es mi compañera ideal, mi columna, me ha apoyado siempre. Hemos estado juntos en los éxitos y en los fracasos.
La radio: más de 46 años en la locución
“Respeto mucho la radio. La radio me enseñó mucho, le debo demasiado, ella me trajo aquí. Conocí la Escuela Nacional de Ciegos gracias a la radio, escuchando una entrevista que les estaban haciendo a varias personas ciegas. Fui a la emisora al día siguiente, el director del programa era Tiberio Castellanos, un gran locutor del país, y le dije que yo quería estudiar. Él habló con la directora de la escuela y le dijo que yo quería estudiar y ella le dijo que sí, y así vine. ¿Sabes una cosa?, cuatro años después estaba en ese programa que se llamaba “Artistas Dominicanos”. Ya yo estaba estudiando en la Escuela Nacional de Locución. Recuerdo que seleccionaron a un grupo de estudiantes para realizarle una entrevista a la cantante Rina Ramírez. Así comencé mi trabajo. Me gradué de locutor a finales del 70, desde el 71 comencé la carrera de locutor y no la he dejado nunca. Ahora trabajo en Radio Educativa, le hago un programa al Ministerio de Educación, el programa se llama “Compartiendo en la Diversidad”, donde hablamos sobre la educación inclusiva, exponemos el progreso en la educación especial. La radio me ha llevado a hacer por otros, lo que ella hizo por mí. En la radio llevo 46 años y 39 en educación. Fui maestro desde que comencé a estudiar, porque como ya éramos jóvenes y nos dimos cuenta de la necesidad que había de orientar, le solicitamos al liceo que nos permitiera ir curso por curso para que se enteraran de cómo se educaban las personas ciegas. En la Cadena Comercial tengo 24 años, produzco un programa que tiene 40 años en el aire, que se llama “Al tanto” y está en la emisora Zol 106.5, se transmite cada sábado de cuatro a cinco de la tarde. Yo creo mucho en la radio para la educación. Yo soy un fruto de la radio, por eso la respeto mucho. Lamento mucho que hoy por la radio se diga cualquier disparate y que se desinforme. Pienso seguir con mis programas y mi trabajo en educación, aunque estoy pensando en el retiro, pero será algo gradual, esta es una tarea que implica un gran compromiso”.
Fortaleza
Las cosas más difíciles son aquellas que uno no intenta, aunque con esto no te quiero decir que hacer las cosas que he hecho ha sido fácil”.
Convicción
Para mí, la falta de visión no ha sido un obstáculo para mi progreso. Cuando comencé a estudiar entendí que la falta de vista no significa falta de vida”.
La radio
Respeto mucho la radio. La radio me enseñó mucho, le debo demasiado, ella me trajo aquí. Conocí la Escuela Nacional de Ciegos gracias a la radio”.
Foto: Danny Polanco